Curando en silencio

El artículo era, sin género de dudas, una oda al estilo de vida mediterráneo y una reflexión en torno a los hábitos saludables y el papel que juega el aceite de oliva virgen extra en todo esto. Buen momento para escribir sobre la comida saludable días después de la publicación del polémico informe de la OMS en el que declaraba cancerígena la carne procesada. El diario ABC aprovechaba también este contexto para entrevistar al Dr. Estruch, consultor de Medicina Interna del Clínic de Barcelona y autor del estudio Predimed, el segundo más leído en 2013. La pregunta era evidente: ¿Es malo comer jamón serrano? Su respuesta era igual de contundente: "Los pocos estudios que hay indican que no es perjudicial. El jamón de jabugo tiene ácido oléico, sería una especie de olivo con patas. Pero al hablar de embutidos, en general estamos comiendo demasiados. Eso no significa que no haya que tomarlos, pero con menos frecuencia". Las palabras de Estruch eran como música para los oídos de aquellas personas preocupadas por la salud y con fe en el poder curativo de la buena alimentación. Preguntado por el alimento estrella de la Dieta Mediterránea, el doctor no titubeaba: "Los beneficios están en el patrón dietético global, pero hay alimentos claves como el aceite de oliva virgen extra, rico en ácido oléico y polifenoles. Los polifenoles los sintetizan las plantas para protegerse de agresiones como el sol o la falta de riego y este grado de protección lo incorporamos al comerlas y retrasa la aparición de enfermedades". Verdades que conocemos de sobra pero que debería dominar el consumidor. En esta tarea, el papel de los prescriptores es fundamental. Conscientes de ello, algunos chefs no dudan a la hora de hablar y defender las bondades de este alimento tanto en su cocina como fuera de ella. La última muestra de este compromiso tuvo lugar recientemente en la ibicenca Oleoteca Ses Escoles a través de los cocineros María José San Román y Carles Tejedor. Propietaria del prestigioso restaurante El Monastrell de Alicante, San Román puso el dedo en la llaga al confesar que en las charlas sobre aceite de oliva que ofrece en lugares como Nueva York "se quedan alucinados y se vuelven adictos al producto; sin embargo, en España no me escucha nadie". Tejedor, por su parte, puso de relieve la importancia del mercado asiático. "A los chinos el aceite de oliva les sabe a frutas, y yo a mi abuela le di a probar un plato hecho con aceite de sésamo, que es el más popular en China, y me dijo: hijo, se te ha quemado el aceite', relató entre las risas del público. Puede que el aceite de oliva sea ese guardián silencioso al que deben poner voz los consumidores.

Curando en silencio

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