Un perfume eterno

Resulta que un equipo de investigación de la Universidad de Córdoba (UCO) ha identificado por primera vez la composición de un perfume romano con más de 2.000 años de antigüedad a partir del hallazgo de un pequeño ungüentario en este municipio sevillano. En este caso, la base era un aceite vegetal, y todos los indicios apuntan a que era concretamente aceite de oliva.

Hace dos milenios, en la ciudad romana de Carmo -la actual Carmona- alguien introdujo un ungüentario en una urna funeraria. Veinte siglos después, este equipo del la UCO -en colaboración con el Ayuntamiento de Carmona- ha sido capaz de describir químicamente los componentes reales de un perfume del siglo I d.C.

Los restos han sido hallados en lo que parece ser una tumba colectiva, posiblemente perteneciente a una familia de alto poder adquisitivo, en la que se encontró, junto a los restos de una mujer de entre 30 y 40 años, un pequeño frasco o ungüentario de cristal de roca (cuarzo hialino) tallado en forma de ánfora. Lo peculiar de este caso es que, habitualmente, los recipientes de perfume solían ser de vidrio soplado y en raras ocasiones se han encontrado ejemplares fabricados en este material que, por sus características y dificultad para el tallado debido a su dureza, los hacían muy cotizados y extremadamente caros.

Además de la singularidad del envase, el hecho realmente extraordinario es que se encontraba perfectamente sellado y que en su interior se habían conservado los residuos sólidos del perfume, lo que ha permitido llevar a cabo esta investigación.

De hecho, la utilización de dolomita -un tipo de carbono- como tapón, y el betún que se usó para sellarlo, fueron la clave del magnífico estado de conservación de la pieza y su contenido. Gracias a ello, hemos sabido que, tal y como describía Plinio el Viejo, el perfume se había elaborado con dos componentes: una base o aglutinante, que permitía la conservación de los aromas, y la esencia en sí. En este caso, la base era un aceite vegetal, posiblemente aceite de oliva, y la esencia olía a pachulí. Al parecer este aceite esencial se obtuvo a partir de una planta de origen indio, la Pogostemon cablin, muy empleada en la perfumería actual y de cuyo uso no se tenía constancia en la época romana... ¿Seguiremos descubriendo más acerca de este misterioso ungüento romano-sevillano? ¿Dominaría por aquel entonces esta esencia el corazón de los hombres? Seguiremos atentos a las buenas nuevas de este perfume eterno.

Un perfume eterno

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