Aquel 1994 fue denominado el Año de la Familia, un buen presagio para comenzar una aventura laboral. Eso debieron pensar en aquel momento Lola y Juan cuando decidieron embarcarse en Edimarket Editores, una editorial con vocación de cambiar el mundo, al menos el oleícola. Su hija, de nueve años, ya sabía diferenciar un hojiblanco de un arbequino, de eso ya se habían encargado sus padres personalmente antes siquiera de conocer su futuro, pues ya eran amantes del AOVE mucho antes de comenzar su andadura editorial.