La idea de la “Declaración de Meknès” a favor del olivo nació en el seno de los debates mantenidos durante la celebración de la 22ª sesión de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP22) que tuvo lugar en Marrakech (Marruecos) del 7 al 18 de noviembre de 2016. Partiendo de la historia, la leyenda del olivo, los datos técnicos del cultivo y el estado de las innovaciones tecnológicas en el sector olivarero, las siguientes consideraciones centraron esta iniciativa:
Además, en los últimos cinco años hemos asistido a un aumento de la alternancia de la producción, un fenómeno poco habitual que ha alcanzado el 35% a nivel mundial y más del 70% en determinados países productores -como es el caso de este año-. Varios factores son la causa de este fenómeno, entre ellos las alteraciones fisiológicas de la floración, las enfermedades o las sequías acentuadas, que son el resultado de fenómenos climáticos nuevos y poco conocidos. Paralelamente a esta constatación, el olivo es el árbol de los beneficios por sus virtudes sobre nuestra salud y la de las generaciones futuras, en particular por su papel social y económico y su prometedor mercado a nivel internacional donde el aceite de oliva representa sólo 3% del mercado de grasas, y solo el 5% de la población mundial consume este producto. Más que nunca, el olivo y el desarrollo sostenible son inseparables. El futuro de la especie mediterránea milenaria por excelencia y de todo su sector debe concebirse en esta perspectiva para mejorar su competitividad.
En consecuencia, el olivo, con buenas prácticas agrícolas e industriales, es un vector de desarrollo sostenible y una fuente de energía renovable para las generaciones futuras. Dicho desarrollo sostenible se basará en la protección del medio ambiente y los recursos hídricos, la reducción de los gases de efecto invernadero y la dependencia de los combustibles fósiles, la creación de una economía circular, el empleo y, en general, el desarrollo económico y social sostenible de los territorios olivareros.
Salvaguardar el “Patrimonio del Olivo” es más que nunca un deber y un reto para toda la región mediterránea y para todos los países productores y consumidores (55 países productores y 175 países consumidores) ante los retos actuales y futuros del sector oleícola en el plano agronómico, industrial, turístico, cultural, etc. Es necesario apoyar con fuerza las funciones no productivas de la olivicultura tradicional y reconocer el papel de los agricultores en la protección -a través de su trabajo- de los bienes y valores de interés colectivo, que protegen la originalidad de los olivares como paisajes maravillosos y como fuente económica. El olivo es “un regalo útil para la humanidad” que debemos salvaguardar, desarrollar y potenciar para las generaciones futuras tanto en el Mediterráneo como más allá. Éstas fueron las motivaciones de los promotores de esta iniciativa (RECOMED, la Fondation “Routes de l'Olivier”, la Associazione Nazionale Città dell'Olio, la Asociación Española de Municpios del Olivo (AEMO) y Agro-pôle Olivier Meknès), para que sea impulsada como solución climática en las distintas cumbres de la COP y en la Agenda de Soluciones Climáticas para el Mediterráneo. El olivo debe ser considerado como garante de la biodiversidad y vector imprescindible del desarrollo sostenible y de la lucha contra el cambio climático, así como fuente de energías nuevas y renovables para la lucha contra la contaminación atmosférica, con una huella de carbono muy elevada.