Ojo con la Tomasenka

Este agricultor empezó a madurar su idea durante el confinamiento, e incluso hizo los primeros bocetos. Al no encontrar un herrero que quisiera fabricar esta máquina para él, decidió ponerse manos a la obra y materializó el invento él mismo en su propia nave. Cuando lo finalizó, como ya hiciese en el mundo literario el valiente Víctor Frankenstein, bautizó a su creación con un nombre para la posteridad: Tomasenka .

Se trata de un implemento más del tractor que puede engancharse tanto por la parte delantera -a la pala- como trasera. Es una estructura metálica de tres paredes que incorpora unos rotores que mueven una especie de latiguillos de plástico que giran hacia dentro, tal y como ha detallado la asociación APAG, de la cual es socio este moderno Frankenstein. La máquina entra en el olivo, lo varea y las aceitunas caen en un cajón que lleva adherido debajo, similar a los cajones de los paraguas que suelen usarse para la recolección a gran escala.

“Mi objetivo -ha explicado Tomás- es convertir los olivos marginales que tenemos en Guadalajara en rentables y viables, porque el 90% del olivar en mi zona se está abandonando debido al trabajo que supone”.

El paso más importante ya está dado: Tomás ha recibido del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo la respuesta a su solicitud -presentada en 2020- que le concede el título de “modelo de utilidad pública”, otorgándole un derecho de exclusividad en todo el territorio nacional durante 10 años para su Tomasenka.

Ahora pretende encontrar una empresa que fabrique y comercialice su invento, “perfeccionando lo que sea necesario” y que “le pague la patente”. Eso sí, si a algún particular le interesa la máquina “que no me copie, que me llame, porque estoy dispuesto a ayudarle a hacerla con mi autorización”, ha advertido.

Así que, desde este rincón, animo a todos aquellos intrépidos inversores a quienes les haya gustado esta iniciativa que echen una mano a su bolsillo y ayuden a Tomás a extender su Tomasenka por todos aquellos olivares que lo necesitan en nuestro país, que seguro que no son pocos.

Ojo con la Tomasenka

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