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Una amarga y picante condena

Mercacei Semanal 1.078

lunes 29 de enero de 2018, 12:17h
Las prisiones no son sólo para cumplir sentencias. Pocos conocen su origen, pero a mitad del siglo XVIII surgieron las cárceles como espacios segregativos fundamentales para el tratamiento de lo que, por entonces, denominaban desviaciones. Se trataba de un instrumento que, al tiempo que humanizaba las penas -al sustituir el castigo corporal por la privación de la libertad-, se adecuaba a los cambios en el proceso productivo e incorporaba elementos disciplinares para la moralización de las clases subordinadas. No fue, sin embargo, hasta finales de los años 70 cuando las cárceles dejaron de ser un patio de reclusos para marcarse como objetivo que las penas y medidas de seguridad ayudasen a los presos a prepararse para una futura vida libre de delitos y con una responsabilidad social, es decir, a reinsertarse.

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