Entre los pasados 17 y 18 de septiembre tuvo lugar en la sede de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en París, una mesa redonda donde se debatió un documento preparado “ad hoc” titulado “Biocarburantes: ¿es peor la cura que la enfermedad?”, cuya información sirvió de referencia para establecer un foro de discusión en el que muchas delegaciones se posicionaron claramente en contra.<br /><br />Según recoge el Boletín Exterior del Ministerio de Agricultura y Alimentación, en el mencionado documento se pone de manifiesto que la tendencia actual a fomentar los cultivos energéticos puede desembocar en una escasez de productos alimenticios y una agresión a la biodiversidad con unos escasos beneficios.<br /><br />El texto refleja que la utilización de tecnologías de segunda generación se presenta como una solución prometedora aunque están aún en fase experimental, pudiendo ser viable económicamente en unos diez años. Persisten aún serias dudas sobre la utilización a gran escala de residuos de cosechas de biomasa, debido a limitaciones logísticas en el transporte a las grandes plantas transformadoras.<br /><br />Por tanto, las perspectivas económicas para el uso de biocombustibles no parecen muy sólidas y, aunque el potencial de mercado para el uso de estas fuentes energéticas para el año 2050 se acerca al 25% del total de carburantes líquidos, la Agencia Internacional de la Energía lo sitúa en un 13%, porcentaje que sólo repercutiría en una reducción de un 3% de las emisiones de CO2.<br /><br />Por otra parte, las medidas gubernamentales de apoyo y protección a la producción de estas fuentes de energía parecen inadecuadas, ya que no hacen distinción según el sistema de producción o su fuente. Esto implica que se puede estar apoyando la producción de un determinado biocombustible que sea más caro y con más impacto negativo al entorno que los derivados del petróleo convencionales. Tampoco se ha demostrado que este tipo de políticas sean efectivas en la reducción de gases de efecto invernadero ni que incrementen la seguridad de abastecimiento energético.<br /><br />Actualmente, existen áreas donde la producción de biocombustibles es rentable (etanol a partir de caña de azúcar en Brasil) o lo puede ser a corto plazo (Sudeste asiático y Australia). Sin embargo, hay otras donde la producción sostenible a largo plazo parece inviable (Europa y Norteamérica). La liberalización paulatina de los mercados, según el documento de la OCDE, aunque difícil, parece esencial de cara a la consecución de objetivos globales. En palabras de Jacqes Diouf, director general de la FAO, se puede traducir en un incremento de las exportaciones de los países en desarrollo y en una oportunidad para que estos sean capaces de producir su propia energía.<br /><br />Finalmente, en el documento se remarca la necesidad de revisar las políticas de apoyo a la producción, de la unificación a nivel mundial de los sistemas de certificación. También alude a la necesidad de profundizar en la investigación de los efectos beneficiosos en el entorno para cada tipo de biocombustible.<br /><br /> <a href= http://www.mercacei.com/foros/index.php target= “blank”> <b>Opine sobre esta noticia en nuestro foro</b></a><br />