En este documento, este organismo destaca que la bacteria es una grave amenaza para la agricultura, el medio ambiente y la economía; y su distribución geográfica se ha ampliado considerablemente en los últimos años, por lo que aboga por realizar esfuerzos coordinados a nivel mundial para evitar una mayor propagación.
Asimismo, la IPPC detalla que la Xylella fastidiosa es una plaga transmitida por vectores que puede conducir a la muerte de las plantas infectadas y, dependiendo de la especie huésped y de la subespecie de la bacteria (fastidiosa, multiplex o pauca), puede inducir a una gama de enfermedades.
En concreto, la Xylella fastidiosa tiene una amplia gama de huéspedes naturales, que incluye muchas plantas herbáceas y leñosas, cultivos y malezas. En este sentido, la gama de acogida cubre más de 350 especies de plantas. Sin embargo, muchas especies de plantas son huéspedes asintomáticos o pueden presentar síntomas varios meses después de la infección, lo que, en su opinión, dificulta el diagnóstico y el manejo.
Según recoge este documento, la reciente expansión del “rápido declive” del olivo en Italia (región de Apulia), causada por el subsp. pauca CoDiRO, cubre aproximadamente 180.000 hectáreas, siendo árboles centarios una parte significativa de la zona infectada. “Teniendo en cuenta la importancia económica, social, ambiental, cultural e histórica de los olivos en la zona del brote así como en el resto de la región mediterránea, el impacto del patógeno en la aceituna es inestimable”, añade.
A su juicio, la gestión de la enfermedad en el campo es "muy difícil" debido a la complejidad de los hospedadores y vectores, por lo que las medidas más eficaces para combatir la enfermedad incluyen: medidas de prevención y/o contención como el uso de materiales de propagación "sanos", la vigilancia temprana y la detección del patógeno, la destrucción de las plantas infectadas y las estrategias de control de los vectores.
