Este organismo detalla que las precipitaciones de octubre beneficiaron a los olivares tradicionales de secano -que todavía representan aproximadamente tres cuartos del área total de este cultivo-, constatándose un aumento en el calibre de la aceituna.
En olivares de regadío intensivos y superintensivos, el informe subraya que la gestión equilibrada de los recursos hídricos garantiza la disponibilidad de agua hasta el final de la campaña de riego, lo que ha permitido el desarrollo regular de una carga de fruto considerablemente superior a la observada el año pasado, por lo que se espera un aumento del 20% en la productividad de la aceituna destinada a la elaboración de aceite de oliva.
En el caso de la aceituna de mesa, se espera que este aumento sea aún más significativo con un rendimiento de alrededor de 2 toneladas por hectárea (+35% en comparación con 2018).
Según sus previsiones, la productividad de la aceituna para aceite se situará en 2.475 kilos/hectárea frente a los 2.058 kilos/hectárea de 2018; mientras que en el caso de la aceituna de mesa será de 2.025 kilos/hectárea en comparación con los 1.503 kilos/hectárea de un año antes.
