Juan Rubio Navarro continuó la tradición familiar agroalimentaria desarrollada por su padre, Juan Rubio García-Quilón (1899-1980) -relevante industrial harinero de su tiempo-, pero eligió el campo de acción del aceite de oliva, levantando un imperio y convirtiéndose en “uno de los grandes e irrepetibles del sector”.
Desde el ámbito oleícola destacan su inteligencia natural, su habilidad empresarial, su enorme calidad humana y profesional, su eficiencia y su vocación, consolidando una empresa familiar de éxito, que dirigió y condujo de forma directa, y que posicionó como una de las más grandes refinerías dedicadas al aceite de oliva. “Una persona implicada y completa como representante del sector”, han remarcado.
Desde Mercacei queremos manifestar nuestro más profundo pesar a su familia, amigos y entorno profesional, al tiempo que rendir un merecido homenaje a una figura irrepetible del sector.