Borges refuerza su apuesta por la biodiversidad en el entorno agrario

Las metodologías implementadas (observación directa, recuentos, nidos y trampas, etc) son estándares sencillos y asequibles aptos para público no especializado. Por ello, el proyecto pretende involucrar y sensibilizar directamente a los agricultores que son los principales implicados en hacer el seguimiento en la propia finca, a pie de campo.

El proyecto empieza con 21 fincas piloto, entre las cuales Borges International Group colabora con la finca Mas de Colom (Tàrrega). Su objetivo también es demostrar cómo la biodiversidad, además de ser necesaria y una garantía de futuro para la agricultura y la seguridad alimentaria, puede ser sencilla de aplicar y controlar. Todo ello contribuirá además a garantizar el suministro de materias primas de forma sostenible y trasladarlo a la cadena de valor, según la empresa.

Plan de Acción para la Biodiversidad

En esta misma finca, la empresa está implementando también el Plan de Acción para la Biodiversidad elaborado junto a la Fundación Global Nature mediante el cual se pretende preservar y aumentar la biodiversidad a través de prácticas que contribuyen al secuestro de carbono, a la reducción de la erosión y a la mitigación del cambio climático.

Entre muchas otras iniciativas que se desarrollan destaca la implantación de cubiertas vegetales que controlan la pérdida de suelo fértil y el control de plagas de manera natural, así como la plantación de más de 3.000 metros lineales de árboles y arbustos, donde la fauna del ecosistema puede encontrar alimento, que además ayudan a secuestrar carbono atmosférico.

Conservación del medio ambiente

Adicionalmente, la compañía dedica un total de 1,38 millones de metros cuadrados a la conservación del medio ambiente y la biodiversidad en el resto de sus fincas a través de proyectos de reforestación, barbecho, conservación de zonas ZEPA, dehesa y pastos en diferentes fincas de Granada, Lérida y Portugal. En éstas se desarrollan, por ejemplo, prácticas de reforestación, como es el caso de El Carquí (Granada) con 776.000 metros cuadrados o zonas de barbecho en Lérida que ayudan en la conservación de las aves agrícolas.

También destacan los 197.000 metros cuadrados de dehesa en Machados (Portugal) y 76.500 metros cuadrados de encinar en Palheta (Portugal) que se destinarán a medidas compensatorias con finalidad medioambiental. Según Borges, se trata de un ecosistema único típico de la Península Ibérica que integra encinas, alcornoques y pasto. La dehesa regula los ciclos del agua y fertilidad del suelo, potencia la biodiversidad, y, además, juega un papel fundamental en la mitigación del cambio climático debido a la fijación de dióxido de carbono. Tan sólo en una hectárea de su pastizal se fijan entre 30.000 y 40.000 kilos equivalentes de CO₂.