El Instituto Europeo de la Alimentación Mediterránea acogió durante los días 15 y 16, las Jornadas de Nutrición Práctica que. Organizadas por Dietecom en colaboración con el Instituto Europeo de la Alimentación Mediterránea, analizaron el papel de las grasas alimentarias en la salud cardiovascular y, en particular, de los ácidos grasos trans (AGT). <br /><br />Raquel Bernacer, nutricionista de Unilever, profundizó en los tipos de grasas alimentarias y la evolución en las investigaciones para mejorar la salud cardiovascular de la población. El Dr. Miguel Ángel Martínez González, Catedrático y Director del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra, comentó algunas de las falsas creencias acerca de este nutriente. <br /><br />Por su parte, el Dr. Pedro Mario Fernández San Juan, Jefe de Componentes y Aditivos del Centro Nacional de Alimentación de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Ministerio de Sanidad y Consumo), alertó del contenido de AGT en algunos alimentos destinados a la población infantil. <br /><br />Según Raquel Bernacer, el consumo de aceites y grasas ha evolucionado enormemente, tanto en cantidad como en calidad, desde la aparición del hombre. Y es que hemos pasado de consumir desde un 15-20% de la energía total en forma de grasa hasta más de un 40% en las sociedades desarrolladas. Las recomendaciones actuales de consumo de grasas para la población española se encuentran en un 30% del valor energético total (VET), pudiéndose llegar a un 35% cuando esta diferencia proviene de grasas monoinsaturadas. <br /><br />El Dr. Martínez afirma que la evidencia científica más solvente, que es la obtenida de estudios que valoran, como resultado final, la incidencia de eventos clínicos “duros” (muertes cardiovasculares, nuevos infartos, nuevos casos de cáncer, nuevos diagnósticos de diabetes, nuevos casos de fracturas) muestra que reducir la ingesta total de grasa no aporta prevención. El experto explica que los hallazgos de los mejores estudios epidemiológicos y observacionales, como son el estudio de los profesionales sanitarios, cohorte con más de 50.000 varones (Ascherio, BMJ 1996) y la cohorte de las enfermeras, con más de 120.000 mujeres (Hu, N Engl J Med 1997 y Oh, Am J Epidemiol 2005) se vieron corroborados después por el mayor ensayo aleatorizado de nutrición que se haya hecho jamás, el cual incluyó a más de 48.000 mujeres asignadas al azar a dieta baja en grasa o control, en el cual no se observó ninguna diferencia significativa en cuanto a la incidencia de enfermedad cardiovascular tras ocho años de intervención (Women’s Health Initiative, Howard, JAMA, 2006). <br /><br />La mejor evidencia epidemiológica disponible concluye que el consumo de alimentos muy ricos en grasa, como son los frutos secos, el aceite de oliva o los pescados grasos, se asocia con un menor riesgo de desarrollar muerte súbita, infarto de miocardio, accidentes cerebrovasculares u otras manifestaciones de enfermedad cardiovascular, por lo que, en opinión del experto, el mensaje científicamente adecuado sería el de procurar aumentar el consumo de grasas saludables. Asimismo, Martínez apunta que la primera recomendación que debería darse a la población es el de mantener un índice de masa corporal inferior a 22 kg/m².<br /> <br />Raquel Bernacer explica que nuestro organismo necesita un aporte diario de grasas, por lo que llegar a un equilibrio en la alimentación es fundamental y explica que es importante diferenciar los distintos tipos de grasas alimentarias. Sobre estas, la nutricionista Raquel Bernacer ha señalado que la industria alimentaria, consciente de los efectos negativos que sobre la salud tienen el exceso de grasas saturadas y trans ha realizado numerosos esfuerzos en la mejora del perfil lipídico de sus productos, con alternativas que disminuyen la formación de trans. <br /><br />Por su parte, el Dr. Fernández ha explicado que los AGT se originan principalmente a partir de la hidrogenación catalítica de los aceites comestibles y se encuentran, en mayor medida y por este orden, en alimentos tales como las palomitas de microondas, patatas fritas de hamburguesería y sopas deshidratadas. Con un menor contenido en AGT podemos encontrar algunas margarinas, hamburguesas, pizzas, bollería industrial o helados. Por último, aún en menor proporción, tenemos determinados snacks, galletas y salchichas. También la leche, sus derivados y la carne de animales rumiantes contienen estos ácidos (concretamente el ácido trans-vaccénico C18:1t, n-7) pero de forma natural, es decir, no han sido sometidos a hidrogenación catalítica. <br /><br />Los tres expertos coinciden en que, en el contexto de una dieta variada y equilibrada en adultos sanos, todos los alimentos tienen un lugar. Pero les parece prudente restringir la ingesta de los alimentos con mayor contenido en AGT en personas con determinadas patologías, así como en la población infantil. <br /><br /><a href= http://www.mercacei.com/foros/index.php target= “blank”> <b>Opine sobre esta noticia en nuestro foro</b></a><br />