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La crisis del sector oleícola, ¿una cuestión coyuntural o estructural?

La crisis del sector oleícola, ¿una cuestión coyuntural o estructural?

jueves 06 de febrero de 2014, 21:58h

En el marco de las actividades previas a la celebración de Expoliva 2013 -la gran cita del sector oleícola y olivarero que tendrá lugar entre el 8 y el 11 de mayo en el Centro de Convenciones y Congresos de IFEJA Jaén-, Mercacei Magazine reunió el pasado 21 de junio a algunas de las voces más autorizadas del mundo del aceite de oliva a nivel local, nacional e internacional en una nueva edición de Los Encuentros de Mercacei convocada con objeto de analizar la grave situación que atraviesa el sector y la falta de rentabilidad en todos los segmentos, e intentar hallar soluciones eficaces que contribuyan a su recuperación.

 

Invitados

 El desayuno de trabajo congregó en esta ocasión a José María Valdivia, director gerente de Ferias Jaén; José Gálvez, gerente de Galgón 99; Juan Vilar, presidente de GEA Westfalia Separator Ibérica y profesor permanente de la Universidad de Jaén; José María Penco, director técnico de AEMO; Álvaro Olavarría, director gerente de Oleoestepa S.C.A.; Luis Folque y Luis Ruiz Quero, consejero y director de compras de aceite de oliva de Sovena España, respectivamente; Manuel Parras, rector de la Universidad de Jaén; e Inmaculada Rodríguez, gerente de Interóleo Picual Jaén. Todos ellos nos brindaron un delicioso encuentro en el que expusieron con claridad su diagnóstico sobre las causas de los actuales problemas del sector y los retos que debe afrontar en el futuro inmediato.

El editor de Mercacei, Juan A. Peñamil, inauguró el encuentro realizando una breve exposición acerca del plan de acción comunitario de apoyo al olivar impulsado por Bruselas, con medidas a medio y largo plazo para paliar la situación del sector del aceite de oliva por los bajos precios en origen. El documento de la Comisión Europea contiene un diagnóstico de la situación del sector y propuestas de actuación sobre calidad y controles, así como acciones de reestructuración y promoción, mejoras en el funcionamiento de la calidad alimentaria y cuestiones relativas a la competencia con terceros países. Según la Comisión, se trataría de medidas dirigidas a preservar y promover la imagen de marca del aceite de oliva europeo, así como a proteger e informar mejor al consumidor. Dichas medidas deberán ir encaminadas a reforzar la competitividad del sector, recurriendo a todas las posibilidades que ofrece la reforma de la Política Agraria Común (PAC) y movilizando a todos sus agentes.

Al respecto, el comisario de Agricultura de la UE, Dacian Ciolos, tras haber analizado la situación y constatado que el recurso al almacenamiento privado no ha elevado los precios en origen en este sector, ha asegurado recientemente que “ya no estamos ante una situación de desequilibrio coyuntural, sino más bien estructural”. Y ésa fue precisamente la primera cuestión abordada en el encuentro.

La crisis del sector oleícola, ¿coyuntural o estructural? ¿Cuáles son las causas que han propiciado esta situación?

Manuel Parras: Hay que distinguir dos mercados muy diferenciados, el mercado interior y los mercados exteriores. En el mercado interno tenemos precios bajos en origen y en destino, desposicionamiento de los productos -no los de alta gama-, desaparición del virgen... Creo que en ese mercado interno lo estamos haciendo muy mal, y hablo de toda la cadena. Si los propios cooperativistas de Martos no están dispuestos a pagar 4 ó 5 euros por un virgen extra, ¿cómo vamos a convencer a otros de que lo paguen? En cuanto al mercado exterior, las exportaciones no dejan de crecer y los precios no tienen nada que ver, incluso son excesivos, pero esos precios excesivos vienen dados por el problema de la distribución, ya que allí los productos apenas rotan. En mi opinión, este sector tiene problemas estructurales de fondo, que vienen de antaño, y después vienen los coyunturales. Mientras existan los problemas estructurales, los coyunturales seguirán siendo eso, coyunturales. ¿Cuál es el problema? Que en este país la gente no piensa que estamos en crisis, y estamos en crisis. Y la crisis afecta a todos los productos, incluido el aceite de oliva. Si nos centramos en el mercado interior, actualmente el incremento de la oferta es superior a la demanda, y ésa es una razón de la caída de los precios. Otra es la inadecuada gestión de la cadena. ¿Soluciones? Dado que el problema fundamental es el que se refiere a la cadena, la solución ideal sería llegar a acuerdos a lo largo de la cadena, así como una vertebración de la oferta, entendida como cualquier modelo de alianza de cooperación. Por último, a mí no me gusta que el Ministerio hable de fraudes, aún siendo consciente de que existen. Lo que tiene que hacer la Administración es tomar medidas, perseguir los fraudes y no hablar tanto de ellos, porque los productores honestos, los distribuidores y envasadores honestos y los consumidores tienen derecho a saber quién comete fraude y dónde está ese fraude.

Inmaculada Rodríguez: El principal problema son los desequilibrios que existen en la cadena. Yo soy una firme defensora de la concentración, creo que es necesario vertebrar a la parte productora, pero una concentración correcta y bien entendida, que se dedique a fortalecer los puntos débiles de la parte productora. Nos estamos equivocando en la manera de llevar a cabo la concentración. Fallamos en la comercialización, no todas las empresas y cooperativas están preparadas para atacar todos los puntos de la cadena. Se trata de que cada uno se dedique a hacer lo que conoce, lo que sabe hacer. Además de la falta de organización, otra de las causas es la desunión tan importante que caracteriza a este sector. Es necesario que nos pongamos de acuerdo en temas fundamentales. A mí, por ejemplo, el virgen me preocupa mucho. Yo apuesto por la calidad del producto, pero de todas las categorías de aceites, no sólo del virgen extra.

Luis Folque: Para mí, la situación es coyuntural, fuertemente coyuntural. El cambio del mercado del aceite de oliva en los últimos tres años ha sido espectacular. Y ha sido espectacular porque existe concentración de oferta, que es lo que pedíamos. Por primera vez, la mayor empresa de comercialización de aceite es una cooperativa, y los cinco primeros grupos cooperativos están por encima de los cinco primeros grupos industriales, una situación absolutamente novedosa a la que tenemos que acostumbrarnos, porque las reglas han cambiado. Queríamos también estabilidad y en los últimos tres años prácticamente han desaparecido los especuladores. Por eso, para mí la situación es coyuntural, y ahora tenemos que comprobar si este es el escenario que nos gusta. Dado que el consumo interno en España no creo que vaya a aumentar más allá de un 10%, tenemos que buscar clientes en el exterior, porque en el mundo ese consumo puede duplicarse, y también tenemos que acostumbrarnos a eso y gastar nuestro dinero allí. Esta parte estructural también es muy importante, sin olvidar el aspecto económico y la presión en la oferta por vender el producto. Se han hecho muchas cosas y ahora falta profesionalizarse y acostumbrarse a la nueva situación. Porque lo que está claro es que, técnicamente, no existe ningún país del mundo tan preparado como España en el sector del olivar.

Por otra parte, es necesario ser optimista y que sólo se hable de la parte positiva, no resaltar continuamente los aspectos negativos. En todos los productos existen controles y hay quien intenta cometer fraude, pero no oigo hablar todos los días del fraude del vino o de los jamones. Y por último, un pequeño reto que siempre se escucha y en el que todos estamos de acuerdo, pero que no sale adelante: que se eliminen las botellas genéricas con tapones rellenables.

Álvaro Olavarría: A mí, siempre que participo en reuniones o encuentros como este, me gusta trasladar un mensaje positivo. ¿Las razones por las que nos encontramos en esta situación? Es evidente que existe un desequilibrio entre el crecimiento de la producción y el de la demanda y el consumo a nivel mundial, acompañado de una banalización del propio producto. Nos hemos dejado arrastrar por la corriente y no hemos hecho los deberes, no hemos sabido anticiparnos a los problemas que ya se vislumbraban en el horizonte, incluso en las épocas de bonanza económica, y ahora nos encontramos con la dura realidad. Y me gustaría apuntar solamente una solución: ya que disponemos de las herramientas para dar un gran salto cualitativo y volver a pensar en positivo, lo que hace falta es apostar claramente por el comercio exterior, que seamos infinitamente más generosos en las aportaciones económicas que se hacen a la Interprofesional, y aprovechar la marca España mediante prescriptores de reconocido éxito y prestigio internacional (Rafa Nadal, Fernando Alonso, selección española de fútbol o Penélope Cruz, por citar algunos ejemplos). Hay que cambiar la percepción acerca de quién es el líder en producción y comercialización de aceite de oliva, y eso sólo se puede hacer con dinero.

José María Penco: Nosotros partimos de la premisa de que no se está remunerando como es debido al productor y los olivareros no pueden seguir perdiendo dinero. Esta situación es muy cómoda para ciertos actores del mercado -los grandes distribuidores-, porque están comprando barato. Lo que se ha producido en los últimos años es un éxito rotundo de la comercialización de aceite de oliva en el mundo, y eso ha ocurrido porque el aceite de oliva está de moda en el mundo, tanto los vírgenes -que son un magnífico colchón- como los vírgenes extra, que deben ser los abanderados, las locomotoras del sector. Creemos que esta es una estrategia inteligente para todo el sector del aceite en general, que se verá beneficiado, no de diferenciación y enfrentamiento, y así se lo hemos trasladado desde AEMO a la Interprofesional. Y coincido con Álvaro en que el aceite de oliva se está banalizando a nivel mundial de una forma espectacular.

Álvaro Olavarría: Sólo un pequeño matiz. Yo no creo que el aceite de oliva esté de moda; si fuera así, sería un producto de demanda y no de oferta, nos lo quitarían de las manos...

José María Penco: Yo creo que el aceite de oliva está absolutamente de moda en el mundo, donde vale bastante más dinero que aquí. Pero voy a finalizar mi razonamiento. ¿Cuál es la causa de esta situación? Efectivamente, existe cierta sobreproducción este año, pero la verdadera causa es que, como he dicho, para ciertos actores del mercado la situación es cómoda. Estamos muriendo de éxito: precisamente el hecho de que el aceite de oliva virgen y virgen extra esté de moda está provocando que las grandes superficies lo utilicen como reclamo. En AEMO sabemos que el 75% del olivar español presenta pérdidas, y ésa es una situación injusta y, sobre todo, evitable. Por ello, hay que buscar soluciones -en este sentido, la promoción es fundamental- y coincido con Manuel Parras en que es necesario llegar a un acuerdo entre todos los actores de la cadena para encontrar una posición de equilibrio, porque esta situación es insostenible.

José Gálvez: Yo no tengo ninguna duda de que el problema es absolutamente estructural. Al final, todos los aquí presentes vamos a lo mismo: hay que segmentar las categorías para poder vender todos los aceites y cada uno tiene que dedicarse a lo suyo, a lo que realmente sabe hacer, para ofrecer al mercado lo que éste demanda. La producción va a seguir aumentando de manera exponencial, y ese incremento dependerá de la climatología. No llego a entender por qué no vendemos más teniendo tan poca cuota dentro de las grasas comestibles (el 3%). Otra parte del problema es que todo esto no se termina de comunicar; hace falta más información para poder colocar el producto, sobre todo en mercados emergentes. Y todo ello sin olvidar la actual coyuntura de crisis económica, que influye muchísimo, pero también de una manera beneficiosa: hay que extraer la parte positiva de la crisis y los bajos precios, como es la apertura a mercados exteriores que hasta hace poco no sabían ni para qué servía el aceite de oliva. Y estoy de acuerdo en que es importante aprovechar la marca España a través de grandes abanderados del deporte español como, por ejemplo, Fernando Alonso.

Juan Vilar: El presente es el resultado de los hechos pasados. El problema viene de hace 6 ó 7 años y es un problema de adaptabilidad. ¿Qué acciones hemos llevado a cabo en estos últimos años? Ninguna. El sector español del aceite de oliva no va a la misma velocidad que el sector internacional del aceite de oliva, son dos velocidades distintas. Somos unos malos gestores, digámoslo claramente. Sólo hay dos tipos de estrategias: globales, que son las que se están llevando a cabo y no sirven de nada, y particulares. Porque en el sector hay gente que vive muy bien y gente que vive muy mal. En realidad, el sector no existe: unos viven bien y otros viven mal, y las soluciones globales tampoco existen, porque necesitamos soluciones y estrategias a medida. La situación se ha ido agravando porque las medidas que se han puesto en marcha son únicamente paliativas, y porque la crisis financiera nos obliga a vender para disponer de liquidez. Vamos a ser serios, no hemos hecho nada en los últimos años. Desde mi punto de vista, el diagnóstico es claro: no estamos preparados, así de claro. La crisis nos ha sorprendido a todos, pero no todos estamos actuando igual ante la crisis. Éxito sólo va delante de trabajo en el diccionario.

Luis Quero: Hace falta profesionalización en todos los sentidos. Si queremos llegar a ser algo en este sector, tenemos que apostar por la seguridad alimentaria, por la calidad, por diferenciarnos del resto, y eso debe hacerse desde abajo, de manera organizada y natural, sin forzar, y con gente profesional. Creo que la única salida que tenemos es la exportación. ¿Causas? La crisis económica y el exceso de producción en relación con la demanda.

José María Valdivia: Mi comentario gira en torno a Expoliva y su importancia para el sector. Expoliva lleva 25 años y 13 ediciones. Cuando llegué a Ferias Jaén y tuve la responsabilidad de organizar Expoliva, siempre me lo planteé como una feria que sirviese al sector y fuese fiel reflejo del mismo, fundamentalmente de las industrias afines, más allá de un mero instrumento para inflar el ego de Jaén y sus políticos. Desde Expoliva hemos asistido de una forma muy directa a un cambio de escenario, no ya desde el punto de vista de comercialización, sino de lo que es el producto en sí, y ese cambio será aún más brutal en los próximos años. Yo creo que el sector tiene futuro, pero hace falta otra orientación. Y desde nuestra óptica, se trata de seguir haciendo una apuesta importante para que Jaén y Expoliva sigan siendo los referentes del sector a nivel mundial.

Hablemos de los precios en origen. ¿Cuál debe ser el precio del aceite de oliva en España y quién marca ese precio?

Luis Folque: El precio lo marca la oferta y la demanda; aparte de eso, lo marca España y, en concreto, Jaén. Respecto a cuál debe ser el precio, si preguntas al agricultor español, te dirá que a partir de 2,5 euros. Sin embargo, el agricultor español de la sierra te dirá que por menos de 3,20 no puede subsistir, y el de la campiña lo firma por 2 euros. Pero, ojo, quien teóricamente debería marcar el precio es otra figura de la que no hemos hablado, el consumidor, al que le falta información y muchas veces es el más beneficiado del bajo precio del aceite, pero casi sin saber por qué.

José María Penco: Estoy de acuerdo contigo. Al consumidor realmente se le impone ese precio, no es el que marca el consumidor, y lógicamente está encantado, porque ahorra. Ahora bien, probablemente si el precio fuera otro se consumirían muy parecidas cantidades de aceite de oliva en nuestro país, como demuestran los resultados de nuestras encuestas realizadas aleatoriamente por toda España. Para el consumidor español, el precio justo para el litro de aceite de oliva, sin especificar la categoría, es de 2,6 euros, y esa media se mantiene invariable en los últimos años. Es una pena y una ruina, pero es así, y sin embargo en cualquier provincia de España se encuentra aceite a 2,1 euros, y no se trata de ofertas puntuales. Lo que quiero decir es que el consumidor español estaría dispuesto a pagar más por el aceite de oliva y aunque se produjera una subida moderada de precios, seguiría consumiendo los mismos litros de aceite.

Manuel Parras: Hay que diferenciar entre el precio en origen y el precio en destino. El precio en origen indudablemente lo marca Jaén, si entendemos que lo influencia, mientras que el precio en destino lo marca la gestión de la cadena de distribución, la imagen de cada país o región y el propio consumidor, que repite o no repite. No hay que hablar tanto de oferta y demanda como de comportamiento de la oferta y comportamiento de la demanda. Álvaro Olavarría: Yo no me atrevo a decir cuál debería ser el precio del aceite. No creo que exista una respuesta concreta y única, dependerá de diversos factores (zona de olivar, características de la explotación, tipo de apuesta que se haga...). Lo que sí digo es que en nuestra zona deberíamos estar por encima de 2,4 euros para cubrir costes y dar un resultado positivo en cuanto a calidad. ¿Quién marca los precios? Los precios los marca el mercado español, que es líder en producción, trasladándose al resto de mercados, y dentro de España el peso recae en Jaén, por el volumen de operaciones que se genera. Jaén se resfría y el mundo estornuda.

José Gálvez: Tu pregunta la entiendo al revés. Jaén es el que marca el precio, pero nosotros no hemos pedido esos precios. Es decir, nos lo están comprando a estos precios y, si no, no nos lo compran. Nosotros podemos marcar los precios, pero entonces no venderíamos ni una bota.

Inmaculada Rodríguez: Lo que yo me pregunto todos los días es: ¿Cómo se marca el precio de un producto cuando el que lo está marcando, el que lo tiene, ni siquiera sabe lo que vale? ¿Cuántas cooperativas de esta provincia no saben lo que tienen en la bodega? ¿Cómo vas a conocer el precio de tu producto si no sabes qué producto tienes? Volvemos a lo mismo, a la falta de profesionalización de este sector. Produce la aceituna, consigue un buen aceite y deja en manos de profesionales la venta de ese producto, y si tu cooperativa no dispone de suficiente infraestructura, colabora o fusiónate, haz lo que quieras. Ése es el principal problema.

Álvaro Olavarría: El precio lo marca la oferta y la demanda, y las expectativas. Vivimos de expectativas, que son las que mueven el mercado, y deberíamos tener posiciones y una cobertura a más largo plazo. Lo que habría que preguntarse es si es bueno que exista un mercado de precios tan transparente como el actual, con un mercado de futuros, un PoolRed, en definitiva, que exista tanta información en tiempo real que te permita conocer lo que está ocurriendo en cualquier parte del mundo. En mi opinión, el mercado es excesivamente transparente, con sus ventajas e inconvenientes.

José María Penco: En este momento, por las circunstancias del mercado, el precio lo están marcando los compradores, y está teniendo mucha influencia la falta de liquidez y financiación en las empresas y las cooperativas. Eso está condicionando que tengan que vender al precio que les ofrecen, no queda otra.

Juan Vilar: Las expectativas son importantes, pero hay que tener en cuenta el presente. El precio -que no olvidemos que lo hemos creado nosotros- se fija actualmente en función de dos circunstancias fundamentales. Primero, un problema de oferta porque, además de consumir lo que consumimos, tenemos el 24% del aceite que se consume en el resto del mundo, y eso es trabajar con presión, que además se incrementa por culpa de la actual situación financiera. El olivicultor sólo tiene una manera de obtener liquidez, y es vendiendo al precio que hay: o lo tomas o lo dejas. Y no hay más. Hablemos ahora de calidad y fraude. Recientemente, el ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, aludía a la necesidad de realizar “avances rápidos hacia métodos de análisis más objetivos y precisos, aplicados uniformemente en toda la UE, para detectar los fraudes que dañan la imagen del producto”.

Asimismo, existe en España una corriente importante de productores, cooperativas y asociaciones que apuestan por la calidad y están tratando de diferenciar y poner en valor su producto. ¿Cuál es vuestra opinión al respecto?

Luis Folque: Nosotros trabajamos con el producto que más reglas tiene, muchas más que los demás. Sabemos que, como en todo, hay fraudes. En mi opinión, todas las legislaciones y reglamentaciones deberían ser lo más objetivas y concisas posible para evitar problemas. Por otra parte, está el problema del panel test, que es complicado y un poco subjetivo. Habría que hacer muchos más paneles de cata, más completos y con más matices (marcas, orígenes...), y tener prescriptores de prestigio que influyan en la opinión pública.

José Gálvez: Me resulta curioso que te quejes de que la cata es un poco subjetiva cuando para la compra a granel ya no es tan subjetiva...

Luis Folque: No me has entendido bien. Todos nuestros aceites pasan por paneles de cata oficiales, y además tenemos nuestro propio panel certificado por ENAC. A lo que me refiero es que, desde un punto de vista de legislación, tiene que haber unas reglas que sean iguales para todos, y esa parte de las reglas, al no ser muy clara, origina problemas.

José María Penco: Técnicamente, el único método posible para catalogar un aceite es la nariz humana perfectamente entrenada para ello, y es insustituible, siempre y cuando aceptemos las reglas del juego y cómo se define el aceite de oliva virgen extra. Por eso, creo que cuestionar el panel test es un mal debate para el sector, y de hecho está haciendo mucho daño en el mercado exterior que desde España se cuestione el único método que existe por el momento, cuando en otros países lo están potenciando.

Juan Vilar: La expresión fraude tiene dos vertientes. Una es el propio fraude en sí, y otra muy distinta se refiere a cómo están utilizando ciertos países estratégicamente el fraude. Especialmente uno, Australia, lo digo claramente, que se está equivocando gravemente al desprestigiar el aceite de oliva español para colocar sus millones de kilos de aceituna y aceite. Y es una equivocación porque, a corto plazo, el efecto se va a volver contra ellos.

Manuel Parras: Lo que hay que hacer es profesionalizar y potenciar los paneles de cata, admitiendo la inevitable subjetividad del método.

José Gálvez: Los auténticos catadores profesionales, con nombres y apellidos, que además se dedican a la formación, no son en absoluto dudosos, y lo he comprobado personalmente. Lo que ocurre es que hoy día cualquiera puede impartir un curso de cata y considerarse catador profesional cuando no lo es. Lo que hay que hacer es apostar por los paneles de cata, profesionalizarlos y poner los medios, en lugar de considerar que es algo subjetivo y lúdico que debe ser erradicado.

Álvaro Olavarría: Respecto al tema de la calidad, creo que es un tema que hay que debatir de una vez por todas, pero con las puertas cerradas, hacia dentro del sector, sin altavoces. En segundo lugar, es fundamental consensuar a nivel internacional unas únicas normas y reglas de juego. Una vez que se establezcan y se acepten por todos esas reglas de juego, la Administración tiene que actuar, y actuar en silencio, sin publicidad y sin dar nombres, con sanciones ejemplarizantes, de forma que económicamente nunca interese cometer fraudes. Por último, respecto al análisis sensorial, ojalá encontremos un método químico mediante máquinas que no requiera de análisis sensorial y sea capaz de detectar la ausencia o no de defectos, pero incluso si eso fuera así se debería permitir la creación de una nueva categoría para aquellos que deseamos tener AOVEs testados organolépticamente.

Luis Folque: Para terminar con el tema del fraude, creo que hay una herramienta fundamental que se está utilizando poco, que es la trazabilidad. España es el único productor importante del mundo que dispone de un organismo que controla las partidas y volúmenes del aceite de oliva, la Agencia para el Aceite de Oliva, y podría hacer un esfuerzo mayor en el control de la trazabilidad de los aceites, que sin duda contribuiría a evitar gran parte de los fraudes relacionados con este producto.

Cambiemos de asunto. ¿Qué papel juega la distribución comercial en todo este entorno de crisis, falta de rentabilidad y banalización del producto?

Juan Vilar: El papel de la distribución está claro: ellos hacen sus cálculos y, en función de su cuenta de resultados, dan un paso hacia delante o hacia atrás. Desde mi punto de vista, ellos están haciendo bien su trabajo. A lo mejor quienes no estamos haciendo bien el trabajo somos nosotros. Por otra parte, esto puede empeorar y, de hecho, va a empeorar, porque los cinco grandes distribuidores del mundo no son comunes a todos los continentes. Carrefour es fuerte en Europa, pero no lo es en América ni Oceanía. El problema se agravará si estos cinco se estrangulan y pasan a ser 15 ó 16, convirtiéndose en cinco grandes grupos a nivel internacional. En ese momento pasarán a tener mucho más poder y los precios serán aún más bajos.

Manuel Parras: Los grandes de la distribución son fuertes porque los consumidores compramos mayoritariamente en la gran distribución. Y no olvidemos que estas grandes empresas, en las que se ha permitido una enorme concentración, son y operan como financieras. Es muy discutible si la gran distribución no está atentando contra la defensa de la competencia, que probablemente lo esté haciendo.

Álvaro Olavarría: Si bien todas las cadenas son iguales, el tratamiento que se le da al producto es muy diferente. Hay algunas que lo tratan francamente bien, lo respetan, y hay otras que lo machacan, ésa es la realidad. Por ejemplo, Carrefour maltrata el aceite de oliva, porque una cadena que basa su política comercial en ofrecer permanentemente descuentos y promociones de 3x2 y segunda unidad a mitad de precio no puede tratar bien el producto. En el otro extremo estaría Mercadona, que en mi opinión es la que mejor tratamiento da al aceite de oliva con diferencia. Y si nos vamos al mercado internacional, el tratamiento es común en todas ellas, no por ser un producto exótico o novedoso en determinados países tiene un tratamiento muy diferente, eso sí, con sus matices.

Luis Folque: El comportamiento es el mismo a la hora de la compra; a la hora de la venta, ya no es tan similar, e incluso los márgenes son también distintos. Ya sabéis con qué cadena trabajamos nosotros, creo que su enfoque y su relación con las marcas es distinta y que en los últimos tres años ha llevado a cabo una política bastante positiva en relación al aceite de oliva. Nuestros distribuidores no han entrado nunca en la guerra de precios y ofertones de locura a la que estamos asistiendo actualmente.

José María Penco: Hay una legislación y las reglas de juego están para cumplirlas. Desde AEMO promovemos el mercado justo en el aceite de oliva, que es una tendencia que está obteniendo cierto éxito en otros productos, por ejemplo la leche, en países como Francia, para que el consumidor se identifique con el productor y sepa que cuando compra una botella se está remunerando mínimamente a ese productor. Se trataría de crear un sello común de garantía al que se puedan adherir todas las marcas que lo deseen, a todos los niveles.

Para finalizar, ¿qué posibles soluciones o medidas concretas pensáis que se pueden aplicar para intentar aliviar la difícil coyuntura que vive actualmente el sector?

José María Penco: Hay una cosa clara. La situación es insostenible y el sistema claramente no funciona, por lo que es necesario buscar una solución conjunta, porque estamos trasladando al consumidor un margen que no ha solicitado. Por eso, lo que estamos haciendo en el sector es un harakiri colectivo donde todos perdemos dinero. Seamos inteligentes y hagamos una cadena de valor donde al menos no estemos todos en pérdidas. Respecto a la calidad, nosotros creemos que la calidad no sólo beneficia a los mejores aceites, sino a todos. No se trata de hacer un club de aceites pijos, sino que los vírgenes extra españoles -que son los productos realmente diferenciados respecto a otras grasas- sean la auténtica locomotora del sector, porque ello va a redundar en beneficio del resto de aceites.

Luis Folque: Por un lado, la calidad debe ser una certeza, algo tan natural que se deje incluso de hablar de ello. Por otro, me gustaría incidir en tres aspectos: el control de la trazabilidad, desarrollar lo antes posible el panel test para lograr que sea menos subjetivo y, por último, potenciar la exportación y salir al exterior para buscar los consumidores que permitan que se pueda seguir plantando y vendiendo lo que se ha plantado.

Álvaro Olavarría: En primer lugar, valorizar el producto en todas sus categorías, desde el virgen extra al orujo, mediante una norma única en calidad, promoción (hacer saber) y presentaciones como las que se están haciendo, y un cambio en la percepción de la imagen del producto por parte del consumidor. También hay que hacer una apuesta exterior con profesionales, con apoyo y promoción, es decir, con dinero. Con la situación económica que existe a nivel internacional, nadie va a regalarnos nada, tiene que ser el propio sector el que destine parte de sus ingresos a promoción e I+D+i. Y yo apostaría por la marca España a través de prescriptores con una proyección internacional de éxito, como Rafa Nadal, Fernando Alonso, Pau Gasol, etc. Tenemos una herramienta fantástica y única en el mundo como es la Interprofesional del Aceite de Oliva, con un rodaje de cuatro años que nos permite conocer y aprender de los errores cometidos, y un equipo humano que conoce perfectamente el funcionamiento del sector y que ahora se va a ampliar con profesionales del marketing. Y aprovechar la importancia del turismo en España para crear sinergias que obliguen al canal Horeca a implantar el tapón irrellenable y el correcto etiquetado, nada de genéricos ni anónimos. Por último, la ordenación y concentración de la oferta en todas las zonas productoras de España. Y, por supuesto, tener un poquito de suerte.

Luis Quero: De alguna manera, el éxito de todas las marcas Premium españolas que están ganando multitud de premios en todo el mundo se debe aprovechar para trasladar la visión de que nuestro país ha evolucionado, de que se producen aceites cada vez mejores y se ha avanzado mucho en la producción, la recolección y la mejora de las calidades, y que tenemos capacidad para ofrecer un producto de calidad.

Manuel Parras: Mis conclusiones son claras: vertebración del sector productor, articulación de acuerdos en la cadena de producción-consumo, comunicación identificando segmentos de mercado, internacionalización, aprovechar el canal Horeca -que para determinados productores es el canal ideal-, explorar nuevos canales de comercialización y, sobre todo, algo muy importante: menos ruido y más trabajo, porque, como escuché el otro día, el ruido no hace bien y el bien no hace ruido.

José Gálvez: Principalmente, la unión en la vertiente de la promoción e información a nivel mundial para equiparar la oferta y la demanda, provocando la demanda si tenemos exceso de oferta, pero siempre diferenciando las distintas calidades y segmentando por países. Para provocar esa demanda, lo primero que hay que hacer es inculcar en la gente que el aceite de oliva español es el mejor del mundo. Por otra parte, si realmente existe un problema con el panel test, vamos a resolverlo, no a erradicarlo, porque para nosotros, hoy por hoy, es la única herramienta de que disponemos para poner en valor que lo nuestro es un auténtico zumo de oliva.

Juan Vilar: Es evidente que la situación es mala, pero estoy plenamente convencido de que el futuro del sector está completamente asegurado y, de hecho, yo he apostado y apuesto por él. Hay que dividir las estrategias en dos grandes bloques. El primero es dotar al sector del marco adecuado para su desarrollo, ésa es la función del Estado y las instituciones. La segunda parte le corresponde al sector, que debe establecer una combinación de estrategias de alianzas y de concentración, de promoción, basadas en calidad, en competitividad, etc. Se trata de focalizar, creer en la estrategia que a cada uno le convenga y seguir adelante. No hay más secreto que ese.

Inmaculada Rodríguez: Para mí, las tres palabras clave, que he apuntado al principio, son promoción, profesionalización y concentración. Promoción bien dirigida, profesionalización en el sentido de empezar a pensar y actuar como empresarios, que no siempre se hace, y concentración entendida como un grupo de empresas que se unen para trabajar por un objetivo común, sea granel, envasado o ambas cosas. Hay que profesionalizar el sector desde la base.

Luis Quero: Únicamente me gustaría añadir una cosa más. Los mercados son cada vez más exigentes, y los cambios llevan tiempo, pero no hay que perder el tiempo. Reitero que es muy importante que exista una profesionalización en cuanto a seguridad alimentaria, calidad, etc., porque se está invirtiendo mucho dinero en potenciar esto y sería una pena que cuando se presente la oportunidad nos engañemos con lo que intentamos vender.