Entre la estrategia y la advertencia

En su última comparecencia -del pasado 6 de noviembre-, Luque presentó las líneas estratégicas de DCOOP con un tono esperanzador y responsable. Habló de consolidar la presencia en Estados Unidos, de la necesidad de gestionar el agua como recurso vital y de proteger al olivar de las consecuencias de la climatología extrema. Cada palabra parecía un llamado a la prudencia y a la planificación: “Si el año que viene tienes una cosecha muy alta y al siguiente muy corta, es malo para todos”, recordaba. En sus palabras, se siente la ambición de un sector que quiere crecer sin perder la cabeza, un sector que apuesta por la innovación y la internacionalización sin dejar de cuidar la esencia del olivar. Pero hace apenas un año, Luque se mostró con un tono muy distinto. Sus declaraciones sobre el fraude en el sector sacudieron la tranquilidad de los titulares: alertó de aceites que no eran lo que decían ser, de controles insuficientes y de un riesgo para la confianza del consumidor. La reacción de las asociaciones fue inmediata y contundente, pero la inquietud permaneció flotando. En esas palabras hay alarma, sí, pero también una llamada urgente a la responsabilidad, al cuidado del producto y de su imagen. Es la otra cara del liderazgo: la de quien ama profundamente el AOVE y teme que la percepción de fraude empañe décadas de esfuerzo y tradición. Comparar estas dos intervenciones no es sólo un ejercicio de contraste: es adentrarse en la complejidad del sector. Porque el aceite de oliva no es solo un producto; es paisaje, cultura, historia y territorio. La internacionalización, los mercados y la planificación son esenciales, pero no pueden desligarse de la autenticidad y la calidad. La tensión que expresa Luque es, en definitiva, la tensión de todo un sector que camina entre la ambición y la fidelidad a sus raíces. Me resulta inevitable evocar la fragilidad de un equilibrio que a veces damos por sentado. Cada botella de virgen extra cuenta historias de sol, tierra y paciencia; y, al mismo tiempo, cada alerta sobre fraude nos recuerda que la confianza es frágil. La labor de quienes lideran el sector es mantener ambos planos: proyectar la grandeza sin dejar de proteger la esencia.

Entre la estrategia y la advertencia

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