En la actualidad, la mecanización agroforestal está marcada por cuatro pilares fundamentales: la calidad de las operaciones, el respeto a las condiciones medioambientales, la apuesta por la seguridad y salud de los operadores, y la formación.
¿Cómo se ha abordado desde vuestras empresas el viaje hacia la transformación digital? ¿Y cómo enfrentáis la tradicional resistencia al cambio del sector?
Y luego tenemos la agricultura de precisión, donde hablamos de la gestión del dato, de los mapas de rendimiento, de la dosificación variable... y eso también es el presente. Respecto a las resistencias del agricultor, creo que todos estamos concienciados de que la principal forma -o quizás la única- de afrontar los retos que tenemos de falta de mano de obra, de costes de producción o de regulaciones es la tecnología, la agricultura de precisión. A partir de ahí, se trata de ser capaces de llevar esa tecnología al mercado. Por eso no creo que haya tanta resistencia al cambio, pero lo que sí recomendamos desde John Deere es que este no es un viaje que se haga de 0 a 100 en 10 segundos; es un viaje de digitalización que hay que hacer paso a paso, que supone un cambio cultural para las organizaciones, las explotaciones agrícolas y los operarios, y que requiere muchísima formación.
John Deere Parla Innovation Center es el primer centro de innovación específico para cultivos de alto valor que John Deere ha desarrollado en Europa. ¿Qué innovaciones estáis desarrollando en este centro y cómo se trasladan a los agricultores?
El Centro de Innovación nació para hacer más rentables y sostenibles los cultivos gracias a la tecnología
Jaime Muguiro: Cuando inauguramos el Centro de Innovación hace dos años y medio la visión fue la de incrementar la rentabilidad y sostenibilidad del productor de cultivos de alto valor a través de la adopción y la utilización de la tecnología. Tenemos dos centros, uno en Parla y otro en California, y lo que se hace en ellos es validar los conceptos que salen fruto del esfuerzo y las inversiones de John Deere en I+D, y de los proyectos surgidos en colaboración con otras empresas del sector y start-ups. Ejemplos muy claros de ellos son el atomizador 100% autónomo GUSS, que hemos estado probando en los campos de España y Portugal para ver cómo se adaptaba a las condiciones del olivar y del almendro, principalmente; y Smart Apply, un sistema de dosificación variable en función del volumen de copa de árbol que permite acoplarse a cualquier atomizador. Uno resuelve el problema de la falta de mano de obra y el otro, los costes de producción de un kilo de aceituna. Hablamos, por tanto, de un ecosistema abierto de colaboración y estamos encantados de recibir las llamadas de los productores y validar conceptos con ellos.
New Holland ha liderado el desarrollo de cosechadoras cabalgantes para olivar en seto, un sistema que ha transformado la recolección en plantaciones superintensivas. ¿Estáis trabajando en incorporar tecnologías como los monitores de rendimiento de cosecha?
La máquina cabalgante autopropulsada, aún en desarrollo, es clave para afrontar la futura escasez de mano de obra en el olivar
Javier Lodares: La cabalgante es muy importante para New Holland y un producto del que estamos muy orgullosos, pero no queremos quedarnos sólo en los monitores de rendimiento o mapas de prescripción. Muchas veces nos centramos en buscar un rendimiento por kilo y no nos damos cuenta de que eso no nos va a dar la solución. Lo importante es que exista una correlación con el resto de acciones que estamos realizando. Antes de llegar a los mapas de prescripción en esta evolución de la agricultura de precisión es necesario seguir cinco puntos: saber dónde estoy (tener sistemas de GPS), saber por dónde estoy pasando (trazabilidad), qué es lo que estoy haciendo (cuadernos digitales), cómo lo estoy haciendo (mapas de rendimiento o mapas de vuelo con drones) y, por último, cómo puedo mejorar lo que estoy haciendo. Es decir, no podemos pensar en un mapa de prescripción si no tengo un GPS.
Kubota ha presentado varios modelos de robots autónomos. ¿Cuáles son los desarrollos en el ámbito de la robotización y qué viabilidad se vislumbra a día de hoy?
La sensórica será clave para mejorar la eficiencia en cultivos de alto valor como el olivar en los próximos años
Diego Martín: Cada semana vemos un nuevo robot autónomo para la agricultura. Desde Kubota lo dividimos en tres pilares: el primero sería un tractor convencional que convertimos en una unidad autónoma mediante un kit especial y específico para cada serie o modelo. El segundo se refiere a máquinas autónomas para tareas específicas y diferentes cultivos, cuyo primer prototipo, Kfast, fue presentado en 2024 bajo la marca Pulverizadores Fede, una compañía del Grupo Kubota Corporation, y del que estamos finalizando su desarrollo y certificaciones para lanzarlo comercialmente en 2026. El tercer pilar es una máquina autónoma portaherramientas, por ejemplo Robotti Made for Kubota, con cinco unidades trabajando en Europa, destinada principalmente a cultivos hortícolas, que es una herramienta muy útil y polivalente que va a mejorar la eficiencia, ayudar a reducir costes y cubrir la falta de mano de obra en el campo.
Moresil es una empresa cordobesa que toca todas las tipologías de olivar: tradicional, intensivo y superintensivo. ¿Qué desarrollo atisbas en la maquinaria utilizada en estos sistemas en los próximos años?
Moresil apuesta por la digitalización para simplificar el trabajo agrícola, reducir errores y aumentar la rentabilidad
Fco. José Moreno Toscano: En Moresil llevamos más de 40 años fabricando maquinaria para olivar. Sea cual sea la tipología y marco de plantación, el problema transversal a solventar es la mano de obra. Todo lo que sea transformable, adaptable y mecanizable va a tener éxito. Pero hay que ofrecer soluciones no sólo al superintensivo, sino al resto del olivar: buggies con paraguas, barredoras… Intentamos desarrollar productos con una serie de automatizaciones que permitan a cualquier operario sin excesiva experiencia o formación ser capaz de manejar la máquina. En definitiva, se trata de reducir costes y mano de obra, y mejorar la rentabilidad de los agricultores.
Para finalizar, ¿algo más que queráis aportar?
Jaime Muguiro: Dos temas: uno, los nuevos sistemas de propulsión, podríamos hablar mucho de electrificación en la agricultura; y otro, pensando en los 2.000 millones de dólares que John Deere invierte al año en I+D, cómo nos aseguramos de que llegan al agricultor. En nuestro caso, como en el del resto de mis compañeros, es a través de la red de concesionarios, cómo el concesionario es capaz de llevar esa agricultura de precisión al agricultor a través del asesoramiento y el nivel de especialización.
Javier Lodares: Por mi parte, una de las claves es esta economía colaborativa: la intención no es que cada agricultor tenga que hacer una inversión enorme, sino que pueda tener acceso, a modo de marketplace, a soluciones de terceras empresas que puedan hacer uso del dato, que es propiedad del agricultor, quien lo tiene que gestionar con ayuda de la maquinaria. Por último, creo que el concepto de la máquina cabalgante autopropulsada no está acabado, sino en proceso de desarrollo, y que es la solución para minimizar la falta de mano de obra que tendremos en el futuro no sólo en el olivar, sino en otros cultivos.
Fco. José Moreno Toscano: En Moresil seguramente centremos nuestros esfuerzos el próximo año en desarrollar la cabalgante para más cultivos y ofrecer novedades en lo que se refiere a los vehículos autónomos.
Diego Martín: Creo que la sensórica aplicada a los diferentes cultivos de alto valor, entre los que destaca el olivar, y cómo utilizar la información de esos sensores para mejorar la eficiencia; así como el cuidado del medio ambiente y la reducción de costes, van a ser aspectos clave en los próximos años. En 2026 y 2027 todas las marcas lanzaremos nuevos productos al mercado, innovadores y bastante revolucionarios.