Entre los principales hallazgos destaca que los adolescentes que siguen una Dieta Mediterránea equilibrada -rica en frutas, verduras, legumbres y aceite de oliva- y que practican ejercicio regularmente, presentan mayores niveles de motivación intrínseca: disfrutan más del ejercicio, participan con más ganas en clase y desarrollan actitudes más positivas hacia el deporte.
Por el contrario, aquellos con baja adherencia a la Dieta Mediterránea mostraron una mayor desmotivación, especialmente entre los chicos. Las diferencias de género también fueron significativas: las chicas mostraron una motivación más relacionada con el cuidado de la salud, mientras que los chicos participaron más por motivos externos (como la competencia o la imagen corporal) y fueron más propensos a la desmotivación si tenían malos hábitos.
El estudio pone de manifiesto la importancia de impulsar programas educativos que integren actividad física y educación nutricional desde edades tempranas, con un enfoque interdisciplinar y adaptado a las características de cada grupo.
Los investigadores han defendido que la Educación Física no sólo mejora la salud física y mental, sino que puede ser una herramienta clave para construir hábitos saludables que perduren en el tiempo.