En cultivos leñosos como el olivar, el almendro, el viñedo o los cítricos, las cubiertas vegetales constituyen una de las herramientas más eficaces para potenciar la biodiversidad de enemigos naturales. Su implantación aporta múltiples beneficios, según ha informado la Red de Alerta e Información Fitosanitaria de Andalucía (RAIF).
La RAIF ha precisado que las cubiertas ofrecen refugio y lugares de reproducción para depredadores como arañas, sírfidos, crisopas y carábidos, manteniendo poblaciones estables durante todo el año.
Asimismo, señala que las plantas espontáneas o sembradas promueven la presencia de insectos auxiliares al proporcionar recursos tróficos en momentos en que el cultivo leñoso no los ofrecen; y actúan como corredores ecológicos dentro de la parcela, facilitando el movimiento de enemigos naturales hacia el dosel del cultivo donde se encuentran las plagas.
A su juicio, un suelo vivo mantiene condiciones más favorables para la actividad de artrópodos benéficos, además de mejorar la infiltración de agua, estructura y contenido de materia orgánica.
También apunta que las cubiertas reducen la presión de determinadas plagas gracias a que favorecen una mayor presencia de depredadores generalistas y parasitoides.
Para la RAIF, el manejo debe ser compatible con la fauna auxiliar, evitando desbroces totales en momentos críticos y manteniendo especies clave para su desarrollo.
Fomentar la biodiversidad de enemigos naturales
La RAIF destaca que es muy importante fomentar esta biodiversidad de enemigos naturales y para ello se puede actuar desde muchos y variados puntos.
Los distintos enfoques de actuación son diversificación del paisaje agrícola, con márgenes florales, islas de biodiversidad y setos con especies melíferas; cubiertas vegetales: espontáneas o sembradas, adaptadas a la zona del cultivo, a la disponibilidad hídrica y a las labores del cultivo; uso responsable de fitosanitarios: priorizar materias activas selectivas y aplicaciones estratégicas para minimizar el daño a la fauna auxiliar, aspecto fundamental en la GIP; e infraestructuras ecológicas: favorecer refugios, zonas sin laboreo, muros, árboles aislados y elementos que favorezcan el hábitat de depredadores y parasitoides.
Enemigos naturales
La RAIF explica que cuando se habla de biodiversidad de enemigos naturales, se hace referencia a la variedad de organismos (depredadores, parasitoides, patógenos y otros agentes biológicos) que regulan de forma natural las poblaciones de plagas. En su opinión, su conservación y mejora son esenciales para la Gestión Integrada de Plagas y para la sostenibilidad de los agroecosistemas (ecosistemas naturales modificados artificialmente por el ser humano), sobre los cuales se ha ejercido una gran transformación y presión de selección en relación con los organismos que originalmente los constituían, al favorecer el equilibrio biológico y reducir la necesidad del uso de productos fitosanitarios.