Según ha informado la DGCCRF, en la mayoría de estos aceites se detectaron defectos de calidad que llevaron a su reclasificación en una categoría de producto de calidad inferior.
Los investigadores inspeccionaron un total de 286 establecimientos en el sector del aceite de oliva: distribuidores, webs, mayoristas y comerciantes, fábricas (productores), y mercados y ferias, detectando anomalías en el 42% (hasta el 59% para páginas web).
De las muestras analizadas, casi cuatro de cada diez eran de origen francés, mientras que el resto procedían de países mediterráneos. El Servicio Común de Laboratorios (SCL) llevó a cabo pruebas fisicoquímicas y, posteriormente, análisis sensoriales. También buscó residuos de pesticidas y la presencia de sabores en algunas muestras.
La DGCCRF ha precisado que la tasa de incumplimiento fue mayor cuando la indicación del origen no era precisa y, por lo tanto, “es probable que exista mezcla de aceites”.
En concreto, una de cada cuatro muestras fue declarada "para ser monitoreada" y 67 (el 48%) fueron declaradas no conforme a las reglamentaciones en materia de etiquetado y parámetros fisicoquímicos, observándose la mayoría de las deficiencias en el etiquetado del producto.
Tras el análisis, se emitieron 17 actas, 71 advertencias y 39 requerimientos por incumplimiento del etiquetado, que, entre otras, se dirigieron a páginas web que atribuían propiedades terapéuticas a sus productos, evocaban un origen falso de las aceitunas o garantizaban el pedido por correo sin proporcionar información precontractual o contractual.
En opinión de la DGCCRF, “el índice de incumplimiento se ha mantenido en un nivel muy alto en el sector del aceite de oliva durante varios años, por lo que la comunicación sobre el origen de los aceites de oliva vírgenes extra y vírgenes impuesta por la normativa, así como los controles periódicos, están plenamente justificados”.
