Eso me hace pensar que quizás lanzar Olivatessen by Mercacei -cuyo quinto número acaba de salir al mercado- fue nuestro pequeño acto de rebeldía. Puede que lo fuese pedir a un Javier Bardem recién laureado en Hollywood que posara para nosotros con una botella de AOVE como si fuera un Oscar; escribir un e-mail argumentando al Dios cinematográfico Francis Ford Coppola -podría literalmente pasarme un mes seguido viendo El Padrino II- por qué debería concedernos una entrevista hablando sobre su amor por el Mediterráneo; pedirle a Isabel Coixet que compartiese con nosotros un pa amb tomàquet y, de paso, sus secretos gastronómicos; o convertirnos en kamikazes del virgen extra y llamar al publicista de Sting para preguntarle por sus olivos.
Con este ya van cinco grandes actos de rebeldía en forma de publicación. Una verdadera colección de arte gastro dedicada a los amantes del AOVE. Porque en estos cinco años hemos cometido, probablemente, muchísimos más actos indomables, pero los que verdaderamente cuentan son los que plasmamos en estas páginas. Esta revista quiere ser el reflejo de un sector en movimiento, el de los productores del siglo XXI, que no se conforman con un mundo encorsetado, rígido, con normas establecidas, sino que aspiran a un planeta que va más allá, que es líquido y que no conoce formas ni limitaciones.
En 2015, en nuestro primer número, decíamos que en España tenemos mucha suerte porque disfrutar del virgen extra forma parte de nuestras costumbres. Hoy, a las puertas de una nueva década, podemos decir alto y claro que hemos logrado compartir esa suerte con el resto del mundo, que este superalimento ha traspasado fronteras y se está convirtiendo en cultura y moda en lugares que ni hubiésemos podido imaginar. Todo gracias a un puñado de locos por el AOVE que, a través de pequeños actos de rebeldía y ante la atónita mirada de los demás, decidieron recolectar unas semanas antes, envasar su aceite en un vidrio más oscuro, cambiar la tipografía de su logo o sacarse un billete de avión a Zurich y visitar una a una todas las tiendas gourmet de la ciudad. Bendita locura... ¡Y que nosotros sigamos “padeciéndola” muchos años más!