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Entrevista con el Ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente Miguel Arias Cañete

Entrevista con el Ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente Miguel Arias Cañete

jueves 06 de febrero de 2014, 21:58h

Tras su paso por el Ministerio de Atocha en el segundo Gobierno de José María Aznar, a finales de 2011 Miguel Arias Cañete tomaba de nuevo las riendas del Departamento de Agricultura, que además incorporaba la cartera de Medio Ambiente. Un año después, son muchos los retos que el Ministro afronta en materia agraria, ya que a la actual situación económica se suman los problemas específicos del sector agrícola y oleícola, que ve amenazado su futuro con el proyecto de reforma de la Política Agraria Común (PAC). Defensor del olivar como un cultivo estratégico para la agricultura y la economía española, Arias Cañete aborda en esta entrevista concedida a Mercaceiasuntos de gran interés para el sector como el Plan de Acción comunitario de apoyo al aceite de oliva, la futura ley de medidas para mejorar el funcionamiento de la cadena agroalimentaria, el método de evaluación “Panel Test” o la comercialización y calidad de los aceites de oliva vírgenes extra.

 

Ud. ocupó el cargo de Ministro de Agricultura entre 2000 y 2004. ¿Cómo cree que ha evolucionado el sector oleícola y olivarero en estos años? ¿Cuáles han sido los cambios más importantes que se han producido en términos de calidad e imagen del aceite de oliva español?

 Siempre he considerado al olivar como un cultivo estratégico para la agricultura y la economía española, ya no solo por  su aportación a la producción final agraria sino por su capacidad para la generación de empleo, así como por las numerosas externalidades que genera en relación a la protección del medio ambiente, paisaje y cultura.

En los últimos años el sector se ha modernizado muy significativamente en sus aspectos de producción, transformación y comercialización y ha incrementado su dimensión, mostrando un gran dinamismo.

En términos de calidad, creo que es indiscutible el avance producido en los aceites vírgenes, gracias a las nuevas técnicas de extracción, siendo premiados por todo el mundo como un reconocimiento claro a su calidad.

La imagen, al igual que la calidad, ha evolucionado muy positivamente, porque se han intensificado los programas de investigación, poniendo de manifiesto todas las propiedades beneficiosas que tiene su consumo, lo que se confirma en todos los foros internacionales en los que se trata este importante tema.

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Nuestro aceite de oliva goza en la actualidad de una imagen inmejorable, a lo que ha contribuido, sin duda, que la Dieta Mediterránea, de la que es un producto estrella, haya sido calificada por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

La mejora de la calidad y la buena imagen que proyectamos hacia el exterior ha propiciado un desarrollo especial del canal de exportación, a través del cual se comercializa el 60% de una producción normal.

Año tras año venimos batiendo récords, posicionándonos en nuevos países y consolidándonos en los que ya estábamos presentes. Además, en momentos nada fáciles en los que la olivicultura se ha globalizado y, en algunos casos, se detectan iniciativas para poner en marcha medidas proteccionistas.

Hasta no hace mucho tiempo, hemos tenido la imagen de país de graneles y creo que esa tendencia empieza a romperse. Cada vez son más las marcas españolas que se venden al detall y los emprendedores que comercializan sus aceites de calidad fuera de España con gran esfuerzo que, desde aquí, reconozco y admiro.

Por último, debo destacar un hecho que me produce una enorme satisfacción, como es el innegable éxito que en estos momentos tienen las dos interprofesionales del olivar, la del Aceite de Oliva y la de la Aceituna de Mesa, y que tan decididamente apoyé en mi anterior etapa en unos momentos todavía dubitativos para estas organizaciones. El sector ha sabido ver que el futuro está en la unidad de acción. Los esfuerzos por dar a conocer nuestros aceites en mercados emergentes son muy notables de cara a un futuro próximo, que pienso es muy prometedor.

 

entrevista-arias-3En la actualidad, son muchos los frentes abiertos en el sector agrícola en general y en el oleícola en particular, siendo la reforma de la Política Agraria Común (PAC) uno de los principales caballos de batalla. La comunicación oficial de Bruselas recoge propuestas como una tasa plana sin diferenciación de producciones. ¿Cómo afectaría esta propuesta al olivar?

 Estamos trabajando decididamente para que la reforma de la PAC evite desequilibrios entre las ayudas directas, que hoy se perciben por las explotaciones, y las ayudas que en un futuro se recibirán una vez discutida y aprobada la reforma. En esta línea estamos en la misma posición que otros países. Espero que la propuesta de la Comisión pueda avanzar para recoger estas inquietudes y que todos los sectores, y en particular el olivar, puedan seguir obteniendo los apoyos que precisan para mantener su viabilidad.

 No obstante, el sector del aceite de oliva se enfrenta a importantes retos de futuro que exigen otras medidas diferentes a los apoyos directos, tales como la disponibilidad de mecanismos de gestión de mercados, que permitan absorber desequilibrios coyunturales entre la oferta y la demanda y, en todo caso, una adecuada gestión de las producciones adaptándolas a la demanda del mercado y aumentando su competitividad.

  

Otro de los conceptos incluidos en la reforma de la PAC que preocupa al sector es el greening que recoge que el 30% de los pagos directos estarán sujetos al cumplimiento de exigencias medioambientales. Dada la situación que atraviesa nuestro sector en la actualidad, ¿cree que se deben exigir esfuerzos complementarios al olivar?

 El cultivo del olivar en si mismo constituye un gran valor medioambiental. Pretendemos que se reconozca que el mantenimiento de las plantaciones, al igual que otros cultivos leñosos, cumplan las exigencias del tramo de ayuda verde sin condiciones complementarias especiales. Por un lado, debido al enorme patrimonio paisajístico que atesora, y por otro, por su contribución a la lucha contra el cambio climático, dado el papel que juega en la absorción de CO2 al almacenarse en forma de carbono en la madera, independientemente de su aportación al mantenimiento de la biodiversidad o la lucha contra la erosión, en determinadas superficies.

 

En esta materia, ¿cómo se pueden conjugar las diferentes sensibilidades de las Comunidades Autónomas y de los diferentes operadores, organizaciones y asociaciones del sector oleícola?

 En la actualidad existe un amplio consenso sobre la posición que España está defendiendo ante la propuesta de la Comisión, por lo que agradezco tanto a las Comunidades Autónomas como a los sectores implicados la altura de miras con que se está trabajando, estableciendo una postura conjunta en lo esencial. Estamos desplegando todos los esfuerzos necesarios con el fin de que se habiliten los fondos adecuados para mantener una PAC fuerte y, en la medida de lo posible, guardar el equilibrio de las ayudas directas entre los diversos sectores, algo que repercutirá igualmente en el equilibrio territorial de la distribución de ayudas.

 Otro de los puntos prioritarios y en los que se insiste tanto desde la Administración como desde el propio sector es la necesidad de disponer de una red de seguridad para el sector agrario con medidas de mercado más eficaces, rápidas y automáticas, como el almacenamiento privado del aceite de oliva. No obstante, parece evidente que urge la actualización de los precios de activación de este mecanismo, vigentes desde hace más de una década. ¿Es posible conseguir esta medida en la futura PAC?

Efectivamente, la experiencia nos demuestra que, en determinadas circunstancias, el almacenamiento privado es una medida eficaz para ordenar el funcionamiento del mercado. Pero también sabemos que, para ello, es necesario que su aplicación sea ágil y que los precios que desencadenan esa aplicación respondan a la realidad del mercado.

Tanto en la actual como en la futura PAC, España trabaja y trabajará por disponer de esta medida. En este sentido, estamos solicitando una mejora del actual sistema y la adaptación de las normas de la competencia, para que por los propios sectores también puedan llevarse a cabo operaciones de regulación de la oferta.

Pero también debemos aplicarnos en dar utilidad a las medidas internas que estamos arbitrando para autorregular la cadena alimentaria, y en este sector concreto, en el que contamos con dos interprofesionales bien implantadas.

El almacenamiento privado ha tenido que utilizarse en varias ocasiones en las últimas campañas debido a una reiterada situación de bajos precios en origen que no cubren los costes mínimos de producción y que el sector arrastra desde hace varios años. En su opinión, ¿qué soluciones se pueden adoptar para que esta situación no adquiera un carácter estructural en el tiempo? ¿qué problemas se han detectado en el sector o en su cadena de valor para que se produzca esta situación?

 Desde hace varias campañas, en la cadena de valor del aceite de oliva, se observa una pérdida del valor de todos los agentes que intervienen en ella, incluso vemos con preocupación que cada temporada la situación empeora. No tiene sentido, y no podemos permitir que se produzca esta situación en un producto tan emblemático para España y en el que somos líderes. Por ello, estamos intentando que exista un firme compromiso entre los agentes de la cadena para salir de ese círculo vicioso y tratar de generar valor y que la cadena sea rentable.

 

Concretamente, en la evolución de los precios al productor en las pasadas campañas han influido fundamentalmente dos factores. En primer lugar, el incremento de producciones a nivel mundial como consecuencia de la expansión que se está detectando en el consumo, y derivado de los altos precios que se registraron en la mitad de la pasada década. Por otra parte, a nivel español, se han obtenido cifras récord de producción en las tres últimas campañas y particularmente en la última se situó en 1,6 millones de toneladas. Esta circunstancia ha generado un desequilibrio entre la oferta y las posibilidades de comercialización, que ha provocado la caída de precios y ha aconsejado la puesta en marcha del almacenamiento privado.

 Sin embargo, no podemos hablar de una situación estructural de elevadas producciones que no puedan ser comercializadas en situaciones normales, y que puedan afectar negativamente y también de manera estructural a los precios.

Con vistas al futuro, debemos trabajar para gestionar adecuadamente el potencial productivo y los costes de producción, sin dejar de esforzarnos por mantener y mejorar la calidad, y consolidar las corrientes de exportación para comercializar las producciones derivadas de nuestra capacidad de producción, lo que exige insistir en la penetración en nuevos mercados, apoyados en medidas de promoción potentes y bien orientadas.

 ¿Qué puede aportar en este sentido la futura ley de medidas para mejorar la cadena agroalimentaria? 

entrevista-arias-4Estamos convencidos de que su aplicación va a resultar muy positiva para dotar de valor comercial a productos que tienen un gran valor en si mismos, como es el caso del aceite de oliva.

 

Su finalidad es mejorar el funcionamiento y la vertebración de la cadena alimentaria, de manera que aumente la competitividad del sector agroalimentario español y se reduzca el desequilibrio en las relaciones comerciales entre los diferentes operadores de la cadena de valor en beneficio del sector y, también, en el de los consumidores.

 El anteproyecto se basa en un modelo mixto de regulación y autorregulación de las relaciones comerciales entre los agentes de la cadena. La parte regulatoria se refiere a los contratos alimentarios y a las prácticas comerciales abusivas.

Por su parte, la de autorregulación se centra en el establecimiento de un Código de Buenas Prácticas Mercantiles en la contratación, que impulsaría el Ministerio y las organizaciones y asociaciones representativas de la producción, la transformación, la industria, y cuya adhesión al mismo es voluntaria para los operadores de la cadena.

 Asimismo, el anteproyecto contempla un sistema de control. Por un lado, se crea el Observatorio de la Cadena Alimentaria y, por otro, se establece un control administrativo, otorgando potestad sancionadora al Magrama que se aplicará por el incumplimiento de lo dispuesto en la ley.

 Su aportación al caso del aceite de oliva, puede ser muy importante; eso sí, si todos los implicados en la cadena se lo proponen y trabajan para ello.

 Para paliar esta complicada situación del sector, desde Bruselas se ha propuesto un Plan de Acción comunitario de apoyo al olivar y al aceite de oliva. ¿Cómo valora esta iniciativa y qué aportaciones han realizado las administraciones central y autonómicas en aras de su mejora y adaptación a la realidad española?

 Teniendo en cuenta del volumen de producción de nuestro país y de la situación del sector, la mera elaboración y presentación por parte de la Comisión de un Plan específico sobre el aceite de oliva supone en si mismo un elemento muy positivo para España. Sin embargo, y después de un amplio debate con las principales Comunidades Autónomas implicadas y el sector, consideramos que presentaba algunas carencias o aspectos sobre los que había que profundizar, y así se lo hicimos saber al Comisario Dacian Ciolos.

 En lo positivo, el Plan contiene un eje de actuación dedicado a la mejora de la calidad y los controles en este sector. Para su aplicación práctica estamos empezando a colaborar con la Comisión, todos los agentes implicados, para avanzar en aspectos como los análisis fisico-químicos, organolépticos o normas de comercialización, entre otros, que tanto tienen que ver con la calidad del aceite de oliva.

 Consideramos muy importante también el papel que debe jugar el Consejo Oleícola Internacional (COI), como referente mundial en el aceite de oliva y las aceitunas de mesa, estableciendo normas claras que sean aceptadas tanto por los países productores como consumidores.

 Igualmente valoramos el fomento del papel que deben jugar las Organizaciones de Productores en una PAC reformada, para reforzar el poder de negociación del sector productor en la cadena comercial.

No obstante, y como ya avancé al principio, el Plan presenta algunas carencias. Además de una cierta descompensación entre las acciones agrupadas en torno a la calidad y las demás que constituyen el Plan, se echan en falta líneas concretas de mejora del sector, en general, así como un presupuesto específico para llevar a cabo dichas mejoras, lo que resulta esencial. También es notoria la ausencia de una propuesta de mejora de los sistemas de regulación del mercado, en particular el almacenamiento privado, así como referencias a la investigación y transferencia tecnológica en el sector.

 Otro punto débil del Plan es la falta de referencia al aprovechamiento, por parte de la Comisión, de las posibilidades que hoy en día ofrece el comercio internacional del aceite de oliva.

Asímismo, entendemos que el estudio sobre perspectivas de producción y existencias en el horizonte 2020, podrían conducir a la conclusión de que estamos en un sector comunitario desequilibrado, lo que no esta justificado.

 En el marco de este Plan, Bruselas estudia la posibilidad de modificar dos reglamentos relativos a la comercialización y a la información que se aporta a los consumidores. Una de las posibilidades que se estudia es la obligación, en el canal Horeca (Hostelería, Restaurantes y Cafeterías), de utilizar el tapón irrellenable, una histórica reivindicación del sector que ya se aplica en otros países. ¿Está previsto poner en marcha esta medida en la normativa de nuestro país?

Efectivamente, la Comisión está ya trabajando en desarrollar este Plan y ha convocado reuniones del Comité de Gestión y del Grupo de Expertos Químicos, abordándose la modificación de los dos Reglamentos fundamentales que regulan las normas de comercialización y las características y métodos analíticos de los aceites. Los principales aspectos que están siendo tratados son las condiciones de conservación, la coordinación de los controles y la toma de muestras.

En cuanto al tema de los envases irrellenables en el canal Horeca, que también está siendo debatido en este ámbito, el Ministerio comparte la opinión del sector de implantar de manera obligatoria el que los aceites vegetales que se ofrezcan en este canal vengan presentados en envases con tapón irrellenable. Parece que no hay unanimidad en la Unión Europea, por lo que probablemente se deje a voluntad de cada uno de los Estados Miembros el implantarlo o no. Si esto fuera así, lo contemplaremos previsiblemente en la futura norma nacional de calidad de aceites vegetales comestibles, que vamos a elaborar.

Esta iniciativa comunitaria de apoyo al sector propone además actuaciones sobre calidad y controles. Respecto a estas dos premisas, recientemente la secretaria general de Agricultura, Isabel Garcia Tejerina, anunció que el Gobierno someterá a los operadores del sector oleícola a una campaña de control extraordinaria. ¿Hablamos de una campaña puntual o está previsto que se extienda en el tiempo? Por otra parte, ¿supone esta medida un refuerzo adicional a los controles que habitualmente realiza la Administración?

Vayamos por partes. El control de la calidad comercial de los aceites es competencia de los Servicios autonómicos de Inspección y Control, que llevan a cabo las acciones que consideran oportunas y que se enmarcan dentro de lo previsto en el Plan Nacional de Control de la Cadena Alimentaria.

 Sin embargo, en esta ocasión, y a esto es a lo que se ha referido la Secretaria General, el Ministerio, consciente de la importancia de este sector estratégico para nuestra economía, coordina la realización de una Campaña de Control de la Calidad de los Aceites de Oliva que, sin duda, reforzará la acción de los controles que realizan las Comunidades Autónomas, en el marco habitual de sus actuaciones. En cuanto a su duración, está previsto que se extienda a lo largo de toda la campaña de producción 2012/13.

 Para clasificar y calificar los aceites de oliva virgen y virgen extra se utiliza el método de análisis organoléptico denominado "Panel Test”. Desde el Ministerio se aseguró que se está trabajando para realizar mejoras en este método y que se están explorando vías para desarrollar métodos físico-químicos que lo complementen. ¿Cuál es su opinión acerca de este método de evaluación?

 Uno de los factores que realmente diferencia al aceite virgen del resto de aceites es su carácter de zumo de fruta. Este carácter fundamental es el que lo diferencia nítidamente del resto de aceites y grasas. Podríamos decir que sus características organolépticas son su huella dactilar y parece lógico que estas características se utilicen para poder clasificarlo en sus tres calidades, entre otros parámetros.

 Desde el año 1991 esta tarea está reglamentariamente encomendada a los paneles de catadores de la administración, catadores que, de acuerdo al reglamento correspondiente de la Unión Europea, deben de estar acreditados conforme a una norma específica. Además deben de estar reconocidos por este Ministerio mediante un sistema de control de su aptitud para este trabajo.

 El hecho de que el análisis sea realizado por personas, aunque estén altamente cualificadas, despierta ciertos recelos en parte del sector envasador, a los cuales tenemos que ser sensibles y dar respuesta.

 En la actualidad, el Ministerio, con medios propios, está investigando una línea instrumental que pueda complementar a los paneles de catadores en las muestras que son conflictivas, que son aquellas que se encuentran entre categorías de aceites. Aunque aún es pronto para poder sacar conclusiones, en principio las perspectivas son esperanzadoras. Por el momento, hay que dejar trabajar a los técnicos.

 Por otra parte, el Ministerio va a suscribir próximamente un Convenio con la Interprofesional del Aceite de Oliva Español, para coordinar diversos proyectos que van en la misma línea que el nuestro. Hemos puesto a su servicio nuestra infraestructura analítica para que puedan ser acometidos con la seriedad y objetividad que un tema como este merece.

 Además de estas actuaciones, nuestros técnicos han venido proponiendo al COI diversas modificaciones en el método de cata que creemos que lo va a mejorar considerablemente, redundando de esta manera en la confianza del sector.

 Recientemente la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha realizado un análisis de 40 marcas de aceite con el objetivo de verificar su calidad y correcto etiquetado. Este informe ha obtenido una importante repercusión mediática y ha sido valorado por el sector de manera muy negativa, ya que considera que puede generar alarma en un consumidor que con frecuencia ignora las calidades de los diferentes tipos de aceite de oliva. ¿Qué valoración hace el Ministerio de este estudio y por qué no se ha pronunciado al respecto como han hecho diversas Administraciones autonómicas en defensa de los intereses del sector? ¿Qué tipo de controles lleva a cabo la Administración en este sentido?

 El problema que ha hecho público la OCU no hay que generalizarlo. Nuestros aceites de oliva cuentan con un prestigio y una calidad acreditada que es necesario mantener y defender. En el informe solamente se ha puesto de manifiesto la falta de calidad en algunas muestras analizadas de determinadas marcas.

 Como ya he comentado anteriormente, es necesario trabajar para que esto no ocurra y las Administraciones hemos de promover y velar por la calidad y, a la vez, tomar las oportunas acciones correctoras para que estas situaciones no se repitan, tal y como venimos haciendo.

 El Reglamento define inspecciones periódicas y constantes por parte de la Administración para verificar la calidad de los AOVES, pero la realidad es que los resultados de dichos controles llegan varios meses después. ¿Está estudiando su Ministerio establecer algún tipo de medida adicional para aportar mayor inmediatez a los controles?

Efectivamente, los Reglamentos de aceite de oliva incluyen controles sobre los aceites de oliva vírgenes que España, mediante los servicios de inspección competentes de las Comunidades Autónomas, realiza en el marco del Plan Nacional de Control de la Cadena Alimentaria. En este ámbito, se programan los controles anuales de todos los productos alimenticios, de los que se dan cuenta mediante el llamado Informe Anual, que exige la Comisión Europea en junio de cada año. No obstante, en el caso particular del aceite de oliva, los inspectores de las Comunidades realizan dos comunicaciones más, semestralmente, en cumplimiento de sus Reglamentos específicos.

 El control de la calidad comercial de todos los alimentos, no sólo del aceite, está estructurado y coordinado al nivel de la Unión Europea mediante planes en los que España participa, como no podía ser de otra manera. Además, en momentos puntuales, se realizan campañas de inspección que refuerzan estos controles periódicos y constantes.

 Algunos operadores del mercado oleícola aseguran que este tipo de informes benefician a la competencia exterior que, además, ha puesto en duda en diversas ocasiones la calidad del producto de nuestro país. ¿Qué se puede hacer para evitar esas barreras exteriores y campañas de desprestigio del aceite de oliva español por parte de otros países?

La transparencia en la información es siempre positiva y así lo entiende también la Unión Europea. Dicho esto, otra cuestión es cómo se quiera interpretar la información, y utilizarla con fines inconfesables, de manera incorrecta.

 De hecho, no podemos ocultar nuestra preocupación sobre ciertas informaciones aparecidas en relación con terceros países, que cuestionan la calidad de los aceites europeos, en general, intentando poner trabas al comercio. En relación con estas informaciones, España está colaborando con las acciones y actividades emprendidas por el COI y la Unión Europea.

 En cuanto al comercio exterior, ¿Cómo ha evolucionado la exportación de aceite de oliva español? ¿Qué estrategias son necesarias para abordar nuevos mercados? ¿Cómo se pueden potenciar las ventas al exterior de aceite de oliva envasado?

 En cuanto a la primera cuestión le puedo decir que el canal de exportación de aceite de oliva ha sido el que más se ha potenciado en los últimos años, contribuyendo de manera fundamental a dar salida al incremento de producción que se ha registrado en España. Las exportaciones han venido incrementándose año tras año hasta obtenerse una cifra récord, en torno a 900.000 toneladas en la pasada campaña.

Desde el punto de vista estratégico, las exportaciones españolas de aceite de oliva se realizan en más de 100 países y durante los últimos años los exportadores están dirigiéndose a nuevos mercados, caracterizados por una gran capacidad de consumo y con un poder adquisitivo alto o en fase de crecimiento. La consolidación de estos mercados es fundamental, para la estabilidad del sector español, y la mejor garantía para mantenerlos es la oferta de calidad que se está llevando a cabo, apoyada de manera importante por los esfuerzos económicos que se están haciendo por parte de los exportadores y por parte de la Interprofesional con sus campañas de promoción, financiadas por todos los sectores que la constituyen.

 En cuanto a la exportación de aceite de oliva envasado es evidente que implica la obtención de un mayor valor añadido, por lo que incrementar sus ventas es un objetivo del sector español, que debe plantearse a medio y largo plazo, dadas las inversiones que implica y por el tiempo que precisa la obtención de resultados. La potenciación de este tipo de comercialización implica la puesta en marcha de políticas marquistas, que garantizan el prestigio y la calidad de los productos, existiendo ya iniciativas interesantes en España adoptadas por un grupo importante de empresas, aunque con cantidades todavía limitadas.

Por otro lado, el Ministerio prepara un Programa Nacional de Innovación e Investigación (I+D) en materia agroalimentaria. ¿Qué papel desempeña el sector oleícola y olivarero, y el aceite de oliva en esta iniciativa?

entrevista-arias-6El conocimiento que proporciona la investigación es fuente de riqueza y nuestro sector agroalimentario no puede vivir ajeno a la necesidad de cambio para aprovechar las oportunidades que los mercados ofrecen. Por ello, hemos lanzado un Programa Nacional de Innovación e Investigación del Sector Agroalimentario Español, que contempla sus necesidades de innovación e investigación.

 Va dirigido a la conservación y gestión integral y eficiente de los recursos naturales utilizados por el sector; la mejora sostenible de los sistemas de producción agrícolas, ganaderos y forestales; el impulso y desarrollo de nuevos sistemas, procesos y tecnologías agroindustriales; el aumento de la calidad de los alimentos y la creación de nuevos productos alimenticios, bioproductos, biocombustibles y energía, utilizando todo tipo de subproductos y biomasas; y la vertebración y optimización inteligente de la cadena agroindustrial, para generar y repartir mejor el valor añadido y crear nuevos modelos de negocio.

 Asimismo, se trata de implantar nuevas herramientas de gestión estratégica y redes de colaboración para la innovación, que nos ayuden a mejorar la toma de decisiones públicas y empresariales, y de incrementar la seguridad y los servicios de trazabilidad, alerta y gestión de riesgos del sistema agroalimentario.

 Queremos que las empresas del sector, y de otros sectores, dejen de considerar la I+D+i como una aventura, facilitándoles el camino y ayudándoles a conseguir recursos públicos para su financiación, accediendo en las mejores condiciones al presupuesto de 4.500 millones de euros, previsto en el nuevo Programa marco de la Unión Europea (Horizonte 2020), para la investigación y la innovación en los ámbitos de la seguridad alimentaria, la bioeconomía y la agricultura sostenible.

 Ya hemos conseguido que, en el borrador del Plan Estatal de I+D+i 2013/16, se incluyan las líneas antes citadas en lo relativo a la seguridad y calidad alimentaria.

 En ese ámbito es en el que al sector del olivar y del aceite de oliva y la aceituna de mesa, se le presentan excelentes oportunidades para incrementar la productividad y dotar de valor añadido a sus productos.  

 En materia de promoción y en un contexto de crisis económica y de reducción de gastos como el actual. ¿Cómo va a seguir apoyando el Ministerio la labor desempeñada en este sentido por organizaciones como la Interprofesional del Aceite de Oliva Español?

 Esta pregunta merece una respuesta que permita conocer las actuaciones que se han desarrollado, con cierto detalle, y cómo, a pesar de las dificultades presupuestarias, pensamos continuar respaldándolas, por tratarse de una tarea fundamental.

Dentro del marco de los reglamentos comunitarios sobre acciones de información y de promoción de los productos agrícolas, en el mercado interior y en terceros países, el aceite de oliva es uno de los productos cuya promoción puede ser objeto de cofinanciación entre organizaciones representativas de los sectores, los Estados Miembros y la Unión Europea.

 La Interprofesional del Aceite de Oliva presentó el “Programa europeo del aceite de oliva” en el año 2009, que contó con el apoyo del Ministerio y con la  aprobación final de la Comisión Europea. Este programa, que acaba de finalizar el pasado mes de octubre, ha contado con una dotación presupuestaria de 16,55 millones de euros, de los que 6,63 millones de euros procedieron de la Unión Europea y 2,10 millones de fondos nacionales.

Las acciones se han desarrollado en España, Reino Unido, Francia, Bélgica y Holanda y se han dirigido a responsables de la compra en el hogar, a médicos, restauradores y a los medios de comunicación. Entre sus objetivos se encuentra aumentar el conocimiento y el consumo de este producto, dentro de los Estados Miembros considerados no consumidores. También ha perseguido consolidar y fomentar su consumo en los Estados Miembros ya consumidores y conseguir que los líderes de opinión (médicos y restauradores) conocieran mejor este producto para contribuir a fomentar su consumo.

En la última convocatoria publicada en el mes de julio, se han recibido, por parte de la Organización Interprofesional del Aceite de Oliva Español, dos nuevas propuestas para la promoción del aceite de oliva: una en el mercado interior y otra en terceros países. Estos programas han contado con el apoyo del Ministerio que los ha seleccionado y enviado a la Comisión Europea el pasado mes de noviembre, donde serán valorados de nuevo para su selección final.

 De estos programas uno está dirigido al mercado interior, en España, con el propósito de mejorar el conocimiento y valorizar el producto entre los consumidores nacionales y extranjeros. La otra propuesta se dirige a terceros países, en concreto a India e Indonesia, con el fin de dar a conocer el producto en esos mercados. La voluntad del Ministerio, en cuanto a seguir apoyando estas iniciativas, es clara.

 Por último, el sector de la aceituna de mesa viene mostrando de forma reiterada su preocupación por la falta de rentabilidad y exigiendo a la Administración mayor sensibilidad con este cultivo, tal y como se puso de manifiesto en la última Jornada Técnica de Aceituna de Mesa de Asaja-Sevilla. ¿Cuál es la valoración que pueden hacer desde el Ministerio de esta situación?

La aceituna de mesa, como es obvio, no ha sido ajena a la crisis económica que afecta a toda la economía española, a lo que se ha unido una problemática de excedentes que padece el sector.

 España es el primer país productor de aceituna de mesa en el mundo. Con una producción media en las últimas campañas ligeramente superior a las 500.000 toneladas, supone aproximadamente el 70% de la cosecha comunitaria y el 30% de la mundial. La campaña 2010/11 supuso un récord absoluto superándose las 600.000 toneladas.

 Las exportaciones de aceituna de mesa representan aproximadamente el 55% de la producción, con una clara tendencia creciente, llegando a más de 100 países de destino de los cinco continentes, en los que este producto tiene una alta consideración.

 Durante la pasada campaña se ha producido una disminución ostensible de la producción (-15% respecto a la anterior y prácticamente equilibrada con la media), y las exportaciones han tenido un comportamiento excelente. Ello está permitiendo mejorar las cifras de existencias que se venían arrastrando de anteriores campañas. Si a esto le unimos que las expectativas de cosecha para la presente son mucho menores, cabe pensar, como contrapartida, que en la nueva campaña se puedan alcanzar niveles de precios más altos para la producción y aliviar tensiones de mercado.

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