En pleno barrio de Chamartín, esta finca de una hectárea permanece intacta desde 1917, custodiada por altos edificios y protegida simplemente por un discreto murete.
Todo comenzó cuando José Castillejo, ecologista y amante de la tierra, tomó la decisión de vivir en las afueras de Madrid, en el ambiente sano y campesino del entonces pueblecito de Chamartín de la Rosa y encontró ese olivar, donde acampó Napoleón en plena Guerra de la Independencia, enamorándose de él al instante. A los pocos días compró el entonces llamado Olivar del Balcón.
Ya en 1985, la familia Castillejo, en memoria de su padre José Castillejo -ilustre intelectual español ligado a la Institución Libre de Enseñanza- constituyó la Fundación Olivar de Castillejo, entidad sin ánimo de lucro tiene el objetivo único de mantener y preservar el valioso entorno donde se encuentra y convertirlo, como en la “Edad de Plata”, en un punto de encuentro del mundo de la cultura.
De hecho, por este olivar han pasado grandes personalidades de la vida intelectual, política y social de la época como Ramón y Cajal, Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno o Ramón Menéndez Pidal.
Casi un siglo después de su creación, este reducto verde pervive gracias a la Fundación, una entidad sin ánimo de lucro que apuesta por la sostenibilidad y la protección al medio ambiente así como por un centro de iniciativas culturales. Para ello, promueve programas que tienen que ver con la cultura y el medio ambiente, así como el debate intelectual.
