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Tom Mueller asegura que el consumidor estadounidense reserva un lugar destacado a los AOVEs Premium españoles

Tom Mueller asegura que el consumidor estadounidense reserva un lugar destacado a los AOVEs Premium españoles

Por Pandora Peñamil Peñafiel
lunes 14 de abril de 2014, 15:13h

11/04/2014 - Hace dos décadas salió de Estados Unidos rumbo al Mediterráneo. Fue entonces cuando conectó por primera vez con aquel árbol que había conocido en las historias y mitos de su infancia. Al probar su zumo, se abrió ante él un vasto continente repleto de aromas y sabores, de historias pasadas y posibilidades futuras. Es por ello que, desde entonces, dedica su tiempo a viajar en busca de los tesoros escondidos del olivo y a escribir sobre ellos. Si su libro Extra Virginity ya sentó cátedra, su último artículo en la biblia del vino, Wine Spectator (Spain Turns Olives Into Gold), es una declaración de intenciones dedicada a los productores de AOVE español. Nos adentramos en su mundo con un fragmento de la Entrevista publicada en Mercacei Magazine 78.

Recientemente, un artículo tuyo publicado en Wine Spectator (Spain Turns Olives Into Gold) puso en el mapa los AOVEs de alta gama de nuestro país. ¿Es éste el momento de los vírgenes extra españoles?

En realidad, he hecho lo que los italianos llamarían la scoperta dell’acqua calda (el descubrimiento del agua caliente). Los productores españoles cualificados y comprometidos llevan haciendo AOVEs fantásticos durante más de una década. Quizás por ello, Wine Spectator y yo pensamos que ya era hora de honrar a los mejores productores españoles, y estoy emocionado al ver que, al menos algunos organismos del Gobierno español, están de acuerdo -véase la nueva campaña de promoción de la Oficina Comercial española en EEUU, reconociendo a los mejores productores, lo cual para mí es una estrategia clave-.

El hecho es que la calidad del aceite de oliva virgen extra, así como de otros alimentos de primera calidad, se refleja en la imagen de un país. España, siendo un gran Estado en este sentido, merece ser asociado en la mente de las personas a un gran AOVE, no a un aceite a granel de inferior calidad.

 

Para los productores españoles, EEUU es un mercado estratégico y objetivo de numerosas campañas de promoción y comercialización. ¿Cual es, en tu opinión, la percepción y el conocimiento del consumidor americano sobre los AOVEs españoles?

Hasta hace poco, la mayoría de los norteamericanos asociaban el aceite de oliva virgen extra Premium con Italia y, en menor medida, con Grecia. Esto se basaba tanto en la ignorancia general de la media de los consumidores estadounidenses -una gran parte del aceite etiquetado como “italiano” procede en realidad de aceitunas cultivadas en España- como en el hecho de que España producía una gran cantidad de aceite de inferior calidad destinado a venderse a granel. Pero esta situación está cambiando de forma veloz. Los mejores productores españoles se han hecho un hueco, por méritos propios, en la imaginación del consumidor de Norteamérica.

 

En los países mediterráneos, numerosos productores tienen la sensación de que EEUU trata de poner barreras y limitaciones a la exportación de sus AOVEs al mercado americano -los estudios de la UC Davis, el informe Olive Oil: Conditions of Competition between U.S. and Major Foreign Supplier Industries, realizado por la U.S. International Trade Commission (USITC)…- ¿Es esta percepción real? Si es así, ¿cuál puede ser la razón por la que existe esta desconfianza en torno a la calidad, controles y trazabilidad del productor mediterráneo?

Estados Unidos no está erigiendo barreras o restricciones especiales en este sentido. Simplemente está tratando de asegurar que todo el aceite de oliva que los estadounidenses consumen, ya sea nacional o importado, se etiqueta correctamente: si la etiqueta dice “virgen extra”, debe ser AOVE lo que contiene esa botella.

Todos los grandes productores de AOVE españoles que conozco quieren exactamente lo mismo: que se cumplan las normas legales, con el fin de que no tengan que sufrir una competencia desleal por parte de “falsos vírgenes extra”.

Los productores Premium italianos, griegos, portugueses, tunecinos y de otros países que conozco también comparten esta misma cruzada.

Lo cierto es que mucho AOVE comercializado en EEUU no es, en realidad, virgen extra, ya que los estudios realizados por la UC Davis y los informes de consumo de la United States International Trade Commission (USITC) así lo demuestran. Los países europeos reconocen también este hecho. El estudio de 2012 realizado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), y otras investigaciones desarrolladas por la Junta de Andalucía, arrojaron los mismos resultados.

El Plan de Acción de la UE para el aceite de oliva deplora el uso generalizado de aceite desodorizado y está intentando emprender acciones para luchar contra los serios problemas asociados a la baja calidad del aceite de oliva que se están proyectando a nivel internacional, ensuciando la imagen de este sector.

Italia ha aprobado recientemente importantes leyes enfocadas a reducir el fraude en el aceite de oliva y aumentar su calidad. Así que creo, francamente, que existen motivos reales para que los estadounidenses, y todos los demás países, se preocupen por la calidad del aceite de oliva. Esto no es proteccionismo, es realismo.

 

Tom, ¿qué deberían hacer los productores españoles para que sus AOVEs triunfen en EEUU?

¡Producir buenos AOVEs y no renunciar nunca a la calidad! En mi opinión, los productores deberían también destacar sus orígenes, sus raíces, mostrando cómo el aceite conecta con las tradiciones culinarias del lugar donde nace.

Los estadounidenses están ávidos de historia, cultura y tradiciones, cosas que valoran y añoran, pues las echan en falta en comparación con España, y con Europa en general.

 

Se están creando una serie de asociaciones (EVA, QvExtra!) centradas en la promoción y la defensa de la calidad de los AOVEs Premium. ¿Qué te parecen estas iniciativas? ¿Crees que este es el futuro de la comercialización de este producto a nivel mundial?

Creo que estas iniciativas pueden ser muy útiles para explicar a los consumidores -y a los propios productores- lo que es un gran aceite de oliva virgen extra. Lo cierto es que “virgen extra” se me antoja como una categoría demasiado amplia, demasiado laxa. Los parámetros químicos actuales son demasiado ambiguos también. He catado aceites de oliva extraídos de aceitunas que habían permanecido en el suelo más de un mes y tenían un 0,5% de acidez de grasas libres, muy por debajo del límite de 0,8%. Por otro lado, en el ámbito sensorial, la ausencia de defectos es también una mala definición de calidad. Mientras estas organizaciones de las que hablamos realmente se centren en las necesidades de los productores de altísima calidad, creo que pueden jugar un papel importante. Sin embargo, si tratan de convertirse en entidades políticas, codeándose con los grandes -productores de calidad inferior- corren el riesgo de perder de vista la calidad y convertirse en parte del problema, no de la solución.