Corría el año 2007 y la actriz británica Helen Mirren se convertía en la primera actriz en ganar los cuatro premios principales dentro del mundo cinematográfico por una sola película (The Queen): el Óscar, el BAFTA, el Globo de Oro y el Premio del Sindicato de Actores -SAG-. Ese mismo verano adquirió, junto a su marido, una masseria del siglo XVI en el municipio italiano de Tiggiano, en la provincia de Lecce (Puglia), rodeada de olivos. No se me ocurre mejor celebración.
Tal fue el flechazo de la Dama Helen Mirren -en 2003 fue nombrada Comendadora de la Orden del Imperio Británico- que se autodenominó una “campesina salentina” y se propuso hacer todo lo que estuviese en su mano para salvar esos bellos ejemplares de la agresiva plaga de Xylella fastidiosa que estaba comenzando a matarles poco a poco. Hoy en día continúa su lucha y nosotros no nos hemos querido perder la oportunidad de que nos la cuente en primera persona. Así, ya puedo gritar a los cuatro vientos que he entrevistado en exclusiva a esta Dama del Imperio Británico para Olivatessen #10, la décima entrega de una publicación única cuyo objetivo es divulgar la cultura del AOVE por todo el planeta.
Entre otras maravillosas afirmaciones -toda una declaración de intenciones- que me soltó la reina de la interpretación, aseguró que sus maletas “siempre están repletas de aceite de oliva virgen extra”.
Y es que Mirren es también la portavoz de Save the Olives, una organización de Lecce que trata de recaudar fondos para intentar salvar los ejemplares históricos y replantar los olivares perdidos con nuevas especies resistentes a la Xylella. En su discurso pronunciado el pasado mes de julio con motivo de la presentación de Alta Gioielleria, de Dolce & Gabanna inspirada en el árbol del olivo, Mirren quiso llamar la atención sobre la terrible amenaza que representa el avance de esta enfermedad sobre el patrimonio olivarero pugliese. “Estos monumentales y magníficos testamentos de la historia italiana, memoria viva de las generaciones que los han cuidado durante cientos de años, son tan poderosos en su retorcida belleza como el Coliseo o Pompeya y en mi opinión tan importantes como el mayor de los monumentos italianos, y pueden salvarse mediante el injerto de especies resistentes a la enfermedad”.
En este sentido, quise preguntar a la actriz lo que puede significar que alguien como ella promocione el olivo por el mundo. A lo que me respondió tajante: “No creo que el olivo tenga ninguna necesidad de ser promovido en todo el mundo. En aquellos lugares donde crece ya se usa, venera y ama. Como artistas, lo único que podemos hacer es mostrarle nuestro respeto”. Amén Dama Helen Mirren, reina del olivo más allá del mundo terrenal.
