Con las ramas del olivo al aire

Árbol milenario de ramas retorcidas y frutos generosos, el olivo no es sólo un elemento decorativo en los rituales religiosos de estos días, sino una poderosa metáfora de la paz, la resistencia y la fe.

Cada Domingo de Ramos, millones de fieles alzan ramas de olivo al cielo, rememorando la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Aclamado por multitudes, fue recibido como un rey, no con espadas, sino con ramas verdes, símbolo de un reino de amor y no de conquista. En muchas regiones, donde la palma escasea pero el olivo abunda, esta sencilla rama se convierte en estandarte de esperanza y renovación.

Pero el olivo también nos lleva al momento más íntimo y humano de la Pasión, aquel que tuvo lugar en el Huerto de los Olivos. Allí, en la penumbra del Jueves Santo, Jesús ora, se angustia y finalmente acepta el destino que le espera. El olivo, testigo silencioso de aquella noche, se convierte en símbolo de entrega y confianza. No es casualidad que ese lugar fuese el elegido, como el olivo, pues representa lo que sobrevive al fuego y a la sequía, símil de cómo la fe debe resistir en los momentos más oscuros.

Más allá de lo religioso, el olivo nos interpela como sociedad. En tiempos de división y ruido, ¿no es acaso urgente volver a alzar ramas de paz en lugar de levantar muros? ¿No es hora de volver a las raíces, como las del olivo, profundas y resilientes, que permiten al árbol seguir dando frutos a pesar de las tormentas?

En un mundo sacudido por terribles conflictos como los de Gaza y Ucrania, y con discursos que polarizan y siembran el miedo y el odio desde figuras con influencia global, el simbolismo del olivo se vuelve más urgente que nunca. Frente a la violencia que desgarra territorios y palabras que fracturan comunidades, la Semana Santa nos recuerda que la verdadera fortaleza no está en la imposición, sino en la comprensión. Y que la paz, como el olivo, necesita ser plantada, protegida y nutrida cada día, aun cuando todo parezca arder a su alrededor.

Mientras se elevan ramas de olivo al cielo no podremos evitar mirar de reojo al incierto destino del aceite de oliva en el tablero geopolítico. Porque pasada la solemnidad de la Semana Santa, volverán los titulares sobre aranceles, disputas comerciales y tensiones diplomáticas que amenazan con convertir al humilde fruto del olivo en rehén de intereses ajenos a su esencia. ¿Qué nos deparará la vuelta? Señores, ¡hagan sus apuestas!

Con las ramas del olivo al aire

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