Comer como un vikingo

Desde hace unos años lo nórdico está de moda y, sobre todo, en el ámbito gastronómico. Uno de los culpables ha sido el aclamado Noma, considerado el Mejor Restaurante del mundo durante los años 2010, 2011, 2012 y 2014. Sus chefs, René Redzepi y Claus Meyer, han sido los artífices de la denominada Dieta Nórdica o Dieta Vikinga. Una nueva forma de alimentación que deja atrás los alimentos procesados y se centra en el consumo de platos tradicionales de la gastronomía nórdica. ¿En qué consiste? En consumir pescado -salmón, bacalao y arenques-, verduras, algas, legumbres, frutas del bosque y carnes silvestres -alces, ciervos o jabalíes-. Según el Consejo Nórdico de Ministros, se trata de una dieta sana y equilibrada que invita a comer de forma más razonable y presenta las versiones más saludables de la multitud de alimentos que podemos encontrar en los supermercados.

¿Y qué sorpresa nos encontramos cuando visualizamos la Pirámide de la Dieta del Mar Báltico -creada por la Asociación Finlandesa del Corazón-? Que apuestan por el aceite de colza frente al de oliva. Porque, como suele ocurrir con estos gráficos, cuando tocamos el tema de las grasas vegetales, la salud ya no parece tan importante. No sabemos si por el ansia de primar los productos de proximidad, por la falta de conocimiento, o por ambos.

Precisamente sobre este tema hablamos en el próximo Olivatessen #7 , que saldrá al mercado en diciembre. En él, dedicamos la sección El Chef a Rasmus Kofoed, chef de Geranium (Copenhague), actualmente considerado el restaurante nº5 del mundo. El alabado chef nórdico es un fiel defensor de emplear productos de cercanía y, sin embargo, nos confiesa en exclusiva que es un fan del aceite de oliva. “El aceite de oliva es maravilloso y lo uso frecuentemente en casa, pero en Geranium quiero promover la producción y los ingredientes de la zona”, asegura este artista de los fogones que aprovecha para confesarnos que le encanta la comida española. “Es deliciosa y la gente de España se muestra muy orgullosa de la cultura y las tradiciones que rodean su comida; me encanta eso”, concluye.

Porque en este punto, se abre ante nosotros el debate entre la globalización y la cercanía. ¿Son compatibles ambos conceptos? ¿Nos podemos quedar con los productos locales e implementar también los que nos gusten -o nos sienten bien- de otros países y culturas? ¿Logramos que mariden? Hemos pasado de la cocina fusión a una visión muy autárquica de la gastonomía en la que sólo están permitidos los ingredientes locales. ¿Estamos volviendo a cerrarnos ahora que nos habíamos abierto al mundo? Tendremos que esperar a que pase toda esta locura y ver cómo nos deja el cuerpo, si es en modo vikingo o mediterráneo. Sea lo que sea, yo pido que se parezca al Valhalla .

Comer como un vikingo

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