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La apuesta por la innovación llevará al sector a vislumbrar enormes oportunidades económicas, sociales y ambientales

La apuesta por la innovación llevará al sector a vislumbrar enormes oportunidades económicas, sociales y ambientales

Por Rosa Gallardo
Directora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y de Montes (ETSIAM) de la Universidad de Córdoba

El sector oleícola ha vivido una intensa evolución en la que se evidencia una continua adaptación a escenarios complejos, en muchos casos con altas dosis de incertidumbre. Esta trayectoria ha estado marcada siempre por la presencia de innovación en ámbitos que seguirán determinando sin duda el futuro del sector del olivar y el aceite de oliva. Así, destaca la mejora genética y las nuevas variedades de olivo más adaptadas al olivar en seto, a las condiciones climáticas y más resistentes a determinadas enfermedades; la innovación para compatibilizar mejor la rentabilidad del cultivo y la necesaria sostenibilidad; la optimización en la gestión del agua y en la reducción de la dependencia energética; la innovación en los sistemas de control de los procesos de obtención de aceite y en la calidad del producto, así como en la automatización y robotización; y, de forma transversal, un intenso avance en la digitalización de este sector, que facilitará la toma de decisiones para el correcto desarrollo del sector al disponer de un amplio abanico de tecnologías accesibles que habrán transformado la manera de entender y hacer olivicultura.

En el olivar del futuro, la Inteligencia Artificial permitirá la generalización modelos predictivos y el uso de gemelos digitales; la robotización de las labores agrícolas mediante máquinas inteligentes y autónomas; el riego más inteligente y eficiente que incorporará de forma generalizada las energías renovables; las Almazaras 5.0; la amplia aplicación de técnicas y tecnologías que mejoran la seguridad, la trazabilidad y la calidad… Estará disponible un espacio de datos para el sector del olivar y el aceite de oliva con estándares que faciliten la interoperabilidad de los mismos con una correcta regulación y privacidad, que hará que la información que llega a los olivicultores y a la industria les permita tomar decisiones óptimas a través de la utilización de ese amplio abanico de tecnología.

Esta apuesta constante por la innovación en torno al olivar y al aceite de oliva llevará al sector en 2050 a vislumbrar enormes oportunidades económicas, sociales y ambientales. Al trabajar juntos los olivicultores, las empresas oleícolas y tecnológicas, las universidades y los centros de investigación, y la Administración lograremos hacer realidad la reinvención y el cambio cultural que afecta a procesos, procedimientos, hábitos y comportamientos que son necesarios para que la transformación digital útil y completa sea una realidad. Ello significará que se habrá implantado una cultura de cooperación y colaboración en el uso compartido de datos y se habrá logrado la capacitación necesaria en competencias digitales de todo el sector. En este escenario, destaco en el futuro la presencia de jóvenes formados, emprendedores y comprometidos con un sector al que habrán imprimido la aceleración, el ritmo y la intensidad necesaria para una transformación imparable.

Sin duda, el futuro del sector oleícola estará marcado por la apuesta clara y contundente por la calidad, donde la trazabilidad y la certificación serán factores críticos en el mercado; la profesionalización; la internacionalización; la economía circular; la eficiencia en el uso de recursos, fundamentalmente el agua, lo que, ayudado de las infraestructuras y políticas adecuadas, podría permitir una generalización de su uso en el olivar; la digitalización; el crecimiento en la demanda de aceite de oliva en mercados emergentes; y la mayor apreciación de las variedades de aceite de oliva y su uso en la cocina global.

Este futuro para el sector es posible, pero también es responsabilidad de todos trabajar en conjunto para avanzar en la dirección correcta.