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Algunas consideraciones sobre el uso responsable de fitosanitarios para el cultivo del olivo

Algunas consideraciones sobre el uso responsable de fitosanitarios para el cultivo del olivo

miércoles 04 de octubre de 2017, 10:58h

Desde Mercacei publicamos el segundo de los artículos de la Guía Prescriptiva de Buenas Prácticas en el Proceso de Elaboración de Aceite de Oliva, en el que cinco profesionales aportan algunas consideraciones sobre el uso responsable de los productos fitosanitarios necesarios para el cultivo y explotación del olivo. Como resumen, los productos fitosanitarios resultan ser productos químicos, a veces necesarios, que utilizados de forma adecuada, en tiempo, fondo y límites permitidos, resultan inocuos para el ser humano y su entono.

Para Rafael López, ingeniero agrónomo y director técnico de IADA Ingenieros, la calidad del aceite de oliva virgen comienza en el olivo y termina en el envasado y presentación del producto. Como toda cadena, cuando se rompe un eslabón, sea en la etapa inicial, media o final, la consecuencia es idéntica, la pérdida de calidad.

Según López, los tratamientos fitosanitarios tienen una influencia capital en la producción de los aceites de oliva vírgenes. Por ello, es fundamental utilizar los productos fitosanitarios adecuados, teniendo en cuenta los coeficientes de reparto y la persistencia. Además, es necesario categorizarlos en función del objetivo a conseguir. Por su parte, los aceites de alta gama han de estar absolutamente exentos de estos productos.

Otro aspecto importante a tener presente, a su juicio, es el criterio y la época de aplicación de los tratamientos. Mención aparte tienen los herbicidas, cuya utilización parcial ha de hacerse con precaución, y en principio usar productos acordes con el objetivo a obtener.

Este experto señala que la Producción Integrada y la implantación de cubiertas vegetales espontáneas o cultivadas es importante para evitar suelos totalmente desnudos, que además de la erosión, tema fundamentalmente en la Cuenca Mediterránea, evitan el uso excesivo de herbicidas y sobre todo en su variante residual.

En dicho ámbito, según Rafael López, investigador de la Universidad de Jaén (UJA) y experto en el análisis de residuos de plaguicidas en alimentos, el uso de productos fitosanitarios es una práctica ampliamente utilizada en el cultivo del olivar con el objetivo de asegurar la producción y el rendimiento de la cosecha. Sin embargo, el abuso de estas sustancias puede ocasionar un riesgo en el caso de que puedan ser transferidas al aceite de oliva sobre todo si no se siguen las dosis recomendadas y se respetan los intervalos de aplicación.

Hoy en día, según López, se emplean multitud de sustancias activas con un amplio rango de propiedades fisicoquímicas. No obstante, la tendencia actual es el uso de plaguicidas de naturaleza polar, que se pueden degradar más fácilmente y, por tanto, son más respetuosos con el medio ambiente. A su vez, son solubles en fases acuosas y fácilmente eliminables, por ejemplo con el agua de las lluvias, por lo que no se transfieren al aceite de oliva durante el proceso de elaboración.

En palabras del doctor Francisco Lorenzo Tapia, licenciado en Medicina y Cirugía y experto en oleocultura, los plaguicidas son potencialmente tóxicos para los seres humanos. Fetos, bebés, niños y adolescentes en crecimiento, embarazadas, madres lactantes y mujeres en edad fértil, son los más vulnerables; y pueden tener efectos nocivos provocando cáncer o acarreando consecuencias para los sistemas reproductivo, inmunitario o nervioso.

Según Lorenzo Tapia, antes de autorizar su uso, se estudian para determinar sus posibles efectos tóxicos, clasificándose en cancerígenos, neurotóxicos o teratógenos. La evaluación de riesgos proveniente de los residuos de plaguicidas en los alimentos, establece un nivel de ingesta seguro. Por eso, las autoridades sanitarias se encargan de hacer cumplir los límites máximos para que la cantidad de plaguicidas a los que estamos expuestos en los alimentos que ingerimos a lo largo de la vida, no tengan efectos dañinos para la salud.

De acuerdo con David Moreno, investigador de la UJA y experto en el análisis de residuos de plaguicidas en alimentos, los plaguicidas utilizados durante el cultivo del olivar presentan un amplio grado de polaridades. En este sentido, aquellas sustancias que presenten una alta polaridad no suelen estar presentes en fases no acuosas como el aceite debido a su escasa solubilidad en dicho medio. Sin embargo, la presencia de residuos de plaguicidas de carácter apolar que pudiesen estar presentes en el aceite no significa un riesgo para los consumidores.

Moreno precisa que diversas entidades y organismos como el Codex Alimentarius y la Unión Europea han establecido normativas para el empleo de estas sustancias, así como límites máximos de residuos (LMRs) permitidos tanto en el aceite de oliva como en las aceitunas. Normativas de obligado cumplimiento y cuyos límites se calculan teniendo en cuenta la dosis recomendada al aplicar el plaguicida y el grado de toxicidad de la sustancia activa, de manera que asegure la seguridad del consumidor.

Como colofón al presente documento, José Ramón López-Agulló, abogado y experto en Derecho Agrario, manifiesta que la responsabilidad como concepto ético en el desarrollo de la actividad profesional y seguridad como certeza en la ausencia de riesgos o daños, es un binomio esencial en la actividad de producción y elaboración de alimentos. Según López-Agulló, hablamos de aceite de oliva como producto que debe elaborarse bajo todos los parámetros de la responsabilidad del productor y de seguridad alimentaria establecidos, pues de lo contrario se derivarían graves consecuencias legales. Más concretamente en los delitos contra la salud pública en el ámbito del comercio, reseñados en el Código Penal.

En palabras de Juan Vilar, uno de los promotores de esta guía, obtener un producto de calidad, que satisfaga de forma adecuada las preferencias del consumidor y, por supuesto, bajo el estricto cumplimiento de la legislación vigente en materia de seguridad agroalimentaria, resulta tarea obligada para todos aquellos que intervienen en el proceso, desde el origen hasta la distribución, todo ello a fin de facilitar el consumo saludable del producto.