Jesús García, gerente de Olipe, ha guiado la visita a las instalaciones de la cooperativa que, fundada en 1957, reúne hoy en día a más de 1.000 socios, 400 de los cuales desarrollan producción ecológica desde hace más de 30 años. Olipe gestiona
unas 10.000 hectáreas de olivar ecológico de montaña, de las que unas 300 son de cultivo biodinámico.
Ecovalia ha informado de que se trata de un olivar de alto valor ecológico, integrado en un entorno de gran biodiversidad y que contribuye a mantener viva la sierra -incluso sirve como cortafuegos para incendios forestales-. Este cultivo fija población y genera un impacto positivo en la economía local, tanto para los productores como para jornaleros y negocios de la comarca. Además, sirve de refugio para especies emblemáticas como el lince ibérico, el águila imperial o el buitre negro.
Riesgos y desafíos
La asociación ha destacado que, pese a su valor, el olivar de la comarca afronta graves riesgos y desafíos: los altos costes de producción y la falta de mano de obra dificultan su mantenimiento. En muchos casos, según ha detallado, se trata de explotaciones familiares situadas en zonas de orografía escarpada, en las que apenas puede trabajar maquinaria y todo depende del esfuerzo humano.
Asimismo, según ha afirmado Ecovalia, en las últimas décadas, con producciones muy condicionadas por el clima y de resultados oscilantes, la viabilidad de estos olivares se ha sostenido gracias, en parte, a las ayudas de la Política Agraria Común (PAC). La reforma presupuestaria ahora mismo en debate en las instituciones comunitarias, que propone una reducción del 20% en sus fondos, supone, a su juicio, otra seria amenaza para el futuro de estas explotaciones olivareras.