Los niveles de conocimiento de los aceites de oliva por parte de los consumidores son bastante bajos, a pesar de que España es el primer productor a nivel mundial y de que los aceites de oliva son uno de los productos más emblemáticos de su cultura e identidad culinaria.<br /><br />Así se desprende de un trabajo elaborado por Francisco José Torres-Ruiz, Manuela Vega-Zamora y María Gutiérrez-Salcedo, de la Universidad de Jaén, en el que se ofrece información cualitativa y cuantitativa relacionada con el grado de conocimiento de los aceites de oliva en España, obtenida a través de dos investigaciones empíricas. <br /><br />Según este estudio, y como dato más significativo, menos del 30% de los consumidores habituales de aceites de oliva desconoce que el aceite de oliva es una mezcla de aceite de oliva virgen y aceite de oliva refinado. <br /><br />El problema de base es que el grado de conocimiento afecta a la demanda de los distintos tipos de aceites de oliva y a sus precios en el mercado, según señala el trabajo.<br /><br />Destaca que, considerando que los consumidores utilizan diferentes claves o criterios para comparar, valorar y/o elegir entre las distintas opciones, la confusión relativa a los distintos tipos de aceites, los criterios de calidad y las características diferenciadoras de los mismos, se puede traducir en que otras claves más claras y objetivas, como el precio, son más determinantes en la elección del producto. <br /><br />En este contexto, los grandes perjudicados son los aceites de mayor calidad, en concreto, los vírgenes extra, ya que el mercado no entiende en qué radica su diferencia frente al resto de aceites, lo que se traduce en una disminución del diferencial de precios frente al resto. <br /><br />Sin embargo, según esta tesis, la confusión imperante, la falta de criterios claros de elección y comparación del consumidor no solo repercuten en la demanda de aceites de mayor calidad y en los márgenes globales del sector, sino que también contribuye a “equiparar” a los aceites de oliva con el resto de aceites vegetales, lo que tiene repercusiones en la demanda global de los aceites de oliva y su nivel de precios. <br /><br />Además, indica que no hacer mención de las claras diferencias de y entre los aceites de oliva significa relegar el producto a un aceite comestible más, que precisa tener unos precios adecuados para ser vendido. <br /><br />En este sentido, considera necesario facilitar a los consumidores el proceso de diferenciación y valoración de los aceites de oliva.<br /><br />Para ello, cree que se pueden utilizar dos vías: las políticas de denominaciones, que hasta el momento han sido confusas; y la comunicación oficial por parte de administraciones públicas y/u órganos de representación del sector, adaptada al consumidor y centrada en resaltar que existen distintos tipos de aceites de oliva, así como en ofrecer claves para valorar, diferenciar y elegir con criterio entre sus distintas categorías.<br /><br />Asimismo, la sencillez y claridad deben ser dos objetivos importantes en esta comunicación, según precisa el trabajo. <br /><br />Las campañas de promoción realizadas hasta el momento por las administraciones públicas y/o los órganos de representación del sector adolecen de estas orientaciones, según la tesis, ya que solo se ha promocionado los aceites de oliva a nivel genérico, sin incidir o clarificar sus diferencias.<br /><br /><i>Para más información, pueden suscribirse a nuestro Newsletter Semanal impreso "Mercacei" y/o al Club Mercacei en el <a href="seccion/151/alta/">Club Mercacei.</a></i><br />