Panacea mediterránea

Una reciente investigación del Instituto Neurológico Mediterráneo (Molise, Italia) ha demostrado que una adhesión creciente a la Dieta Mediterránea reduce en un 5% el riesgo de mortalidad general de las personas mayores de 65 años. Pero por si eso fuera poco, también mejora su vida. Resulta que científicos de la Universidad de Atenas (Grecia) han presentado los resultados de un estudio que demuestra que la Dieta Mediterránea y el consumo de aceite de oliva virgen extra muestran efectos beneficiosos sobre la capacidad sexual, a través de la mejora de las propiedades elásticas aórticas y los niveles de testosterona, en hombres mayores. Además, en este mismo estudio se expone que este tipo de alimentación exhibe efectos protectores vasculares que promueven la preservación de la calidad de vida en todas sus etapas. No olvidemos que el modelo tradicional de la Dieta Mediterránea -rica en frutas, verduras, pescado, legumbres, aceite de oliva y cereales, carne y productos lácteos y un consumo moderado de vino en las comidas-se asocia con una importante reducción media del 25% de la mortalidad, mostrando beneficios particularmente asociados a la mortalidad cardiovascular y cerebrovascular. Por todas y cada una de estas razones resulta tan absurda la manía del ser humano de estropear todo lo bueno que nos ofrece la naturaleza. La última moda es la de banalizarlo todo. Frivolizamos continuamente las relaciones, los momentos y las amistades, instagrameando todo, twitteando y compartiendo publicaciones de personas incluso cuando nos encontramos cerca de ellas. Se ha despersonalizado todo y, claro, ahora nos toca pagar el pato. Ya nos están dando avisos. Sin ir más lejos, el Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada nos advierte de que el aceite de oliva está sometido en España a un proceso acelerado de banalización, de desprecio de su valor real, que pone en peligro el futuro de todo el sistema agrario e industrial vinculado a este producto. Esta es la principal conclusión de un informe que han elaborado sobre la viabilidad del sector oleícola en España, en el que se señala con rotundidad que el aceite de oliva español no tiene futuro si se mantiene la actual estructura comercial orientada exclusivamente a competir por precio, siempre a la baja, eliminando cualquier valor añadido de este excepcional alimento. Es lógico. Utilizar este producto como gancho para atraer compradores a las grandes superficies comerciales es una trágica estrategia que catapulta todos los aromas, la cultura y las propiedades saludables asociadas al AOVE. El citado informe revela otra triste realidad: ni siquiera el 10% de los consumidores de nuestro país son capaces de identificar las diferencias entre un aceite de oliva refinado, un virgen y un virgen extra. Tenemos dos opciones, cambiar las cosas o seguir desoyendo los avisos hasta que sea demasiado tarde y sólo nos quede pagar la cuenta de este incendio provocado.

Panacea mediterránea

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