Durante los años 80 renovó los apartamentos privados del presidente francés François Mitterrand en el Palais de l’Elysée, fue el responsable de la decoración de los interiores de los hoteles Paramount y Royalton de Nueva York, participó en la construcción del Groningen Museum en los Países Bajos y construyó el edificio de oficinas Le Baron Vert en Osaka. Sólo por citar algunos de los cientos de proyectos en los que ha participado, y sigue haciéndolo en la actualidad, este genio también inventó el exprimidor de limones más famoso del mundo -todo un icono de los años 90- y se atrevió a crear una lámpara cuyo pie es un fusil de asalto bañado en oro. Por si todavía no lo saben, me refiero a Philippe Starck. ¿Y por qué hablamos ahora de él? Porque acaba de firmar uno de los proyectos más alucinantes e innovadores de nuestro sector: LA Almazara-LA Organic, un proyecto de oleoturismo único en el mundo situado a tan solo 2,5 km. de Ronda (Málaga). De hecho, el pasado 6 de septiembre los responsables de la firma pusieron la primera piedra de un centro que espera atraer a 170.000 visitantes al año y que consistirá en un edificio realizado con materiales reciclados y con la tecnología más vanguardista enfocada a la producción de AOVE orgánico, que será también utilizado para temas relacionados con la cultura, la educación y la investigación. Y para que se hagan una idea de lo onírico del proyecto, les daremos una pista: ¡la fachada tiene ojos y cuernos! Una locura... Lo cierto es que si este proyecto se hubiese inaugurado en otro sector habría copado las portadas de todos los medios generalistas y hubiese recibido los aplausos y la admiración de diestro y siniestro. Pero la realidad es, a veces, bien distinta de lo que imaginamos. Para muestra, un botón: el mismo día en el que publicamos la noticia, la compartimos también en redes sociales, como es habitual. Las reacciones fueron de lo más variopintas. Si bien la mayoría de gente (¡gracias a Dios!) mostró su sorpresa y agrado, hubo alguno que otro que demostró que acarraeamos todavía importantes lastres (y complejos) de los que tenemos que desprendernos cuanto antes. “Dejaros ya de tanta tontá”, decía uno de los comentarios del post. Un poco más tarde, otro señor (de cuyo nombre no quiero acordarme, como Don Quijote) jaleaba: “Pues esta tontería significa 4 euros más por botella de lo que en realidad vale”. Finalmente, otro susodicho sentenciaba: “Amén primo.... tontás”. Porque, definitivamente, las abreviaturas están de moda; e insultar, también. Y yo me pregunto: ¿cuándo estará de moda en este sector dejar de criticar al que intenta innovar y, para variar, intentar hacer lo propio?