Aunque lo anunció hace un año, llevaba dos rondando por la cabeza de Ferrán Adriá la idea de hacer de la comida rápida (conocida también como basura) comida buena. El chef de El Bulli, tres estrellas Michelin y el mejor cocinero del mundo, según "The New York Times", además del artífice, junto a Arzak, de la cena de gala que ofrecieron los Reyes en la víspera de la boda del Príncipe, se enfrenta a un nuevo reto motivado por una obsesión clarísima, la que hay en el mundo por la vida y la comida sana y saludable.<br /><br />Dicho y hecho. El hacha de guerra a la "fast food" -la comida rápida y mala, que engloba esos alimentos de gran aceptación entre los jóvenes: hamburguesa, perrito o pizzas- la ha cogido el primer espada del mundo. Esta particular versión de la comida rápida, que no tiene por qué ser mala, ha sido para Ferrán Adriá el proyecto más difícil de su vida. Ha empezado en un pequeño local del hotel NH Eurobuilding de Madrid, pero la idea que tiene es extenderla por todos los hoteles de esta cadena en España, porque lo que pretende es pedir la apertura de un debate social internacional sobre la comida rápida. Eso sí, de momento ni el Palacio de Ferrera de Avilés ni el NH Principado de Oviedo tienen previsto aplicar la fórmula, al menos no a corto plazo.<br /><br /><B>Sofisticados aliños</B><br />El local, ideado no como un gran restaurante, sino como una habitación más del hotel, aunque con salida y entrada a la calle, es un espacio de lo más pintoresco donde se puede hacer una comida desenfadada, en poco tiempo, y, encima, buena. Es un sitio alegre, colorista, que se asemeja a un mini supermercado. Para empezar, los alimentos fríos y las bebidas se van metiendo en una cesta, como las de la compra, y los calientes los llevan a la mesa para que no pierdan temperatura por el camino o esperando. Una vez abonado el importe, lo meten todo en una bolsa de papel, muy ecológica, y el cliente hace con ella lo que quiera: sentarse en una mesa o llevársela a casa o a la oficina.<br /><br />La oferta gastronómica de la "fast good" es muy sencilla, pero muy innovadora, porque la idea de Ferrán Adriá es que el cliente se sienta como en casa, y coma como en ella. Por eso no ha dudado en freír las patatas en aceite de oliva (hasta yo me sorprendo al verlas sin la homogeneidad y el colorante amarillo que utilizan en los sitios de comida rápida), ni en utilizar la jugosa aguja de ternera para hacer sus "italian burguer", que adereza con lechuga trocadero y salsa tapenade o con rúcula y queso gorgonzola. Una simple ensalada lleva su toque, lo mismo que los "panini" (fríos y calientes), en los que combina el jamón, los espárragos o el queso con la salvia, los piñones, las cebollitas confitadas o el foie.<br /><br />Los precios son bajos, porque se trata de cocina rápida, pero un poco más altos que los normales. Adriá ha pensado en clientes que puedan gastarse cinco euros (jóvenes) o quince (ejecutivos) porque cree que hay mucha gente dispuesta a pagar un plus por la calidad que se le ofrece y porque no hay sitios como éste. Luego están los platos calientes, simples, pero jugosos y cargados de guarniciones exóticas. Para los más tradicionales, también existe la fórmula plato del día. Un ejemplo: un caldo casero y unos huevos fritos con patatas fritas y jamón ibérico; hecho todo con aceite de oliva.<br /><br />Este espacio tiene un decorado retrofuturista, en el que se combina el plástico, la madera, el cristal, el papel, las sillas de metacrilato, los cubiertos desechables, las pantallas de televisión conectadas a Fashion TV y Travel TV.