www.mercacei.com
¿Alarma en el olivar o tormenta de verano?

¿Alarma en el olivar o tormenta de verano?

Por Alfredo Briega Martín
jueves 27 de agosto de 2015, 13:31h

26/08/2015 - A punto de concluir agosto, el verano ha dejado noticias importantes para el sector del aceite de oliva. El grave déficit hídrico ocasionado por la ausencia de precipitaciones en los últimos meses ha provocado que en ciertas zonas de Andalucía el fruto se encuentre deshidratado. Y las previsiones no apuntan a que la situación vaya a mejorar a corto plazo. Por otra parte, el precio en origen del aceite ha alcanzado máximos históricos que no se advertían desde febrero de 2006, con un incremento respecto al año pasado que ronda el 60%. Una tendencia alcista cuyo fin se antoja incierto.

A todo ello hay que añadir que, en algunos países de la Cuenca Mediterránea, la producción podría ser notablemente inferior a la registrada en la campaña anterior, ciertamente excepcional. En España apenas queda aceite y, por primera vez en la historia del sector, los envasadores disponen de más aceite que la producción (alrededor de 180.000 t. frente a 150.000 t. a 1 de agosto). Circunstancias que a buen seguro han influido decisivamente en que el precio del aceite se haya disparado por encima de los cuatro euros. Pero, ¿cómo afectará esta situación al consumidor?¿Que consecuencias tendrá en el mercado internacional del aceite de oliva? Mercacei ha hablado con distintos agentes del sector para tratar de aportar luz a una situación inédita que ofrece distintos ángulos y múltiples lecturas.

José María Penco, director técnico de AEMO, señala que “nos encontramos con un año hidrológico en el que en la España olivarera ha llovido un 30% menos que en un año normal. No hay jugo en el suelo”. “Por ello -admite-, la aceituna está deshidratada, a lo que han contribuido también las altísimas y persistentes temperaturas máximas de julio y primera quincena de agosto, que han marcado record históricos”. Un problema que afecta especialmente al olivar de secano y a los que se mantienen con riegos deficitarios, como apunta Francisco Vañó, director general de Castillo de Canena Olive Juice, S.L, que espera una cosecha media-baja atendiendo a los aforos facilitados por algunas asociaciones agrarias, con cifras en torno a los 1,2-1,3 millones de toneladas, y un enlace de campaña practicamente nulo.

Para Álvaro Olavarría, director gerente de Oleoestepa, SCA, “la situación es lamentable. Venimos padeciendo una sequía general en las principales zonas productoras de España agravada por unas inoportunas subidas de temperaturas a mediados de mayo en un momento tan crítico como la floración en el olivar. El resultado ya se está viendo en el campo y supondrá una merma importante en la producción de aceite de oliva que difícilmente podrá recuperarse, incluso con una otoñada temprana”. Más optimista se muestra Luis Torres-Morente, gerente y CEO en Aceites Maeva, que considera que “habrá que esperar a que comience el otoño para valorar si las lluvias de esta estación serán suficientes o no para aliviar a los arboles de su estrés hídrico. Los regadíos están bien y el problema del secano, que está más afectado por la falta de agua, se puede suavizar en gran medida si llueve pronto”.

 

Las lluvias de septiembre

La lluvia, siempre la anhelada lluvia. La clave para que los sufridos olivos puedan aliviar su sed y aumentar así su rendimiento graso. Los olivareros suspiran por un otoño húmedo que redima los males del estío, muy seco y extremadamente caluroso. Juan Morales, agente comercial de J. Morales Navas Comercial Aceitera S.L.U., lo tiene claro. “Las posibles lluvias que caigan en el mes de septiembre son las que marcarán la producción y el futuro de la próxima campaña. El fruto se encuentra en las zonas sin regadío algo arrugado por el verano tan intenso que hemos tenido y las escasas precipitaciones de esta campaña, y el olivo se resiente”. Pero no sólo marcarán la producción, también los precios. “Si las lluvias aparecen de forma normal, los precios se mantendrán algo por debajo de los actuales. Pero si no hacen acto de presencia, el techo sería imposible de predecir”, advierte. En la misma línea se encuentra José María Penco, para quien “las esperadas lluvias del mes de septiembre, si llegan, resultarán claves para la finalización del fruto. Más allá de final de septiembre lo que llueva será bienvenido y necesario… pero para la próxima cosecha”.

Otro broker, Jesús Miranda, socio de The Silver Olive Tree, S.L., aporta la sensación generalizada entre la gente del campo. “A pesar de que el olivo es una planta resistente, necesita agua en septiembre para que el árbol produzca grasa y el fruto gane calibre. La opinión generalizada es que el volumen oscilará entre 1,2 y 1,4 millones de toneladas en función de que las precipitaciones acompañen en el momento oportuno o no”. 

 

Precios en origen

Volviendo a los precios, Miranda no descarta nuevos incrementos en el precio del aceite durante las próximas semanas, ya que “las disponibilidades son muy cortas y, a pesar de que buena parte del aceite está en manos de los envasadores, aún no tienen el stock necesario para cubrir el enlace”. Este corredor añade que “a medio plazo, veo difícil que se mantenga una tendencia de precios al alza, aunque  creo que durante los próximos meses los precios se van a mantener a un nivel similar a la media de este año. Vamos a partir de un enlace prácticamente nulo y la cosecha en España será media, si todo va bien.  Por otro lado, la inercia de las exportaciones que acompañó el inicio de la campaña anterior -veníamos de una cosecha histórica- no tendrá el mismo impulso, con lo que esta campaña las salidas tendrán un ritmo inferior. En estas condiciones, creo que iniciaremos la campaña con precios firmes y a medida que ésta avance y aumente la oferta de aceite, si se confirman las previsiones iniciales, los precios podrían ajustarse a la baja progresivamente”. 

Para Luis Torres-Morente, la tendencia “dependerá de la evolución de la demanda, que en mi opinión seguirá siendo estable. No creo que los precios tengan ya mucho recorrido al alza, pero si no llueve pronto en otoño los precios podrán seguir subiendo”. Por su parte, Francisco Vañó apunta que no parece probable que el resto de los países productores de aceite de oliva de la Cuenca Mediterránea -golpeados en mayor o menor medida por similares inclemencias climatológicas- sean capaces de mitigar la escasa producción española, por lo que considera que los precios de los aceites en origen se mantendrán en los niveles actuales “aunque, posiblemente, con tendencia a una cierta moderación”.    

“No me gusta ser alarmista, porque como siempre la última palabra la tiene el consumidor, que dirá hasta cuánto está dispuesto a pagar”, afirma Álvaro Olavarría. “Pero, en el mejor de los casos, las producciones previstas en España y resto del Mediterráneo serán insuficientes para atender la demanda mundial de los últimos años. Para ajustar ésta a las nuevas disponibilidades los precios se mantendrán muy similares a los de esta campaña 2014/15”. El director gerente de Oleoestepa SCA recuerda que “este mercado es muy sensible a las expectativas” y habla de tres fechas clave o puntos de inflexión en cuanto a los precios en origen del aceite de oliva. “Al inicio de la nueva producción, por disponer de mayor oferta y a la vez de existencias mínimas; al final de enero de 2016, cuando está prácticamente acabada la recolección de la nueva cosecha y conozcamos los volúmenes de aceites producidos para toda la campaña; y, por último, en junio de 2016, donde conoceremos los resultados de la floración y del cuajado de frutos de la cosecha 2016/17”.

 

El consumidor… ¿víctima propiciatoria?

¿Y qué pasa con el consumidor?¿Se convertirá en la presumible víctima de esta coyuntura? Disparidad de opiniones. Mientras Luis Torres-Morente considera que “el consumidor no va a notar nada, ya que los precios en los lineales no reflejan en gran medida la situación real de mercado, ni en el interior ni fuera, y esto no va a cambiar en las próximas semanas”, Álvaro Olavarría opina que “aún quedan por trasladar nuevas subidas a los precios finales de la botella que adquiere el consumidor, tanto en el mercado nacional como internacional, si bien en este último, más lento, es más difícil. En cualquier caso, las consecuencias en ambos mercados no serán buenas y la recuperación de sus efectos será lenta”.

De la misma opinión es Juan Morales, para quien “el mercado se irá regulando cuando los precios se trasladen al consumidor. Todavía existen ofertas de vírgenes con un precio de venta al público de tres euros, mientras que en los mercados de graneles ese aceite se mueve a cuatro euros más IVA. Los precios subirán para el  público y esa tendencia se notará desde el primer día de campaña. Las salidas no podrán ser tan espectaculares como las de este año y se regularán. Al final, como siempre, el mercado corregirá solo la disponibilidad con la salida y el precio”. Jesús Miranda recuerda que “en países como España, donde el aceite sigue siendo un producto reclamo para las cadenas de distribución, el consumidor se ha mantenido un poco al margen de la subida de precios gracias a los fuertes descuentos aplicados, aunque las subidas de los últimos meses sí que han sido trasladadas íntegramente al consumidor y están afectando negativamente al consumo”. 

Francisco Vañó introduce un elemento interesante en el debate. “El hecho de que la industria envasadora haya forzado su política de stocks llenando sus bodegas no hace sino confirmar que los comercializadores -y los operadores del mercado- prevén un horizonte de precios aún más elevados de lo que están en la actualidad”. Vañó puntualiza que “no comparto en absoluto la posición alarmista de algunas voces interesadas que preconizan un descenso radical en el consumo del aceite de oliva si los precios actuales en origen se mantienen, entre otros motivos porque sigue siendo una grasa vegetal con un coste final para el consumidor absolutamente correcto, si valoramos adecuadamente -y somos capaces de seguir trasmitiendo a los consumidores- su procedencia, sus características organolépticas, su proceso de extracción, sus beneficios para la salud, la estrecha vinculación con la preservación del medio ambiente, etc. El consumidor extranjero está más acostumbrado que el nacional a pagar precios bastante más elevados por el aceite de oliva y quizá, paradójicamente, es en muchas ocasiones un consumidor más responsable y consciente que el español. No creo, por lo tanto, que los mercados internacionales sean excesivamente sensibles a esta situación de precios y considero además que la demanda, en el caso del aceite de oliva, no es tan elástica como algunos afirman”.     

Por su parte, José María Penco se muestra convencido de que las consecuencias de estos altos precios “no van a ser positivas para nadie: el agricultor vende más caro, pero tiene escasa producción para servir; el envasador-comercializador sufre para abastecer a sus clientes, a los que teme perder; la distribución resta margen (si le queda) hasta mínimos; y el consumidor menos pudiente no puede satisfacer sus necesidades”. “En cualquier caso -prosigue el director técnico de AEMO- se trata de una situación inevitable que es consecuencia de un desequilibrio entre una oferta vecera y una demanda creciente de un producto como es el aceite de oliva virgen, deseado en cada vez más puntos del planeta”. Penco concluye con una invitación. “Es momento, pues, de reflexionar acerca de una regulación del mercado que permita vivir dignamente a todos los actores de la cadena de valor”.