La lámpara de aceite... del presidente

Cuando la Casa Blanca decidió enviar las antigüedades de vuelta a Israel, la pandemia estalló y estos bienes tuvieron que permanecer en Estados Unidos, custodiados por Saul Fox, un destacado filántropo judío que había asistido a la velada. Sin embargo, el paradero final de las lámparas fue otro: la residencia de Trump en Mar-a-lago, en el estado de Florida.

Lo más curioso es que las famosas lámparas nunca se expusieron en la fiesta de Hanukah, ya que la administración republicana sospechaba que podían haber sido tomadas de la Cisjordania ocupada por Israel y no querían entrar en polémicas.

A día de hoy, no está claro cómo terminaron los artefactos en Mar-a-Lago, o si Trump siquiera era consciente de que se encontraban en estas instalaciones (¿¿tan inmensas son??). Lo que sí han denunciado varios diarios israelíes es que todos los esfuerzos realizados por altos funcionarios del país para recuperar los tesoros nacionales han fracasado hasta la fecha.

¿Y si el presidente sí que era consciente de que las lámparas estaban en su mansión? ¿Es que acaso es un amante de la forma más antigua de iluminar? Porque cuando el FBI irrumpió en Mar-a-Lago para hacer una redada solo encontró dos cosas sospechosas: cajas llenas de documentos clasificados que se almacenaban en baños y otros espacios después de haber sido retirados indebidamente de la Casa Blanca... y lámparas de aceite.

Ahora que Mr. Trump está un poco nervioso con la tercera imputación de este año -esta vez por su vinculación al asalto al Capitolio-, yo le recomiendo que se coja unas vacaciones, venga a España y visite el Museo Arqueológico de Córdoba. Allí podrá maravillarse observando reliquias como la “Lucerna de Medusa”, realizada en terracota en la Hispania Romana del siglo I d.C. En el disco de esta lámpara se encuentra el orificio por el cual se suministraba el aceite de oliva como combustible, y en el extremo se encuentra una pequeña asa circular que permitiría su transporte. Este detalle se hizo muy popular en la época romana, ya que al producirlas con moldes en vez de técnicas artesanales, estas lámparas eran relativamente baratas y se podían coleccionar y llevar colgadas como si de una riñonera se tratase. Yo a Donald -abusando de la confianza de la que se hace gala últimamente en los debates electorales- no me lo imagino con una lámpara de estas colgadas pero, oye, si le serigrafían Make America great again.. . ¡quién sabe!

La lámpara de aceite... del presidente

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