Según la investigación, publicada en la revista “Molecular and Cellular Oncology”, este componente rompe una parte de la célula enferma, liberando así una serie de encimas que causan su muerte.
Si bien ya se conocía la capacidad del oleocantal de matar algunas células cancerígenas, nadie había descubierto aún cuál es el proceso. Los investigadores participantes en el estudio, Paul Breslin, profesor de Ciencias de la Nutrición en el School of Environmental and Biological Sciences; David Foster y Onica LeGendre, ambos del Hunter College, aseguran que el oleocantal rompe unas vesículas de la célula cancerígena que almacena una serie de residuos celulares.
Los científicos partieron de una hipótesis de Breslin, que creía que este componente era capaz de acabar con las células malignas gracias a una proteína clave que provoca la muerte celular programada (conocida como apoptosis).
Tras aplicar oleocantal a las células, Fostes y LeGendre descubrieron que éstas morían rápidamente (entre 30 minutos y una hora más tarde). Sin embargo, dado que la apoptosis es un proceso que dura de 16 a 24 horas, los investigadores se dieron cuenta de que tenía que existir alguna causa adicional que acelerara el proceso.
LeGendre, químico de profesión, encontró la respuesta: las células cancerígenas estaban siendo asesinadas por sus propias encimas, ya que el oleocantal había pinchado las vesículas, los lisosomas, que contienen los residuos celulares. Estas vesículas tienen un tamaño mayor en las células malignas que en la sanas, ya que contienen una mayor cantidad de residuos. Una vez que se abre una de ellas “se desata el infierto”, como explica Breslin.
Además, los científicos comprobaron que el oleocantal no dañaba las células sanas, simplemente paraliza temporalmente sus ciclos de vida, es decir las deja dormidas durante un tiempo.
Tras este descubrimiento, el paso “lógico” según los investigadores es demostrar la eficacia del oleocantal fuera del laboratorio probando su capacidad para reducir tumores en animales vivos.
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