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Isabel Coixet: “Mojar pan en virgen extra es probablemente el placer gastronómico más primitivo, directo y sabroso que uno pueda permitirse”

Isabel Coixet: “Mojar pan en virgen extra es probablemente el placer gastronómico más primitivo, directo y sabroso que uno pueda permitirse”

Por Pandora Peñamil Peñafiel

Isabel Coixet es lo que los productores de AOVE son a la Dieta Mediterránea. Cada una de sus películas -únicas, deliciosas, irrepetibles- enriquece a la industria cinematográfica como lo hace cada virgen extra a la forma en la que elaboramos cualquier plato. Mi Vida sin mí, La Vida Secreta de las Palabras, La Librería... Sus cintas se degustan como los zumos de cosecha temprana, con un inicio intenso y fluido que pasa a ser picante y complejo, finalizando con un amargo potente y elegante que se niega a abandonarnos una vez que finaliza. Si le preguntas, Coixet te confesará que un premio Goya sabe a anchoas en aceite de oliva virgen extra, pan recién horneado y champagne. Debe de estar empachada de este menú, ya va por el octavo. Pero antes de que llegue al noveno tiene mucho que contarnos. Y no es de las que se corta...

Has nacido y te has criado en Barcelona, en una región en la que se producen grandísimos AOVEs. ¿Qué recuerdos te vienen a la cabeza cuando piensas en olivos y aceite de oliva?

Creo que desde pequeña me fascinaron los olivos. Recuerdo que mis padres me llevaron de niña a visitar unos olivos milenarios en Tarragona y cómo me impactó cuando mi padre me contó que aquellos olivos llevaban miles de años allí. Estoy convencida de que mojar pan en aceite de oliva virgen extra es probablemente el placer gastronómico más primitivo, directo y sabroso que uno pueda permitirse.

Bill Nighy bromeó con que, además de su sueldo como actor, le habías pagado con unas botellas de tu aceite. ¿Qué nos puedes contar de tu afición a varear olivos? Sting aseguró en una entrevista que era algo realmente terapéutico...

Es verdad que a Bill, en nuestro primer encuentro, le regalé botellas de mi aceite y él siempre dice que eso fue lo que le decidió a hacer La Librería. Lo cierto es que tengo un pequeño campo de olivos y que cada dos años intento producir aceite de oliva. Es una actividad que no sé si será terapéutica pero a mí me encanta: coger las aceitunas, llevarlas al molino, ver cómo como el maestro de almazara las transforma en aceite... Ese ritual es maravilloso. Mi aceite proviene de dos variedades que están apunto de extinguirse: vera y paloma.

¿Damos por hecho entonces que si vas a casa de unos amigos a cenar les obsequias con una botellita de aceite de oliva o, en ese caso, te vas al clásico vino?

Yo soy de llevar de todo: aceite, vino, postre, flores... ¡lo que se tercie!

Muchos definen tus películas como si estuviesen catando un buen virgen extra: intensas, con un retrogusto amargo y una larga persistencia en la memoria. ¿Qué te parece esta asociación? ¿Es una gran película como un gran banquete?

Me parece una analogía realmente bonita la de AOVE con mis películas... Sinceramente, no sé si llegan a tanto, pero la verdad es que me gustaría que así fuera.

Si tuvieras que describir una sensación como si de un plato se tratase, ¿a qué sabe un Goya? ¿Y una mala crítica?

Un Goya sabe a anchoas en aceite de oliva virgen extra con un buen pan y regadas con champagne. Una mala crítica, definitivamente a bollería industrial. ¡O a surimi!

Siempre has dicho que si un actor tiene que comer algo durante la escena de una de tus películas, debe estar rico. Imaginemos que tienes que vender la gastronomía española -o el aceite de oliva- a un actor de tu reparto que no la conozca. ¿Cómo le seducirías para que la probase?

Yo creo que los que aman la comida siempre están dispuestos a probarlo todo y a aventurarse. Si ya hay que gastar mucha saliva intentando convencer a alguien... ¡mal vamos!

Tus películas tienen bandas sonoras que actúan casi como personajes principales de la trama, con canciones de Tom Waits o Anthony and The Johnsons. Incluso Debbie Harry -de la mítica banda Blondie- tiene un papel crucial en Mi vida sin mí. Como melómana que eres, ¿a qué te suena una comida con amigos frente al mar Mediterráneo?

Una comida con amigos delante del mar me suena a Gino Paoli cantando Senza fine... o a Ala.ni cantando Feeling lonely in a sunday afternoon, de la banda sonora de The Bookshop... o a Cesaria Évora... o a The Divine Comedy...

Uno de tus autores favoritos, John Berger, dice que “para el artista, dibujar es descubrir”. ¿Cuáles han sido tus últimos descubrimientos gastronómicos? ¿Alguno que tenga que ver con aceite de oliva?

He probado recientemente un AOVE de la variedad canetera de la marca Oleomile, que me ha gustado mucho. Me supo a nuez y a almendra, con un regusto en boca inolvidable. Solo o con pan de aceitunas negras se convierte en un bocado sabrosísimo.

El olivo es uno de los árboles con mayor fuerza simbólica. Lleva 8.000 años en este planeta, abrazando toda la Cuenca Mediterránea y transmitiendo sensaciones y emociones únicas… igual que tus películas. ¿Son importantes los símbolos en la vida? ¿Qué debe tener un elemento, una persona o una historia para inspirarte?

Los símbolos y los rituales siempre nos ayudan a vivir. A mí me puede inspirar casi cualquier cosa: una conversación escuchada por casualidad en un bar, en el metro, a la salida de un cine....

Has sido valiente en el mundo del cine, siempre contando historias íntimas y diferentes, rompiendo esquemas y siendo tú misma. Si fueras un aceite de oliva, ¿como serías? ¿Amargo, picante, dulce...?

Si fuera un aceite de oliva me encantaría ser el fruto de unos cuantos olivos milenarios, que siguen ahí, retorcidos, resistiendo como jabatos el paso del tiempo. Eso sí, me encantaría ser un AOVE prensado de noche, que sabe aún mejor.

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