En concreto, el Ismea prevé que la producción esta campaña sea de 350.000 toneladas frente a las 222.000 toneladas registradas en la temporada anterior, lo que supondría una recuperación de casi el 60%, si bien la producción se mantendría aún por debajo de los niveles alcanzados en 2013, cuando se obtuvieron 460.000 toneladas de aceite de oliva.
En general, no hubo problemas de plagas, después de los fuertes ataques de mosca del olivo registrados el pasado año, por lo que las condiciones han sido óptimas tanto en relación con el rendimiento del cultivo como en la calidad del producto final.
Según este Instituto, el fuerte calor de julio y la prolongada ausencia de lluvias han impedido el crecimiento vegetativo normal de los olivares, por lo que hay una menor cantidad de fruto en el árbol.