1. Aplicación preventiva y oportuna
Es fundamental aplicar fungicidas de manera preventiva, especialmente antes de lluvias prolongadas, ya que la humedad elevada y las temperaturas moderadas favorecen la proliferación de hongos. Por ejemplo, en cultivos como los almendros, se ha observado un aumento de la mancha ocre bajo estas condiciones.
2. Selección adecuada del fungicida
Optar por fungicidas con alta resistencia al lavado es crucial durante épocas lluviosas. Se recomienda atender a las instrucciones de uso del producto para respetar el número de horas antes de la lluvia para asegurar su eficacia.
3. Cobertura completa y uniforme
Asegurar una cobertura uniforme en todas las partes de la planta es esencial. Las zonas más susceptibles, como el envés de las hojas y los puntos de crecimiento, deben recibir especial atención para prevenir infecciones.
4. Monitoreo de condiciones climáticas
Es vital programar las aplicaciones considerando las condiciones climáticas. Evitar aplicaciones antes de lluvias inminentes reduce el riesgo de que el fungicida sea lavado, disminuyendo su efectividad. Además, la alta humedad y temperaturas suaves post-lluvia pueden incrementar el riesgo de enfermedades.
5. Uso de acondicionadores de agua
Durante períodos de lluvias, el agua puede contener cationes que interfieren con la eficacia del fungicida. El uso de acondicionadores permite el secuestro de estos cationes, garantizando una aplicación más eficiente.
6. Estrategias de ventilación y calefacción
En cultivos bajo invernadero, es esencial gestionar la humedad para prevenir enfermedades fúngicas. Calentar y ventilar adecuadamente reduce los niveles de humedad y la esporulación de hongos, creando un ambiente menos propicio para su desarrollo.
7. Alternancia de fungicidas y manejo integrado
Para evitar la resistencia de los patógenos, es recomendable alternar diferentes modos de acción de fungicidas. Además, integrar prácticas culturales, como la eliminación de material vegetal infectado y el uso de variedades resistentes, complementa la eficacia de los tratamientos químicos.
Según la RAIF, omplementar estas prácticas durante períodos lluviosos ayudará a mantener la salud de los cultivos y a maximizar la eficacia de los fungicidas, garantizando una producción agrícola sostenible y rentable.