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El triunfo de la esperanza y la innovación

El triunfo de la esperanza y la innovación

Por Rafael Alonso Barrau
Director comercial y de Calidad de Oro del Desierto

Año 2050. El sol asoma por Levante temprano, los olivos comienzan a recibir su luz, es el primer día de cosecha y las aceitunas cuelgan de las ramas en envero. Tanto los ensayos clásicos de maduración como la teledetección en continuo de la explotación reporta contenidos en grasa sobre seco ideales para el comienzo de la recolección, la maquinaria automática ya está preparada para comenzar a moverse por las líneas de olivos y realizar la recolección eficazmente sin necesidad de operarios, más allá de la supervisión.

No obstante, el encargado de la finca va organizando las cuadrillas también para recolectar el olivar tradicional, no todo el olivar es mecanizable y hay quienes se mantienen orgullosos cultivando olivos a la manera ancestral; estos viejos olivos siguen dando frutos siglos después. Su valor patrimonial se añade al comercial para mantener un porcentaje relativamente elevado de olivar de sierra y procedente de zonas menos favorables que hoy en día cuenta con un mercado de producción ecológica y certificado de cultivo tradicional. Su aceite será destinado a ediciones limitadas que se venden a un elevado precio para los paladares más exquisitos y los consumidores concienciados con la importancia del mantenimiento de la tradición.

Las fincas disponen de riegos ultramodernos enterrados y optimizados para mantener cosechas estables incluso en un escenario de clima adverso, con un uso de agua mínimo y automatizado, de forma que a día de hoy se produce un kilo de aceituna con tres veces menos agua que hace 25 años. La tecnología permite garantizar diferente suministros hídricos según zonas con nuevas tecnologías de desalinización, aprovechamiento del agua atmosférica por condensación y una gestión de los embalses y conducciones sin pérdidas gracias a modernos sistemas de control.

El escenario climático ha llevado al sector a seleccionar nuevas variedades para complementar a las tradicionales, todas ellas seleccionadas por su rusticidad y adaptación al calor y estrés hídrico, con floraciones más tempranas y una alta adaptación a las plagas, siendo casi innecesario el tratamiento fitosanitario -salvo excepciones concretas-.

La cosecha se adelanta y, pese a las altas temperaturas, la capacidad de transporte y molturación de las modernas almazaras rebasa sobradamente la entrada de fruto, de manera que con equipos de refrigeración y extrema rapidez los aceites obtenidos de los modernos cultivos son procesados obteniendo un alto porcentaje de aceite de oliva virgen extra respecto al total de la cosecha.

La demanda mundial sigue en aumento, dado que el aceite de oliva es requerido sobre todo por sus propiedades saludables, pero las mejoras en agronomía han permitido que la producción -tanto en países tradicionales mediterráneos como en nuevos destinos que con el cambio climático poseen zonas cultivables- siga aumentando: a día de hoy, la producción y consumo suponen ya el 5% del total de grasas comestibles del mundo.

Quién le iba a decir a mi alter ego de 2023 que esto sería así, cuando llevábamos dos cosechas escasas consecutivas y arrastrábamos problemas estructurales en el sector… pero, una vez más, asistimos al triunfo de la esperanza y la innovación.