Según cuentan numerosos escritos de la Antigüedad, el territorio de Ascoli Piceno -en la región italiana de Las Marcas- estaba cubierto de plantaciones de olivos. De ahí el nombre otorgado a las aceitunas que llegaban a Roma procedentes de aquella provincia: olivae Picenae. Unas olivas grandes y jugosas que el escritor romano Plinio el Viejo definió como “las mejores de toda Italia”.