El pasado año, Testbiotech -una organización sin ánimo de lucro de la industria biotecnológica, que proporciona experiencia científica y técnica independiente- pidió colaboración a Ecovalia y a otras organizaciones representativas del sector ecológico en la Europa mediterránea para un proyecto piloto de investigación sobre el impacto socioeconómico y en la biodiversidad de la introducción de una mosca del olivo genéticamente modificada. Así, nació un grupo de trabajo formado por el propio Testbiotech, la Universidad de Bremen y la Universidad de Vechta, de Alemania; la Organización de Agricultura Helénica (ELGO)-Creta y la Asociación Attiki, de Grecia; Agrobio, de Portugal; y Ecovalia, de España.
Ecovalia ha informado en su página web de que recientemente tuvo lugar en Bremen la primera reunión oficial de este grupo de trabajo internacional, cuyo objetivo básico es demostrar que la liberación de moscas transgénicas para disminuir la población -o incluso acabar con la especie de la mosca del olivo- supondría un punto de inflexión, ya que se verían afectados, de manera irreversible, la diversidad biológica, el equilibrio de los ecosistemas, los sistemas de producción alimentarios y el medio ambiente en general. “Una posible situación experimental real, liberando esta mosca transgénica, supondría llegar a un punto de no retorno, porque no sería viable volver a la situación de partida”, ha señalado la entidad.
Para el sector ecológico, además, según la asociación, la suelta de una mosca modificada genéticamente supondría que ni el aceite de oliva ni la aceituna de mesa podrían ser comercializados como productos ecológicos. “Lógicamente, los olivareros ecológicos rechazan radicalmente esta medida, que supondría el fin de su producción eco, pero en el caso de que los agricultores convencionales usaran esta herramienta biotecnológica, la expansión del insecto a explotaciones ecológicas sería incontrolable, lo que se traduciría en que las aceitunas podrían contener huevos de un organismo modificado genéticamente. Eso haría que los frutos, en ningún caso, pudieran ser comercializados como ecológicos, ya que contendrían trazas de producto transgénico”, ha explicado Ecovalia.
Con el fin de desarrollar esta investigación y demostrar las consecuencias funestas que, para el sector ecológico, tendría la introducción de la mosca biotecnológica, el grupo de trabajo internacional propone crear varios escenarios y modelos teóricos para reflejar los efectos que este insecto modificado genéticamente podría ocasionar en los países del sur de Europa.
La mosca oxitec
Según se puso de manifiesto en la reunión del grupo de trabajo, la empresa inglesa Oxitec ya ha creado una mosca genéticamente modificada, que está lista para su introducción, con el objetivo de terminar con los individuos femeninos de la mosca del olivo, que son los que ponen los huevos en las aceitunas. Ecovalia recoge en su página web que las moscas Oxitec están genéticamente diseñadas para que cualquier descendencia femenina muera en su estado de larva, mientras que la descendencia masculina sobreviva y se continúe apareando. Además, son manipuladas con ADN sintético, que es una mezcla de organismos marítimos, bacterias, virus y otros insectos.
En la cita de Bremen, los representantes de Testbiotech informaron a Ecovalia y al resto de participantes en la reunión de que la compañía Oxitec intentó hace dos años llevar a cabo ensayos de campo con sus moscas en Cataluña sin éxito, ya que el Departamento de Agricultura de la Generalitat de Cataluña denegó su introducción. “Si hubiera sido aceptada habría supuesto un riesgo grave para el medio ambiente, por la probable proliferación incontrolada de organismos transgénicos. Esta introducción al medio natural causaría una reducción sustancial de la población total de especies de moscas en las zonas afectadas; la diversidad biológica se vería gravemente afectada, con todas las posibles consecuencias y efectos secundarios para el equilibrio del ecosistema y los sistemas de producción alimentaria. Además, existe una alta probabilidad de que los genes artificiales terminen estando permanentemente presentes en las poblaciones nativas”, ha precisado la asociación.
En su opinión, los impactos socioeconómicos son “muy negativos y altamente transfronterizos”, lo que significa que “no importa dónde se liberen estas moscas genéticamente modificadas, ya que el riesgo de que estos insectos lleguen a un campo ecológico es muy probable”.
La investigación que desarrollará el grupo de trabajo internacional, con Ecovalia como experto en esta materia y representante español, también considerará el impacto en los consumidores, que tendrían que asumir que el aceite de oliva convencional podría tener trazas de producto transgénico. Asimismo, se incluirán planteamientos éticos, como la conveniencia de provocar la completa extinción de una especie por meros motivos económicos.
La entidad avanzó que para principios de 2018 está prevista una Conferencia en la que se expondrá toda la información compilada hasta el momento, así como los resultados de la investigación que ahora comienza.