Para ello, ambas instituciones firmaron ayer un convenio de colaboración que contó con la rúbrica del presidente de la diputación, Francisco Reyes; y del rector de la UJA Manuel Parras.
Durante la firma, Parras explicó que, debido a “su relevancia económica y la importancia que tiene para la provincia de Jaén”, la variedad que se elegirá en una primera fase del proyecto será la picual. Posteriormente, se validará ese genoma con la resecuenciación de otros tres acebuches y tres genomas de las variedades cultivadas de mayor relevancia económica como son frantoio, arbequina y royal. Asimismo, el rector indicó que el proyecto, cuyo responsable es el catedrático de Genética de la UJA Francisco Luque, tendrá una duración de dos años y se desarrollará en el Parque Tecnológico de Geolit.
En opinión Parras, la firma de este convenio va ligada a una de las misiones más importantes de la universidad: la transferencia de conocimiento al tejido productivo. “El genoma es un proyecto de investigación que no se ha elegido al azar, sino pensando que nos va proporcionar una información muy buena para que otros investigadores puedan investigar y para que se hagan políticas públicas en esta materia”, argumentó.
Por su parte, Reyes señaló que “se trata de un trabajo que colocará al territorio que lidera la producción mundial de aceite de oliva a la vanguardia en investigación relacionada con el sector del olivar y que permitirá saber la estructura genética de este cultivo, que está en el ADN de nuestros pueblos y de todos los jiennenses”.
El presidente de la Diputación hizo también hincapié en que descifrar la estructura genética del olivar “no es un reto baladí”, ya que “a pesar de los intentos realizados hasta ahora, nadie ha conseguido secuenciar la estructura genética de este cultivo”.
Y es que, como explicó Reyes, “conocer este código nos permitirá después interpretarlo para sacarle mayor rendimiento al cultivo, lo que significa ver qué aspecto es el que hace que el olivo produzca más o menos aceite; qué influye en que ese aceite tenga más o menos calidad; o qué detalle de esa secuencia genética hace que el olivo resista mejor determinadas plagas”. En definitiva, “es el primer paso para proteger, conocer y difundir el que es nuestro principal cultivo y muy importante en la economía de nuestros pueblos y nuestras ciudades”, remarcó.
