Con motivo de la inauguración de la actividad académica de los colegios mayores “Domingo Savio” y “Josefa Segovia” en Jaén, Luis Garrido González, catedrático de Historia Económica del Departamento de Economía de la Universidad de Jaén (UJA), que además de recibir la beca académica, ofreció la conferencia, titulada “El olivar y aceite de Jaén en su historia”, tanto el contexto español como en el internacional.<br /><br />Luis Garrido constató que el olivar es un cultivo relativamente reciente, ya que en tiempo de los Íberos “era una representación minúscula”, pero apuntó que la gran expansión fue a mediados del siglo XVIII y, especialmente, en el siglo XIX. “Es un cultivo simbólico y parece que siempre ha habido en la provincia de Jaén, pero no es así, sino que es el resultado del trabajo y del esfuerzo”, dijo.<br /><br />En una entrevista que publica el Diario Digital de la UJA, explica que “las primeras plantaciones de olivar, relativamente importantes, estuvieron en Andújar, porque es un sitio de paso, que enlaza Sevilla, Granada y Jaén, y actuaba como un foco de intermediación comercial del aceite”. Según detalla, entonces había una población judía y morisca, de religión musulmana, que consumía aceite de oliva, “porque no podían consumir grasas animales, especialmente del cerdo, por convicción religiosa”. Así, fue el municipio de Andújar el que decide plantar olivos para garantizarse una cantidad mínima. “Esto es el siglo XIII, XIV y XV, periodos largos, pero con pocos olivares, eso sí”.<br /><br />Garrido hace un recorrido por la historial comercial del aceite de oliva y se remonta a la ciudad de Roma que ya se abastecía de aceite, “que procedía en parte de Cástulo, el Linares actual, y todo el valle del Guadalquivir. Hay datos, porque hay unas ánforas que utilizaban los romanos para llevar el aceite, primero en barcazas por el río, y luego en barcos desde Sevilla. Al llegar a Roma se descargaba el aceite, y las ánforas eran como envases de no retorno, es decir, se tiraban. Tiraban tantas ánforas que se formó el denominado Monte Testaccio. Las ánforas estaban selladas y al excavar este monte se descubrió que había muchas que procedían de Jaén. Incluso, hay algunas ánforas en la zona del Rin, seguramente se desplazaron por demanda de las legiones de soldados”.<br /><br />También explica que el uso cosmético, el no alimentario, del aceite de oliva era más importante. “Se utilizaba mucho para quemar aceite en los candiles, con el fin de iluminar. También se usaba para fabricar jabones, incluso tenía un uso medicinal, para friegas o masajes. Conforme la religión católica se va difundiendo, se construyen iglesia y se expande el uso del aceite, ya que para iluminar templos era preciso el uso de velas o lámparas de aceite”.<br /><br /><i>Para más información, pueden suscribirse a nuestro Newsletter Semanal impreso "Mercacei" y/o al Club Mercacei en el <a href="seccion/151/alta/">Club Mercacei.</a></i>