Los mercados, como si se tratase de un mar en calma durante los días de verano, se mantenían sin movimiento, a la espera de saber si se reactivarían las operaciones durante el mes de agosto, como ocurrió el año pasado. Mientras tanto, la falta de actividad producida por una demanda desaparecida pasaba factura en las cotizaciones, que caían en todas las provincias.