El director general de <i>Mercacei</i>, Juan A. Peñamil, participó el 15 de noviembre en una conferencia organizada por el escritor y oleólogo italiano Luigi Caricato, sobre las estrategias para paliar la crisis de rentabilidad del sector del aceite de oliva. Este encuentro se celebró la pasada semana en Milán en el marco del Salón Internacional Maquinaria para la Enología y el Embotellado, Simei.<br /><br />A continuación reproducimos la ponencia de Juan A. Peñamil en esta jornada.<br /><br />En 2010, el anterior Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino elaboró un estudio sobre la formación de precios del aceite de oliva. En la campaña estudiada (2009/10) -y según este documento-, el beneficio para retribuir a todos sus eslabones representa el 2,5% sobre el precio de venta al público del virgen extra y desciende al 0,5% para el aceite de oliva. Esto se traduce en que el precio del AOVE pagado por el consumidor final es de 1,56 veces el percibido por el agricultor y de 1,43 veces para el aceite de oliva, incluyendo las fases de extracción, elaboración y envasado, y distribución.<br /><br />Además, los costes de la producción agrícola son los que mayor peso tienen, al representar el 68% del PVP (sin IVA) para el AOVE y el 75% para el aceite de oliva. Dentro de ellos, la mano de obra agrícola supone más de la cuarta parte (27%) del total de los costes de toda la cadena para ambas categorías de aceite. El mercado español aplica una excesiva concentración de los precios a las diferentes categorías comerciales del aceite de oliva, lo que expresa su escasa valoración de la calidad. Así, el precio de venta al público del AOVE es solamente un 10% superior al del aceite de oliva.<br /><br /><b>Estudio en <i>Mercacei Magazine</i></b><br /><br />En <i>Mercacei Magazine</i> hemos abordado recientemente la baja rentabilidad del sector del olivar y el aceite de oliva a través de un amplio reportaje en el que hemos solicitado la opinión de todos los agentes de dicho sector: grandes y pequeños productores, envasadores, comercializadores, industriales, almazaras y cooperativas, representantes del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (Magrama), organizaciones agrarias, distribuidores…<br /><br />Las principales conclusiones apuntan a que, tras una época dorada de gran bonanza situada entre 1992 y 2005, a partir de ese momento la rentabilidad del olivar comenzó a decrecer hasta llegar a la situación actual de baja o casi nula rentabilidad. Las mayores pérdidas se producen en explotaciones normalmente de tipo tradicional y escasa mecanización, y cuyo tamaño requiere del empleo de trabajadores externos.<br /><br />Si indagamos acerca de las causas que explican la actual situación de bajos precios y escaso umbral de rentabilidad para el sector, el segmento envasador encuentra tres razones: las expectativas de altas cosechas en España y el resto del mundo, el significativo descenso del consumo -en especial en España, Italia, Grecia y Portugal, países fuertes en términos de producción- y la crisis económica mundial, que limita el poder de compra del consumidor. <br /><br />Las cooperativas sostienen que la rentabilidad en el sector ha caído radicalmente en toda la cadena. Los productores se están manteniendo gracias a las ayudas de la PAC, mientras almazaras, envasadores y distribución obtienen un beneficio escaso debido al abaratamiento del precio del aceite de oliva en los últimos años. Una situación que obedece, según las cooperativas, al considerable aumento de la producción y al desequilibrio de la cadena agroalimentaria como consecuencia de la concentración de la industria y la distribución y la desaparición paulatina de los mecanismos de gestión de mercados. <br /><br />Por su parte, la distribución apunta a la necesidad de dar salida a la producción española de aceite de oliva, que ha aumentado más de un 50% en la última década, ya que, en su opinión, el mercado nacional no es capaz de absorber semejante volumen. <br /><br />Para algunos productores, la actual situación está marcada por la concentración de la oferta y la descapitalización, medidas todas ellas encaminadas a la mera supervivencia de muchas empresas del sector. En su opinión, falta un proyecto claro y ambicioso que aúne esfuerzos para mejorar el consumo tanto a nivel nacional como internacional; una visión estratégica nacional para un producto tan importante como el aceite de oliva, así como capacidad de análisis para definir prioridades y extraer conclusiones operativas para la toma de decisiones. <br /><br />El segmento productor se muestra especialmente crítico con la Administración y los representantes políticos, que en su mayoría demuestran una ignorancia absoluta sobre el producto. En su opinión, es necesario ensalzar las ventajas y bondades nutricionales y saludables del virgen extra, así como adaptarse a los gustos del consumidor. <br /><br />Los productores que apuestan por la calidad por encima de todo consideran que el problema no es sólo el escaso beneficio, sino el coste, en función de si lo que se pretende producir es un virgen extra de alta gama (Premium) o un simple lampante. <br /><br />Así, el principal problema que ha originado la actual situación de bajos precios y escasos márgenes de rentabilidad es la banalización del producto. El mercado español es muy competitivo y utiliza muchas veces el aceite de oliva como producto reclamo o “gancho” ante una demanda debilitada por la coyuntura económica actual, al contrario de lo que sucede en muchos otros países, donde el AOVE es considerado como un producto Premium. De ahí la importancia de poner en valor el aceite de oliva y convertirlo en un producto de demanda y no de oferta -algo francamente difícil de conseguir tratándose de un alimento de gran consumo-, e intentar alcanzar acuerdos entre todos los agentes de la cadena para acabar con esta práctica. <br /><br />A ello se une el hecho de que el 60% del aceite de oliva en España se comercializa bajo marca del distribuidor (marca blanca), lo que ha provocado una feroz competencia en el sector envasador y ha dejado un espacio muy limitado a las marcas propias.<br /><br />Una situación que permite que la exportación funcione muchas veces como única vía de escape en la búsqueda de rentabilidad al conseguirse márgenes superiores, al tiempo que supone el principal recurso para dar salida a los excedentes de producción. <br /><br />Y es que, como recuerdan las cooperativas, el sector del aceite de oliva en España se ha convertido en un negocio de volumen, con escasos márgenes, que debe buscar en los mercados exteriores la rentabilidad que no encuentra en el español, adoptando una estrategia comercial orientada a la internacionalización. De ahí, el fuerte incremento en las exportaciones de graneles y envasados, un capítulo al que el mercado oleícola español está destinando ya más del 60% de su producción. <br /><br /><b>Motivos que explican la supervivencia de la industria oleícola</b><br /><br />En España, primer productor mundial con 2,5 millones de hectáreas de superficie de olivar, el sector oleícola y olivarero genera un volumen de negocio estimado en más de 2.100 millones de euros y un empleo que alcanza los 46 millones de jornales por campaña, del que viven más de 400.000 familias y 2.500 empresas entre cooperativas, almazaras, envasadoras y resto de agentes que operan en el sector. Si los márgenes de rentabilidad son realmente tan exiguos, ¿cómo es posible que pueda subsistir una industria de semejantes dimensiones e importancia dentro del tejido económico de nuestro país? <br /><br />La respuesta a esta cuestión parece ser unánime: las ayudas de la PAC en España son decisivas para la viabilidad de todas las explotaciones olivareras, salvo algunos olivares intensivos o superintensivos con alta productividad, donde son rentables incluso en años de bajos precios en origen. Y es que buena parte del olivar que nace en el seno de una economía familiar estaría abocado a su desaparición sin las ayudas de la PAC, pues en la mayor parte de los casos no cabe llevar a cabo reconversión alguna. <br /><br />Al margen de ello, también conviene recordar que gran parte de esas 400.000 familias tienen otros ingresos complementarios a la propia explotación. De hecho, el olivar es el cultivo con menos agricultores profesionales de dedicación exclusiva en España. Una circunstancia que explica en parte que se mantenga el cultivo aún con pérdidas continuadas. <br /><br />Los grandes grupos envasadores que operan en el sector añaden otros factores que explican la subsistencia de la industria del olivar en España. Así, además de las ayudas a la producción y las subvenciones destinadas a inversiones, se apunta al elevado nivel de eficiencia de la producción española, el know-how que coloca a España a la vanguardia en términos de innovación, una cultura perfectamente adaptada al clima del centro y sur de España o el hecho de tratarse de un cultivo permanente y la falta de mejores alternativas que dificultan su sustitución. <br /><br /><b>Posibles soluciones</b><br /><br />En cuanto a las soluciones, los productores parecen tener clara la respuesta: tiempo y cultura. Información y comunicación efectiva al consumidor, que no sabe distinguir entre calidades, y divulgación de la cultura del virgen extra. Es necesario educar al consumidor en los aceites de calidad, ya que ningún otro producto alimentario español tiene más argumentos de venta que el aceite de oliva virgen. Eso sí, asumiendo que hace falta mucho tiempo e inversión para que el consumidor entienda que el auténtico virgen extra es un zumo natural y valioso tanto desde el punto de vista gastronómico como saludable. <br /><br />Se trataría de valorizar y promover el consumo y la cultura del aceite de oliva como la grasa vegetal más saludable y adecuada para su uso en cocina, cuidando al máximo la imagen del producto y recuperando el consumo perdido en los países productores, al tiempo que se captan nuevos destinos por todo el mundo, pues no conviene olvidar que todavía no se consume aceite de oliva en muchos lugares del planeta. <br /><br />Para ello, en opinión de varios agentes del sector, se antoja clave la labor de la Interprofesional del Aceite de Oliva Español, que debe trabajar en materia de promoción y tratar de poner en valor este alimento, potenciando las acciones dirigidas a los mercados internacionales con objeto de que crezcan las ventas para equilibrar los balances oleícolas españoles. En este sentido, una fórmula que proponen algunos importantes productores es vincular la imagen del aceite de oliva español a deportistas de éxito que constituyen toda una referencia a nivel mundial, tales como Rafa Nadal, Fernando Alonso, Pau Gasol o la selección española de fútbol. “¿Qué vale mucho dinero? -se pregunta uno de sus partidarios- “¿y cuánto estamos perdiendo cada año desde hace unas décadas?”, responde sin vacilar.<br /><br />Para las cooperativas, las soluciones pasan por flexibilizar la normativa en materia de competencia permitiendo una necesaria ordenación y concentración de la oferta, de modo que se permita al sector cierto margen de maniobra para corregir los desequilibrios entre oferta y demanda. Asimismo -coinciden las cooperativas- es necesario fomentar el consumo, mejorar la información a los consumidores y establecer algún límite al crecimiento de la marca blanca en los canales de distribución, así como continuar apostando fuertemente por los mercados exteriores. <br /><br />Por último, otras opiniones apuestan por lograr un gran pacto -quizás utópico- entre la distribución y la producción para conseguir que el aceite de oliva sea remunerado a un precio mínimo que asegure la rentabilidad sostenida en toda la cadena. Para ello, se deberían frenar las “superofertas” aplicadas a este producto, ya que, en la actualidad, el consumidor es el único beneficiado con la actual situación de bajos precios al pagar un precio inferior al que realmente vale el producto.<br /><br /><i>Para más información, pueden suscribirse a nuestro Newsletter Semanal impreso "Mercacei" y/o al Club Mercacei en el <a href="seccion/151/alta/">Club Mercacei.</a></i>