Mucho más que un complemento

La apuesta por unir moda, música y gastronomía no es un simple guiño publicitario: es un intento legítimo de reposicionar el producto en la mente de un consumidor joven que busca autenticidad, sostenibilidad y experiencias sensoriales. El bolso cápsula diseñado para portar una botella de aceite -más allá de su valor funcional- se convierte en un icono de esta transformación. Su tono chillón, con Pantone 365 B, no sólo sigue las tendencias de la moda más actual, sino que lanza un guiño inteligente a la idea de que el AOVE puede ser protagonista los 365 días del año. ¿Quién sabe si este color vibrante y fresco terminará siendo el Pantone del año 2026?

Y si la Generación Z sólo se informa desde TikTok y confía más en una recomendación de Aitana que en una pirámide nutricional, bienvenida sea la estrategia. Puede que haya hecho más por la penetración del AOVE entre los jóvenes un bolso de diseño y una story bien colocada que años de campañas institucionales. Si ver a una popstar aplicar virgen extra sobre una tostada es lo que hace falta para que el aceite de oliva vuelva a las mesas -y al feed- de los más jóvenes, entonces sí: estamos ante una campaña verdaderamente a la altura de su tiempo.

Esta campaña demuestra que el aceite de oliva virgen extra puede ser más que un producto anclado en la cocina tradicional: puede convertirse en un icono pop, en un “complemento perfecto” que conecta con la vida urbana, con el diseño contemporáneo y con la autoexpresión. Si el vino logró renovar su narrativa con festivales, sommeliers y experiencias enoturísticas, ¿por qué el AOVE no podría conquistar su propio espacio cultural?

No obstante, este paso adelante no debe quedarse en un gesto aislado. Para que esta modernización cale, es necesario que el sector en su conjunto -productores, marcas, distribución, administraciones y medios- entienda que comunicar bien es tan estratégico como producir bien. En un mundo saturado de estímulos, quien no cuenta su historia de forma creativa está condenado a la irrelevancia.

El complemento perfecto no sólo vende virgen extra: vende identidad, orgullo y modernidad. Y eso, en un sector anclado demasiado tiempo en su pasado, es más necesario que nunca.

Y ahora que por fin el apellido virgen extra aparece en grande, en negrita, en pantalla y hasta en la pasarela, queda preguntarnos: ¿de qué se quejará el sector esta vez?

Mucho más que un complemento

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