A oscuras

Este apagón eléctrico, al parecer, se saldó sin grandes daños materiales en el sector agrícola, gracias a la “resiliencia” de los cultivos, algo que, sin embargo, no ocurrió en la ganadería intensiva y los servicios administrativos asociados a la actividad agraria, que “sufrieron más incidentes”, según informó Asaja.

Una semana antes, en los medios de comunicación andaluces se hablaba de la tala de 100.000 olivos para instalar placas solares en Jaén y Córdoba, que anunciaban “como un avance hacia un futuro más verde”. La asociación SOS Rural advertía del “daño irreparable” que supondría esta “tala masiva” de olivos expropiados para construir una megaplanta fotovoltaica. El movimiento ciudadano en defensa del mundo rural se hacía también eco del “drama” de estos agricultores del Valle del Guadalquivir, “coaccionados” para llegar a un acuerdo con las empresas promotoras ante el riesgo de expropiación.

A pesar de que existen diversas líneas de investigación que indican que las plantas fotovoltaicas y el olivar en seto son más productivos cuando conviven en el mismo terreno, tras este gran apagón muchos empiezan a preguntarse si la política energética basada en renovables ha traído más fragilidad que progreso.

Si el futuro nos depara nuevos apagones -si no conocemos la causa estamos predeterminados a repetir la historia-, ¿qué nos ofrecería más recursos, hectáreas y hectáreas de silicio cristalino o un manto de olivos hasta arriba de aceitunas?

Hace unos días salía a la luz el coche español “con arroz de serie”. Resulta que Seat ha dado un nuevo paso en su estrategia de sostenibilidad al convertirse en la primera marca en integrar piezas fabricadas con cáscara de arroz en un modelo de producción en serie. Lo ha hecho en el SUV urbano Arona, que a partir de ahora incorpora dos componentes del maletero elaborados con Oryzite, un material renovable y bio basado desarrollado a partir de subproductos del cultivo de arroz.

El pasado año, los ingenieros de Ford ya habían desarrollado prototipos de reposapiés y partes del maletero con ramas y hojas que se desechan durante la cosecha de la aceituna.

Todas estas estrategias de “sostenibilidad” están genial cuando tenemos asegurados servicios básicos como el acceso a la energía, pero si éstos flaquean, ¿nos comeremos los maleteros del coche porque ya no nos quedan olivares y arrozales?

A oscuras

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