Refugiados

El buque Aquarius, tema recurrente en todas las conversaciones, ha sido motivo de disputa entre Francia, Italia y España. Que si uno no lo quiere, que si el otro tampoco y el último de ellos, estrenando gobierno y políticas sociales, se ha comprometido a acogerles. Como si se tratase de juguetes usados, de seres inanimados... como si no fuesen personas, de carne y hueso, como todos nosotros. Aunque hoy en día debemos tener claro que existen ciudadanos de primera y de segunda. Y, si me apuras, de tercera. Todos sabemos bien quiénes son lo del primer grupo: aquellos que sujetan -y mueven- los caprichosos hilos del resto del mundo. Trump, Putin, Kim Jong-un, Merkel, Macron... Todos juntos posando en una foto parecerían un simpático anuncio vintage de Benetton e, incluso, podrían hacernos gracia si no fuese porque ellos deciden absolutamente todo lo que ocurre en el mundo y, por consiguiente, en la vida de los ciudadanos de segunda (y tercera, claro). Por ejemplo, al líder con mejor pelazo del reino, también conocido como Donald Trump, se le ha ocurrido que sería una buena idea aumentar un 60% los aranceles contra la aceituna negra española. ¿Por qué? Pues porque su religión America first (América primero) se lo ordena. Y él, siempre obedece a esta premisa cuando su agenda -entre selfies con Kim Kardashian y comentarios soeces sobre el resto de los mortales- se lo permite. Al presidente estaduonidense también le dio por incrementar los aranceles del acero hace unos meses; concretamente, un 25%. Pero claro, la producción de acero pertenece a los ciudadanos de primera (China, Japón, Rusia o Alemania) y esto no les ha sentado nada bien. De hecho, la Unión Europea ha cerrado filas en este asunto y Merkel ha asegurado que van a negociar con contundencia con Trump. Sobre la aceituna de mesa, Merkel ha dicho... ah, perdón, al parecer no se ha pronunciado. Esto empieza a parecerse a aquella surrealista “crisis del pepino” iniciada cuando la canciller alemán anunció en 2011 que un brote infeccioso que estaba causando muertes en su país procedía de pepinos españoles... En fin. Asemesa, como no podía ser de otra forma, ha pedido -casi con desesperación- que se defienda a la aceituna con la misma contundencia que al acero, pero algo nos dice que este tema no es prioritario para los vecinos del norte. Este precedente -ha advertido Antonio de Mora, secretario general de esta institución- podría provocar que cualquier sector agrícola de cualquier país que compita con productos de la UE pida a su gobierno que actúe como lo está haciendo EEUU. Pero todavía no ha obtenido respuesta. Ya se sabe que los cuidadanos de segunda -ya ni hablamos de los de tercera- tenemos que alzar la voz por encima de los demás para que se nos oiga. Pero no se equivoquen, no nos van a callar.

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