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Tapas y AOVE, pareja de éxito

Tapas y AOVE, pareja de éxito

Por Alfredo Briega Martín
viernes 19 de junio de 2020, 10:41h

Con motivo de la celebración ayer del Día Mundial de la Tapa recuperamos este artículo publicado en Olivatessen dedicado a este plato de auténtica cocina en miniatura. Así se definen las tapas, uno de los inventos 100% Made in Spain más exitosos y exportados al resto del planeta que forma parte de la cultura gastronómica española, avalada por siglos de tradición y que vive un momento de gran esplendor. La tapa, como el aceite de oliva virgen extra, es cool, está de moda. Viva la cocina de la amistad. La tapa es de todos.

“Pequeña porción de algún alimento que se sirve como acompañamiento de una bebida”. Así define la Real Academia Española (RAE) la tapa, una de las grandes enseñas gastronómicas Made in Spain. Este bocado genuinamente español es un claro referente de su riqueza, variedad y alta calidad gastronómica. La tapa se disfruta en los bares, cafeterías y restaurantes y está presente en la barra de todos ellos, convirtiéndose así también en uno de los emblemas de la hostelería.

Las tapas han experimentado una gran diversificación e innovación con el paso del tiempo. Además de las típicas aceitunas en todas sus variedades, las patatas fritas, los frutos secos y el pan con fiambres y embutidos, el concepto ha evolucionado hacia miniplatos y guisos típicos servidos en pequeñas porciones o elaboraciones mucho más sofisticadas donde se impone la calidad de la materia prima -generalmente de procedencia autóctona- y la técnica reclama también su cuota de protagonismo. El universo de posibilidades es infinito, tanto como los propios ingredientes -si acaso lo dulce es lo único que no tiene cabida-. No existe un canon que mencione nada acerca del tamaño de la tapa, pero en la mayoría de los casos alcanza unos cuantos bocados. Algunas de ellas incluso poseen denominación propia: pincho moruno, gambas en gabardina, banderillas (gildas), montadito o serranito... En muchos locales el hecho de bautizar con nombres curiosos a las tapas más elaboradas o que gozan de mayor aceptación entre la clientela es una práctica habitual, captando de inmediato la atención del público. Y es que la tapa constituye un terreno fértil para la imaginación, no sólo en el proceso de elaboración, sino en su propia denominación.

Las tapas mezclan el concepto de comer con el de socializar, de ahí que la tapa esté intrínsecamente unida al acto de tapear y el tapeo se haya convertido en una costumbre tan arraigada entre los españoles. Los bares y restaurantes, entendidos como lugares de reunión, se antojan el espacio o hábitat ideal para la tapa. De aquí surgen los verbos tapear (comer de tapas) e ir de tapas (recorrer de forma itinerante diversos bares en busca de tapas).

El asunto de la “verticalidad” -es decir, tomar la tapa de pie y en grupo- se debe a su condición de tentempié rápido y a su carácter claramente informal. Los más puristas sostienen que la tapa, para ser considerada como tal, debe tomarse como aperitivo entre las comidas principales del día. En la actualidad, la tapa es un elemento plenamente introducido en la cultura gastronómica española que también se contempla como complemento o incluso sustituto de la tradicional comida de mesa y mantel. Por no hablar de la gran proliferación de bares o restaurantes de tapas, implantados con éxito por todo el mundo, cuyas creaciones culinarias no desmerecen en absoluto a otras propuestas más tradicionales. Las tapas incluso son ofrecidas en los banquetes de recepción a los más altos dignatarios del mundo (los denominados tapas meeting). Es aquí donde el fenómeno tapa entronca claramente con la alta cocina en miniatura, uno de cuyos principales impulsores ha sido el gran chef catalán Ferran Adrià, quien los emplea como entradas.

Un poco de historia

Pero, ¿de dónde procede el término tapa?¿cuáles son sus orígenes? El uso de este vocablo tiene un origen incierto. La versión más extendida afirma que nació en el siglo XIII durante el reinado de Alfonso X el Sabio, quien a causa de una enfermedad se vio obligado a tomar pequeños bocados entre horas con pequeños sorbos de vino. Una vez repuesto, el monarca dispuso que en los mesones de Castilla no se despachara vino si no era acompañado de algo de comida. Una medida que también buscaba que la ingesta de alcohol no ocasionara malestares físicos, sobre todo a aquellos que bebían y no tenían suficiente dinero para pagarse un buen plato de comida.

Cuando en toda España se generalizaron las "botillerías" y "tabernas", la provisión del Rey Sabio continuó vigente. Y por esta razón, el vaso o jarro de vino se servía tapado con una rodaja de fiambre, o una loncha de jamón o queso, que tenía dos finalidades: evitar que cayeran impurezas o insectos en el vino y facilitar al cliente empapar el alcohol con un alimento sólido, como aconsejaba el monarca. Por tanto, éste fue el origen del nombre de esta tradición española tan arraigada, la tapa, el alimento sólido que tapaba el vaso de vino.

Día Mundial de la Tapa

Existen dos tipos de tapas: frías y calientes. Rutas de tapas. Concursos de tapas. Guías de bares de tapas. Y, cómo no, el Día Mundial de la Tapa (World Tapas Day), con cientos de actividades -degustaciones de tapas, presentaciones gastronómicas, tours, workshops, showcookings a cargo de algunos de los mejores ches españoles, concursos, jornadas, acciones en mercados locales- ideadas para honrar un símbolo de la gastronomía española.

Una fecha -el tercer jueves de junio de cada año- que a partir de ahora está marcada en rojo en el calendario de foodies y amantes de la gastronomía y el estilo de vida español. El objetivo no es otro que lograr que esta celebración se convierta en un evento anual de repercusión internacional referido a la Marca España, a imagen y semejanza de lo que, por ejemplo, St. Patrick’s Day representa respecto a Irlanda.