Según recoge la Associazione Nazionale Città dell'Olio, de los datos que se desprenden de este informe –elaborado por la profesora de Gestión Turística de la Universidad de Bérgamo Roberta Garibaldi- existe una diversificación de las experiencias más demandadas en función de la edad. En concreto, para los mayores de 55 años prima el interés por las experiencias más tradicionales entre las que ofrecen las empresas del sector olivarero. En el caso de los jóvenes existe una tendencia a incrementar el interés por otro tipo de experiencias que no son puramente turísticas y que permiten emerger el verdadero vínculo entre el AOVE y su territorio.
La compra del producto “a un precio atractivo”, señalada por el 72% de los encuestados, se confirma como la principal motivación que induce al turista a visitar una almazara. Por su parte, el porcentaje de quienes se sienten atraídos por la posibilidad de degustar el aceite en combinación con productos y alimentos locales aumenta hasta el 70%. Y es que el maridaje en las empresas productoras destaca como una de las tendencias del año.
Otras experiencias potenciales como la visita a una almazara histórica (indicada por el 68%), un recorrido a pie entre olivos seculares (64%), descubrir una oleoteca (61%) o un museo del aceite (51%) continúan siendo apreciadas por el público italiano, así como la visita a un centro de bienestar o Spa con tratamientos a base de aceite de oliva virgen extra, en este caso preferidos por las mujeres (56% vs 46%).
El crecimiento más evidente, según los datos del informe, es la relación personal con el productor. Así, al 59% de los entrevistados le gustaría tener la oportunidad de conocer y hablar con el propietario de la empresa, un porcentaje superior a diez puntos en comparación con la encuesta de 2019. También es evidente la conexión entre la producción de aceite y la historia del lugar: el 66% desearía poder visitar una residencia histórica con un olivar, de acuerdo con la tendencia de redescubrir los antiguos edificios donde aún hoy se practica la actividad agrícola.
Estas cifras, a su juicio, ponen de manifiesto la continua transformación de la demanda dentro de un sector en el que la oferta turística está en pleno desarrollo y evolución. La apertura a las visitas es bastante reciente, si se compara con la de las bodegas, y muchos visitantes aún no son conscientes de que existe la posibilidad de acceder a una almazara para realizar diversos tipos de actividades en simbiosis con la naturaleza.
"Sin embargo, el potencial de este sector -gracias a su historia centenaria, el vínculo con el territorio y el paisaje, las propiedades beneficiosas del producto- parece que en gran parte no se expresa. No obstante, las estructuras dedicadas a la olivicultura han renovado sus fórmulas con actividades diferenciadas, por lo que organizan cursos de degustación centrados en el producto de un cultivo único, crean balnearios donde el aceite de oliva virgen extra se convierte en la base de los tratamientos e involucran al visitante en la recolección y en las primeras etapas de transformación de la aceituna, hasta la venta de pequeños lotes personalizados para el cliente final, donde su nombre y apellido aparecen en la etiqueta”, ha resaltado la autora del informe.
